Hacía tiempo que el PRODE de comisarios se agitaba en los pasillos de dependencias de la PFA y el poder político, algo propio del comienzo de cada ciclo. Lo cierto es que no había muchos nombres en la carta de rumores. Los de los hoy comisarios generales Juan Carlos Hernández y Osvaldo Mato eran básicamente los únicos.
Hoy al mediodía, la ministra de Seguridad Sabina Frederic los confirmó en una conferencia de prensa junto al jefe de gabinete Santiago Cafiero: Hernández como jefe, sucesor de Néstor Roncaglia, Mato como subjefe, luego de que el jefe anterior y su segunda al mando, Mabel Franco, presentaran su renuncia con el final del gobierno de Cambiemos, lo mismo que hizo Fabián Perroni, ex jefe de la Bonaerense.
Durante las semanas previas en donde los nombres de Hernández y Mato sonaban con insistencia, los altos mandos de la Federal apuntaban a un cierto consenso con ambos, hablaban con elogios, ninguno enrostraba legajos problemáticos o rencillas camarilleras. Todos los consultados coincidían en que su CV policial era más que suficiente. “Tipos derechos”, los elogiaban otros hombres con el saco cargado de distinciones.
Hernández, que ascendió a comisario mayor durante la gestión de Roncaglia, es definido como “un estudioso del delito", con un perfil operativo y altamente técnico: con 55 años, es licenciado en Ciencia Política y Gobierno, egresado de la UCES, con posgrados en Historia Política y en Estudios Estratégicos y Prospectiva. Encabezó el área de Custodias de la Federal durante el último año de acuerdo a su currículum online: previamente ocupó cargos estratégicos en Asuntos Internos y en el área de Inteligencia Criminal de la Superintendencia de Interior y Delitos Federales Complejos.
Su historia en la fuerza es larga: como cadete integró el “cordón de honor” que rodeó a Raúl Alfonsín en la ceremonia de asunción presidencial que marcó la vuelta de la democracia, según información difundida por el Ministerio de Seguridad.
Algunos en la fuerza y en el gobierno apuntaban a una supuesta buena estrella política, una cercanía histórica con el legislador Claudio Ferreño, cercano a Alberto Fernández. Cerca de Ferreño, sin embargo, niegan esa posibilidad de lobby. “Decisión del Presidente y de la ministra”, dicen en el Gobierno.
Osvaldo Mato coincidió con Frederic en varias ocasiones: en 2012, Mato fue parte del Centro de Entrenamiento y Doctrina Policial, que enfocaba a los policías en cuestiones de derechos humanos, un programa del Ministerio de Seguridad bajo Nilda Garré del que participó Frederic. Luego fueron parte de una conferencia en la UNSAM, el año pasado, con cuestiones como el uso racional de la fuerza.
El mes pasado, Frederic visitó el Cuerpo de Policía Montada en la calle Cavia: Mato, cabeza de las Fuerzas de Operaciones Especiales, del que dependen los grupos GEOF y GE-1, fue su guía de visita. La llegada de Frederic a Cavia tuvo una carga política significativa, el WhatsApp de los comisarios ardía con protestas contra el intento del Gobierno porteño de tomar los terrenos donde funcionaban varias dependencias de la Federal como el GEOF y venderlos, una mina de oro inmobiliaria. También fue una señal fuerza adentro, por así decirlo, a los que temían que un nuevo gobierno con un dejo progresista viniera a atacar a la Federal solo por portación de gorra.
Mato, un jefe altamente educado y entrenado, ex cabeza de la escuela Pirker de cadetes, enfrentó en 2016 un desafío significativo cuando le dieron el mando del Cuerpo de Prevención Barrial, la línea de control de la violencia en villas de emergencia como la 31 bis, la Cildañez y Ciudad Oculta, con una tasa record de homicidios por conflictos narco. Hoy, esos homicidios están en su punto histórico más bajo. Su designación y nuevo ascenso marcan la primera vez que un efectivo del GEOF llega a comisario general y a subjefe de la fuerza.
La creación de la Policía de la Ciudad y el traspaso de las 54 comisarías partió la historia de la Federal en dos: la convirtió en una fuerza dedicada a delitos complejos y le quitó a sus jefes el dolor de los problemas cotidianos, “ser la cara de la coima, de los quilombos y del mangazo al vecino”, dice un histórico. Así llegó una clave de la gestión de Roncaglia, convertir a la Federal en una policía netamente de investigación, desplegada en el territorio, para elevarle la tasa de respeto social. Días atrás, Sergio Berni decía a Infobae que heredaba una Bonaerense con un “92% de rechazo".
Quedan, por ejemplo, surfear los escándalos individuales que erosionan la imagen pública, queda verse bien en la foto democrática evitando los excesos corruptos y la represión feroz y queda el problema que las fuerzas federales hablaron por lo bajo en cuatro años de macrismo: la falta de plata, gestionar la seguridad nacional con pocos fondos. En el Gobierno hablan de otras situaciones, al menos 15 comisarios que podrían pasar a retiro, algo que viene incluido en el comienzo de cada ciclo.
“El desafío es, desde ya, el refinanciamiento de la fuerza para encarar lo que se viene, la inversión en tecnología, la Federal va camino a ser el FBI argentino, hay que concientizar al sistema judicial para eso, hay que crear agencias para los delitos complejos", apunta un oficial de muy alto rango. No es una mala estimación: el guión del delito en la Argentina, sea con drogas, sea con mafias, sea con bandas ultraviolentas del otro lado de la frontera, hace tiempo que está cambiando.
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