Sergio Berni, en la silla caliente de la Policía Bonaerense: “No tengo nada que ver con el progresismo”

El hombre fuerte de la seguridad kirchnerista define el mando de una fuerza policial de más de 90 mil hombres con un “92% de rechazo de la población”. Cajas negras, Asuntos Internos y la paradoja de las comisarías más llenas que nunca

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Entrevista completa a Sergio Berni - #TV

Sergio Berni juega con algo que parece un informe reservado en sus manos en el escritorio de su despacho de ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. “Le sacaron el motor a un helicóptero sanitario de la Provincia y se lo pusieron al de Vidal", asevera, con el informe enfrente: “El helicóptero, que era para la salud de los bonaerenses, está parado desde julio de 2016”. El nuevo ministro, asegura, no se toma un helicóptero para ir a trabajar. Es rápido para pegarle al gobierno predecesor. “Nos encontramos con lo que sabíamos que nos íbamos a encontrar”, asegura.

Se nota que lleva poco más de dos semanas en el cargo: su equipo todavía no tiene la huella digital cargada para los accesos computarizados en el viejo edificio de La Plata y todavía se aprende la contraseña del wi-fi. Su despacho no es como el de antes, el que tenía en sus días de gestión espectacularizada como secretario de Seguridad en Paseo Colón, a donde llegaba en moto y estaba rodeado de fotos viejas de Perón y de bustos y fotos de Néstor y Cristina Kirchner. Ahora hay otra estética del poder, apenas unas fotos del papa Francisco bajo un vidrio en una mesa que quizás ni sean suyas, que quedaron de antes.

Berni dice que ahora juega más al squash, que el karate le aburre, que se levanta a las 5:30 de la mañana y va a lo que llama su “oficina móvil”, una mezcla de camioneta y motorhome. Enfrente tiene el operativo Sol, 3600 policías movilizados a la Costa atlántica para un total de 12 mil efectivos, 1100 móviles, más de 100 comisarías con una sobrepoblación de presos de más de 4 mil detenidos que ya costó fugas y siete muertes en la 1° de Pergamino con policías condenados por el incendio. Y después están los cerca de 40 mil sumarios hechos por la Auditoría de Asuntos Internos en la gestión anterior, 13 mil efectivos que fueron apartados de sus uniformes, una situación tensa para los grupos de WhatsApp de las promociones de la escuela policial Vucetich, que se quejan por móviles rotos, por chalecos en mal estado, por municiones, y por los sumarios.

En total, se sienta a pedido de Axel Kiciloff en la silla principal de la fuerza de seguridad más problemática de la Argentina, más de 90 mil hombres a los que todavía le busca un nuevo jefe tras la renuncia del comisario Fabián Perroni. Es una paradoja, Berni. El progresismo pequeñoburgués y porteño solía considerarlo su límite estomacal dentro del ciclo kirchnerista anterior. Sin embargo, a la Bonaerense, o a ciertos sectores, Berni le gusta por su “perfil milico, de gendarme”, reconoce un histórico con gorra. Lo interpretan como algo conciliador. Quizás haya sido designado por eso.

Así, Berni, tras su paso por el Senado bonaerense, se balancea entre el garantismo y la rigidez en el segundo paso de alto perfil de su carrera. “Dentro de la ley, todo. Fuera de la ley, nada”, repitió en el acto aniversario de la Policía Bonaerense la semana pasada en el predio de la Vucetich, un acto que fue una suerte de asunción informal. La paradoja tiene un número. Berni dice que la Bonaerense tiene, de parte de la sociedad, un “92% de rechazo”.

-¿Cómo llega a este número?

-Son las encuestas que se hacen en torno a las fuerzas de seguridad, ranking que encabeza Gendarmería.

-¿Y qué nivel de aceptación tiene usted dentro de la Bonaerense?

-Acá no tiene nada que ver la aceptación que tenga o no un ministro de Seguridad, que es el jefe político de la fuerza, quien conduce desde una mirada de política.

-¿En qué estado encuentra el ministerio, financieramente?

-En la misma situación que la provincia, quebrada, endeudada, que aumentó su deuda fundamentalmente con acreedores externos. Cada vez que aumenta el dólar se nos hace difícil saldarla con un aparato productivo. Eso impacta en la recaudación provincial, por eso el gobernador está trabajando para generar los mecanismos para poner a la provincia en los carriles de la normalidad. Durante seis, siete meses no pagamos los proveedores. La semana pasada, un fabricante vino a buscar unos botes que el Ministerio vino a comprar para emergencias y que durante un año no pagaban. Así está la provincia.

Berni junto a su predecesor
Berni junto a su predecesor Cristian Ritondo, en el último acto por el aniversario de la Policía Bonaerense (Maximiliano Luna)

-Me habla de 92% de rechazo a la Bonaerense. ¿Qué hacer con una policía que la gente no quiere?

Lo que hay que hacer es transformar la práctica policial, llevarla a una policía profesional, que sea eficiente en el despliegue operativo, que logre una proximidad con el vecino que le dé una seguridad. Toda la energía del Ministerio va a estar puesta en profesionalizar a la policía

-¿Qué va a pasar con Asuntos Internos?

