A 4 años de la triple fuga: los peligrosos y ocultos planes que no pudieron cumplir los delincuentes

El 27 de diciembre de 2015, los hermanos Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schillaci se fugaron de la cárcel de General Alvear. Condenados a perpetua por el triple crimen de los empresarios de la efedrina, fueron perseguidos por mil policías y balearon a dos oficiales. El diario íntimo y los detalles de un escape que mantuvo en vilo a todo el país

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Martín Lanatta cuando fue atrapado
Martín Lanatta cuando fue atrapado por la policía luego de la fuga

Adentro o afuera los iban a matar. Si se quedaban, un falso motín tenía como misión eliminarlos. Si se iban, un complot siniestro tenía el mismo fin: asesinarlos. Pero de la nada les apareció una propuesta que podía salvarlos. Escapar de la prisión.

A cuatro años de la famosa triple fuga de la cárcel de General Alvear, ocurrida el 27 de diciembre de 2019, los hermanos Martín y Cristian Lanatta y su amigo Víctor Schillaci aseguran eso.

“Era morir o escapar y escapar también podía llevarnos a la muerte. Estamos vivos de milagro”, dice Martín Lanatta desde un teléfono del penal de Ezeiza.

Pese a que tiene 5 condenas en su contra, una de ellas a perpetua por el triple crimen de la efedrina (sucedido el 7 de agosto de 2008 y cuyas víctimas fueron Sebastián Forza, DamiánFerrón y Leopoldo Bina), Lanatta se mantiene optimista. “Sé que algún día se impondrá la verdad. Y si acá no la quieren ver, la verán los organismos internacionales”, le dice a Infobae.

Cristian Lanatta y Víctor Schillaci
Cristian Lanatta y Víctor Schillaci fueron detenidos el 11 de enero de 2016

Desde el día de la huida, durante dos semanas estuvieron a la deriva, pero armados. Desde Buenos Aires y hasta Santa Fe, robaron autos, camionetas, tomaron rehenes y se tirotearon con gendarmes y policías. Los detuvieron el 11 de enero de 2016, después de una cacería de la que participaron mil policías.

Pero ahora Infobae saca a la luz tres planes que no pudieron cumplir los fugados. El primero: disfrazarse de médicos para que Schillaci, que acaba de ser padre, pudiera ver a su hija. El segundo: llegaron a pensar en ir a buscar y vengarse de un poderoso hombre al que acusaron de planificar una “masacre” contra ellos. El tercero: si no eran detenidos, pensaban tomar una comisaría, reunir más armas y llegar hasta Buenos Aires.

“No hicimos ninguna de ellas porque en el camino chocamos, nos íbamos quedando sin fuerza y la sed fue nuestro peor enemigo”, dice Schillaci.

Diario de una fuga

En una especie de diario que llevó de esos días, en cuadernos Gloria de tapa blanda, Lanatta escribió:

“Los guardias y superiores nos equiparon para poder huir. Hasta fabricamos armas de juguete. Otra no nos quedaba. Pero lo peor es que había un plan para llevarnos a un lugar alejado y boletearnos. Es decir, fugamos y anduvimos sin rumbo. Llegamos estar ocultos en un monte de Santa Fe, adentro de una camioneta. Dormíamos abrazados a nuestros fusiles. Víctor al volante, mi hermano en el asiento de acompañante y yo atrás, con más armas que ellos. Estaba tan compenetrado en la ferocidad de la supervivencia, que por esos días si me hubiese mirado en el espejo habría sentido el impulso de disparar. Era tremendo pensar todo el tiempo que nos buscaban casi mil policías”.

El plan que Lanatta hizo
El plan que Lanatta hizo en la cárcel para fugarse y hasta construir armas de madera quedó prolijamente anotado en un cuaderno

Sobre la fuga de la que se cumple otro año, Lanatta analizó: “El plan era matarnos. Nos sacaron de la cárcel para eliminarnos. En Alvear las autoridades penitenciarias nos dieron hasta ropa de guardias. Y construimos las armas de madera. Había que esperar el 26 de diciembre y preparar todo. Así fue, llegaba el día, teníamos la réplica del arma lista, estábamos asombrados de lo bien que había quedado. Le puse una correa para colgármela y dos armas de tipo Glock. Esperamos que llegara la noche y cenamos liviano. No pasaban más las horas, pero llegó, vendría el recuento de las 2 de la mañana. Nos pusimos los tres en mi celda esperando al oficial. Dejé la cortina puesta, cuando la corrí lo sorprendimos, mi hermano y Víctor lo sujetaron, yo le mostré el arma de utilería. Hizo que se calmaba y empezó una feroz resistencia y quiso gritar por auxilio. No me quedó otra que pegarle un golpe de puño, lo hago cerca del ojo y cae de rodillas. Pudimos reducirlo. Empezó a sangrar, se le había hecho un corte, no calculé, serían los nervios, pero ofreció mucha resistencia. Por fin lo pudimos atar, ya teníamos todas las indicaciones para salir”.

