El martes pasado por la mañana, luego de 9 meses de vivir prófugo con una recompensa de un millón de pesos sobre su cabeza, Marcelo Uscheroff, más conocido en el conurbano político como Marcelo Locatti, apareció junto a su hijo Julián en los tribunales de Comodoro Py. El juez federal Sebastián Casanello y el fiscal Franco Picardi los esperaban.
Uscheroff padre, dicen en Comodoro Py, no negoció entregarse, su abogado pidió su exención de prisión sin éxito. Su búsqueda fue intensa: el hombre, que sufre una afección cardíaca, iba a operarse dentro de poco, un cinturón gástrico, Picardi pidió allanar las farmacias donde compraba su medicación, allanó los domicilios de sus familiares. Eventualmente, Uscheroff no aguantó. Su abogado actuó de heraldo ante Picardi y Casanello: “Se entrega”, anunció. No hizo pedidos, no hizo requerimientos. Solo caer en paz.
Así, los arrestaron a ambos y los enviaron a las celdas de la alcaldía en la planta baja de los tribunales de Retiro, a la espera de remitirlos a algún penal. Julián, de 34 años, fue acusado de ser el cómplice de su padre.
Luego, Uscheroff fue indagado. Allí, en una silla dura, habló cándidamente sobre su vida política. De 55 años, dedicado al menos en los papeles de la AFIP al negocio inmobiliario, vinculado al mundo del box a través de una SRL y con intereses en una sociedad anónima dedicada en teoría a la radio, contó cómo llegó a ser director de asuntos institucionales y representante municipal ante la Dirección Provincial de Personas Jurídicas del municipio de Tres de Febrero desde 2016, cargo al que renunció en enero de 2018. Dijo que llegó a presidir dos veces a la UCR en esa localidad y que compitió como precandidato a intendente de Tres de Febrero en la interna de Cambiemos de 2015, para luego perder. Usó el nombre “Marcelo Locatti” para esa carrera, un nombre artístico que usaba, según él, hace años.
Ayer por la mañana, Casanello procesó a Uscheroff y a su hijo con prisión preventiva, con un fuerte embargo de 145 millones de pesos. Los acusó de ser proxenetas de alto orden, co-autores penalmente responsables del delito de trata de personas con fines de explotación sexual, con al menos 65 mujeres encontradas en redadas que ocurrieron desde 2013 en cinco bares porteños. Los Uscheroff nunca dieron la cara en los negocios. Casanello usó un eufemismo al menos ilustrativo para describir a Uscheroff padre en su procesamiento: “hombre de atrás”.
Había otros cómplices, Norberto Medina y su hijo Jonathan, quienes serían, básicamente, los hombres de enfrente, identificados en la causa, con negocios de larga data con “Locatti”, o Uscheroff: alquileres de inmuebles, venta de vehículos.
Había, entre todos los prostíbulos, uno en particular, llamado Lola, con paredes negras y posters alusivos y un patovica fornido en la entrada, sobre la avenida Alberdi en Flores.
Una de las denuncias que recibió la PROTEX, que intervino en el caso, habla particularmente de Lola.
Fue recibida por la línea 145, data de marzo de 2017, habla de un formato de whiskería en el lugar, con entradas de mil pesos, consumo de copas caras y pases sexuales en un hotel a pocos metros. Ex trabajadoras sexuales regenteaban la barra. Otra denuncia habló de Lola también: mujeres forzadas, horarios desde las 22 hasta las 7 de la mañana, pagos a la caja y “el jefe” que llega para llevarse la mitad de lo que ganan mujeres de entre 23 y 25 años. Habla de “terror a los dueños” que tienen “mucho poder”.
Uscheroff padre e hijo negaron los cargos, hablaron de negocios lícitos con Medina, pero no de regentear prostitución, no de pisar Flores al menos desde 2012, año en el que el juez Carlos Bruniard ordenó allanar el lugar. A “Locatti”, por ejemplo, entrar desde Paraguay en agosto de 2008 con una mujer que tenía como domicilio la dirección de uno de los prostíbulos. “Locatti” aseguró que esa mujer fue su pareja. “Los Medina sacaban chapa con un tal Locatti”, dice otro testimonio. Hay coincidencias en la causa, contratos de locación con mujeres que supuestamente actuaron en nombre de los Uscheroff.
El fiscal Picardi, por lo pronto, no le cree a “Locatti”. La cuestión de su patrimonio y el árbol con múltiples ramas de su negocios se convierten en cosas preocupantes.
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