-Ya aceptamos la renuncia de quien estaba a cargo de Asuntos Internos, se ha mezclado intereses políticos importantes. Será la Justicia la que tendrá que llevar adelante las investigaciones en cuanto a diferentes irregularidades que existieron. A partir del lunes ya asume el nuevo auditor, seguiremos trabajando y cerrando aquellos expedientes que no tuvieron ningún sentidos. Cuando uno se encuentra que se abrieron 40 mil sumarios estamos ante un problema grave.

-Asuntos Internos fue una marca de la gestión anterior. Pero algunos hablaban de expedientes blandos para amigos y crucifixión mediática para los enemigos.

-En una semana no se pueden revisar 40 mil sumarios. Por eso ponemos mucho hincapié en la revisión de estos expedientes. Los que se haya que cerrar se cerrarán, los que haya que profundizar, se profundizarán.

-¿Hubo persecuciones innecesarias?

-Hay acusaciones cruzadas, en la que uno se tiene que mantener al margen y operar con objetividad. Lo único que puedo decir es que no tenemos compromiso con ninguno.

-¿El nuevo jefe de Policía?

-Voy a determinar al nuevo jefe una vez que vea a la cúpula trabajar. Ahí veré quién tiene no solamente las mejores condiciones de mando. Es una sumatoria. Cuando uno elige un jefe no lo hace con la lectura del legajo, por sobre todas las cosas hay que verlo trabajar, su capacidad de mando, de generar disciplina y orden y en ese sentido tomaré la decisión.

Obediencia: el ministro en el
Obediencia: el ministro en el último acto aniversario. (Maximiliano Luna)

Dicen que ya hay lobbies en marcha para recomendar candidatos, pero elegir un nuevo jefe de policía, históricamente, no ha sido tan sencillo. Depende de perfiles políticos, por ejemplo, los candidatos pueden perder la carrera por su cercanía a alguna figura del poder, también depende de avales externos, algunas nociones geopolíticas. Tienen que verse bien en la foto democrática, por otra parte: los jefes pueden irse de su cargo acusados de piantavotos, desgastados por fuego interno de funcionarios.

Por otra parte, del jefe de la Bonaerense puede depender cuán fuerte ruede la cabeza de un ministro. Las crisis de la seguridad en la provincia de Buenos Aires, con muertes de alto impacto para la opinión pública, con delitos que se investigan lento o no lo suficiente, con policías que matan chicos, pueden hacer tambalear una gestión, no solo de un ministro sino también la de un gobernador.

-Sabe que entra a un cargo donde las crisis de imágenes públicas son constantes.

-Mi preocupación es resolverle los problemas a los bonaerenses, no la imagen.

-Su gestión como secretario de Seguridad tuvo un perfil muy definido. Todos preguntan si vuelve “SuperBerni”, por así decirlo.

-Uno trabaja de acuerdo a lo que es. Soy cirujano y militar. Esto no es obra de teatro donde uno se adapta a pedido del director. Somos profesionales, no improvisados, en esa línea nos mantendremos.

-¿Cómo cree que lo van a tratar los medios?

-No tan bien como en la época de Vidal, no es una cuestión afectiva sino económica. El gobierno anterior ha tenido un blindaje mediático muy importante, que no fue por cuestiones ideológicas o afectuosas, sino por dinero. Yo terminé mi período de senador el 10 de diciembre. El ministro Lacunza reconoció en una reunión del Senado que la Secretaría de Medios de la provincia tenía el doble de presupuesto que investigación y desarrollo tecnológico. Ese blindaje no fue gratis, fue a base de pauta con medios y periodistas. Y no me da vergüenza decirlo.

-Otra crisis en puerta es la sobrepoblación en comisarías, 160% según el Tribunal de Casación Penal.

-Es complejo, muy complejo, no solo en comisarías sino en todo el Servicio Penitenciario Bonaerense. El gobierno que se fue no hizo nada en la materia. Nos dejan 4 mil detenidos en alcaldías, eso toma recursos, sacan de la seguridad ciudadana a mucho personal... Pero bajo ningún punto de vista vamos a dejar de detener porque no hay lugar en las cárceles.

-¿Se puede aplicar un criterio de oportunidad ante delitos menores? ¿O indefectiblemente se van a ampliar las comisarías?

-Nuestra obligación no es interpretar la ley sino hacerla cumplir.

-¿Le teme a otro Pergamino?

-No, porque para eso trabajamos. Claramente hay un alto riesgo, no es lo ideal. Estamos en una situación crítica, muy vulnerable, que hay que atender. Uno desde la función tiene que generar los mecanismos. Pero con una superpoblación así es difícil.

-¿Cree que su designación fue una señal de paz hacia ciertos sectores a la Policía? En el clima interno había un cierto miedo de que la llegada de un gobierno progresista le pegue a la Policía solo por portación de gorra.

-Yo soy peronista.

-¿Y eso qué quiere decir?

-Que no tengo nada que ver con el progresismo.

Video: Matías Arbotto

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