El plano que armaron para
El plano que armaron para planificar la fuga

El hecho más grave cometido por el trío fue cuando dispararon a Fernando Pengsawath y Lucrecia Yudati, en ese entonces de 24 y 35 años, los dos policías bonaerenses que el 31 de diciembre de 2015 estaban apostados en un puesto policial a tres kilómetros de Ranchos.

El sueño de Yudati es volver a la Policía. Pero en los últimos años fue operada más de 70 veces. Aquella madrugada de terror sufrió dos balazos en cada pierna.

“Cuando se acerca esta fecha, sueño con Lanatta y con su fusil rompiéndome el pie”, confiesa Yudati.

Su compañero, Pengsawath, estuvo un mes en coma. “Lanatta se me apareció en pesadillas, eso es aterrador”, revela el policía que recibió un balazo en el abdomen y antes de ser trasladado al hospital le susurró a su compañera: “Me muero”.

Los policías bonaerenses Lucrecia Yudati
Los policías bonaerenses Lucrecia Yudati y Fernando Pengsawath baleados por los prófugos

“La intención no fue matarlos, pero no confiábamos en nadie, y menos en policías. No les tiré a matar, lo mismo que al gendarme. Lamento mucho los daños que sufrieron y es algo que no me enorgullece. Es como si a nosotros nos hubieran sacado de una jaula para correr mientras nos seguían, en una especie de juego de la muerte”, afirma Lanatta.

Los policías piensan todo lo contrario. “Nos tiraron a matar a sangre fría”.

La triple fuga conmocionó a la sociedad. A la distancia, Lanatta la ve como lejana, como si él no hubiese sido uno de los protagonistas de ese caso mezcla de western, road movie y violenta película de acción.

A los tres fugados los
A los tres fugados los persiguieron mas de mil policías

Crónica TV fue un desfile de placas insólitas: “Ni se le ocurra ir al baño”, “Pida más pochoclo que sigue la película”, “Los prófugos tiran más tiros que Vicuña”, “Juegan a las escondidas”, “Son más duros que Bruce Willis”, “Preparen, apunten”, “Empezaron los tiros”, “Té para tres”, “Confirmado, los tres mañana no almorzarán con Mirtha Legrand”, “De Rambo a Cayastá”, “El trío más mentado".

”Mientras nosotros nos jugábamos la vida, toda la gente seguía la fuga como una película o novela de la tarde", dice Lanatta.

De hecho un productor cinematográfico está interesado en llevar la historia al cine. Para la Justicia está claro que a los 3 delincuentes los dejaron escapar. Ignoran el móvil. No les cierra la versión de Lanatta: “Me dijeron: ‘te quieren muerto, pero si te vas, te van a conseguir un helicóptero y un millón de pesos'”.

Según Lanatta, su acusación al poder político por el triple crimen de la efedrina originó lo que él y sus dos compañeros llamaron cacería.

Martín Lanatta, Víctor Schillaci y
Martín Lanatta, Víctor Schillaci y Cristian Lanatta

En 2012, los Lanatta y Schillaci fueron condenados a perpetua porque la Justicia consideró que fueron los autores materiales de los asesinatos mafiosos de Ferrón, Forza y Bina, quienes se habían vinculado con un grupo de mexicanos que querían efedrina para fabricar drogas sintéticas.

Lanatta reconoció que estuvo en una “fase previa” a lo que fue una venganza contra las tres víctimas, pero jura que ni él ni sus compañeros secuestraron y mataron a los tres empresarios.

“Esos días de fuga fueron una locura, desde caminar por la peatonal de Santa Fe con gorritas sin que nadie nos reconociera a armar una camioneta falsa de Gendarmería. Estamos vivos de milagro... de puro milagro”,. insiste Lanatta, como si todo hubiese sido una pesadilla que no quiere recordar.

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