Daniel Casermeiro, el ginecólogo de la localidad cordobesa de San Francisco que estuvo desaparecido durante una semana, fue hallado muerto el jueves con un disparo en la nuca y algunas quemaduras en el cuerpo. Sus restos fueron vistos por un trabajador rural de 23 años en un pastizal al costado de la vieja ruta a Estación Luxardo, en cercanías del límite con la provincia de Santa Fe y de la zona de campos donde el domingo pasado había aparecido el BMW blanco que pertenecía al médico.
Llegar allí no es fácil y para hacerlo hay que conocer el terreno. Eso explica en parte por qué a pesar del gran operativo de búsqueda que montó la policía de Córdoba, el hallazgo fue producto de la casualidad y de la intuición de los perros del lugar, que estuvieron inquietos durante casi los siete días que el paradero del ginecólogo fue una incógnita.
Así por lo menos lo refleja el relato de Nelson Rovasio, el baqueano de 23 años que le avisó al destacamento más cercano que en medio de un maizal había un cadáver. Horas después se confirmaría que se trataba de Casermeiro, pero el joven a esa altura no lo sabía. Simplemente vio las piernas del cuerpo, se dio vuelta y llamó a la policía. Minutos después la zona fue invadida por un “ejército de efectivos” y sin quererlo, se había convertido en un protagonista clave de la historia que hasta entonces había mantenido en vilo a todo el país.
Al joven le llamaba la atención que no se hubiera podido dar con el médico todavía pero jamás se imaginó que estaba tan cerca del cadáver. Sí había notado en los últimos días que existía más tránsito en el área e incluso que los perros ladraban más de lo común. La tarde del jueves salió a buscar algo de leña y la perra que siempre lo acompaña comenzó a dirigirse hacia el lugar donde estaba Casermeiro. Su olfato apuntaba a un solo lugar y Nelson la siguió confiado en la intuición del animal. Segundos después vino el horror y el joven trabajador rural encontró los restos del médico desaparecido.
“Había muchos vehículos que nunca se vieron por acá. A la tarde salí caminando con los perros y vine para este lado a buscar leña. La perra encaró cuando llegamos a esta zona y ahí le veo la parte de las piernas al cuerpo. Pegué la vuelta, llamé a la Policía y en 10 minutos estuvieron acá”, relató Rovasio al diario local La Voz de San Justo.
El impacto que le produjo la escena fue fuerte. De hecho, después de avisar al destacamento llamó a su papá para que le acercara la medicación que toma porque sufre de crisis nerviosas y semejante hallazgo era suficiente motivo para ocasionarle alguna. “Fue un susto bastante grande encontrarlo de golpe. De las piernas para arriba estaba quemado y en descomposición. Lo que me llamó la atención fue el olor y que el perro encaró, el olor era fuertísimo y diferente”, contó el joven.
Lo más extraño que había notado fue la actitud de los perros los últimos días. “No se sentía olor desde el campo pero los perros venían toreando y se metían al maíz hacía tres o cuatro noches. Subí a los silos pero no se veía nada raro”, continuó el baqueano con su relato. De pronto, cuando llegó para cortar la leña un viento le acercó el olor nauseabundo del cadáver, siguió a su perra y encontró a Casermeiro.
“Yo primero entré a la parte del maíz y cuando pegué la vuelta (donde se ve soja también) empezó a ladrar la perra, la seguí y lo encontré pero había pastos de 1.20 metros de alto”, aclaró. La grotesca escena le quedó grabada y describió algunos detalles del cuerpo. Según dijo, el ginecólogo llevaba un pantalón de jean azul oscuro, zapatillas, cinto y camisa blanca. Además -señaló- presentaba un avanzado estado de descomposición y parecía calcinado. Los resultados de la autopsia, según indicó a Infobae una fuente con acceso al expediente, mostraron que las quemaduras eran leves y que la causa de muerte fue la ejecución en la nuca.
Algunas horas después, Rovasio contó todos los detalles a la Justicia y después retornó a su vida de campo normal, atento a las novedades del caso que había ayudado a desentrañar. “Cuando fui a la Policía a hacer la declaración me dijeron que me llamarían para ir a tribunales, estarían sus hijos me explicaron. Y la llamada sería para declarar otra vez porque es un cuerpo lo que encontré, ahora hay que esperar a ver qué pasa”, concluyó.
Tras el hallazgo de los restos del ginecólogo, la policía detuvo a un hombre identificado como Gerardo Gette, quien se encontraba en uno de los domicilios que ya habían sido allanados en los inicios de la investigación. De acuerdo con las fuentes, el móvil del brutal crimen sería una deuda. Según supo este medio, al parecer el sospechoso le debía una importante cantidad de dinero a Casermeiro y como el médico le exigió el pago inmediato, no tuvo mejor idea que asesinarlo de un disparo. “El imputado es conocido de la víctima”, reveló el fiscal de la causa, Bernardo Alberione, quien imputó al acusado del delito de homicidio calificado. “Lo mató a traición”, dijo el funcionario judicial quien adelantó que indagará al sospechoso el próximo lunes.
El ginecólogo había sido visto con vida por última vez el jueves 19 de diciembre, cerca de las 10, cuando abandonó su clínica aún cuando tenía pacientes en lista de espera. De acuerdo con su entorno, antes había ido al banco, del que retiró de una caja de seguridad lingotes de oro, joyas, 800.000 pesos y algunos dólares, para una presunta operación inmobiliaria. Tres días después, los investigadores hallaron su automóvil intacto, con todo el millonario botín que había extraído del banco en su interior, por lo que se descartó casi por completo que se haya tratado de un robo. Ahora todo apunta que se trató de un crimen por una deuda. Un móvil económico.
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