K.L, la mujer de La Tablada acusada de ser la madama detrás del escándalo de la prostitución de promotoras en el automovilismo, dio una nota una vez para un portal. Fue en febrero de 2018, cuando la Formula 1 anunció a nivel mundial que ya no tendría promotoras en sus boxes, chicas en ropa adherente, un decorado vivo.
K.L, de 44 años, decía ser “jefa de promotoras” en esa nota, manejaba su propia agencia. Aseguró que la prohibición en la Fórmula 1 le parecía “poco ética”. “No creo que trascienda acá, menos en el autódromo, el TC, el TN y el TC 2000 quieren a las promotoras. Las personas tienen que laburar, no me parece nada bueno y me entristece”, afirmó K.L en el artículo.
Había llamado a la agencia con su propio nombre y apellido, monogramado en los muslos de los vestidos cortos de las chicas en el circuito: la regenteó durante cinco años, al menos desde 2014. Sus promotoras fueron una constante en diversos eventos del automovilismo, en distintas categorías, paradas en las carpas tipo gazebo de los playones de estacionamiento junto a los motorhomes de los equipos y corredores.
A mediados del mes pasado, K.L trabajó en su última carrera, la final de la categoría Turismo Nacional en el autódromo Fangio de Rosario, a la que fue con su chofer, Fabián, un hombre de Avellaneda de 53 años. La división Trata de Personas de la Policía Federal llegó para arrestarla a ella y a su asistente.
Cuando terminó la jornada, 15 promotoras declararon con las psicólogas y especialistas del Programa Nacional de Rescate. K.L y Fabián tuvieron sus teléfonos intervenidos durante meses en una causa a cargo del juez Rodolfo Canicoba Corral con la Secretaría Nº12 de su juzgado, el fiscal federal Franco Picardi y la PROTEX, el ala de la Procuración dedicada a investigar delitos de trata de personas con los fiscales Marcelo Colombo y Alejandra Mangano. Dos denuncias anónimas que recibió la PROTEX en 2018 fueron lo que llevó a su caída.
Las pruebas, más de 110 CDs de conversaciones pinchadas por una máquina judicial que acumulan más de 8 mil horas, hablaban de sexo por plata y sometimiento, de chicas reducidas a “autitos” según su jerga, de apetitos que había que saciar, especialmente los de un hombre mayor, R.O, “El Papu”, “El Viejo”, empresario de 77 años, reconocido en su rubro, con una concesionaria en Pilar que ostenta desde hace décadas la licencia oficial de una de las marcas más prestigiosas del planeta. El logo de esa concesionaria era recurrente en las calzas y los paraguas que vestían las chicas de la manager. “El Papu” parecía ser alguien respetable, visto de lejos, un pilar de la comunidad. De vez en cuando aportaba con materiales para arreglar las instalaciones de la comisaría local.
No llegó a la carrera en Rosario. Su avión privado se descompuso. “Mirá qué lindas que están las chicas, qué bien les quedan los uniformes”, le habría dicho K.L por videollamada esa tarde al empresario, mostrándole el plantel.
La Federal arrestó al empresario en su casa del country Ayres de Pilar ese mismo domingo: estaba acusado de ser el financista de la prostitución de las promotoras, de aprobar qué chica trabajaba y quién no, de tener sexo con ellas en una frecuencia regular. Se encontró esa misma noche con K.L y con Fabián en una celda de la central de la PFA de la calle Madariaga en Villa Lugano. Pasaron la noche ahí y fueron trasladados a Comodoro Py con una bolsa negra en la cabeza.
Declararon. Negaron todo.
El juez Canicoba Corral liberó al empresario y a la presunta madama bajo una caución real de $25 mil. Canicoba Corral razonó para firmar la excarcelación de K.L que la pena máxima por la imputación no superaba los ocho años, que la manager acusada de proxeneta no tenía antecedentes penales y que ya tenía su teléfono incautado; aseguró además que las víctimas ya habían hablado.
El fiscal Picardi, con el caso de prostitución VIP en el automovilismo argentino más resonante y paradigmático de los últimos años en sus manos apeló la excarcelación de la supuesta madama. Lo hizo el 22 de noviembre y en términos fuertes. Para el fiscal federal, la decisión de Canicoba provocaba “un gravamen irreparable” a la investigación, con la libertad de la presunta madama que “podría poner en riesgo el descubrimiento de la verdad”.
K.L tenía una página de su “agencia de publicidad” en Facebook, con gran cantidad de fotos. En esas imágenes se veía el logo de la concesionaria de “El Viejo” en la ropa de las promotoras. Esa url ya no existe.
La verticalidad en la agencia era absoluta, de acuerdo a la acusación de Picardi: se hacía lo que la madama decía en base a lo que el empresario quería, con una suerte de veto sexual final. Picardi descubrió a través de las pruebas que negarse a tener sexo por plata como mínimo les traía a las promotoras consecuencias de ser desvinculadas de los trabajos. Había amedrentamientos, “una relación de poder abusiva y desigual”, definió Picardi, donde no hacía falta encerrar en una pieza a nadie de acuerdo al manual usual de la trata de personas. “Las personas tienen que laburar”, decía K.L en 2018. Sus chicas eran mujeres jóvenes, vulnerables, que necesitaban el dinero.
Así, la manager controlaba su destino económico. Es paradójico: en las redes se mostraba con ellas en fiestas, en viajes, en restaurantes, en selfies con corredores, festejando sus cumpleaños con orejas de conejita de Playboy.
Las promotoras, consideró Picardi, tienen que declarar en el contexto de una cámara Gesell, filmadas para que sus testimonios no deban ser repetidos innecesariamente, alejadas del lugar donde fueron identificadas, algo que considera elemental para la causa. El fiscal todavía espera la extracción de los teléfonos incautados. Mientras tanto, las entrevistas del Programa de Rescate se vuelven una prueba central.
“Te pagan tan poco que para tener otro sueldo te ofrecen prostituirte”, aseguró una. “Era sabido”, que el empresario le pedía mujeres a K.L para tener encuentros sexuales, aseguró otra. "Si necesitás más plata podés hacerlo. Fuentes de la causa hablan de al menos un encuentro semanal. Podía pagar 10 mil, 15 mil pesos por la chica que eligiese. Las chicas detestaban particularmente las videollamadas de K.L con “El Viejo” para mostrarlas, como si fuesen ganado en Liniers. “No tenía que filmarnos para mostrarnos a nadie”, declaró una de ellas.
Había regalos, aunque bajo ciertos términos. Una de ellas recibió 200 dólares, de acuerdo con las escuchas, aunque no tuvo sexo con el empresario. Su manager le advirtió: “Más te conviene que te agarres esta semana que me voy a Bahía Blanca porque olvidate que no te pongo este fin de semana en el Mouras”.
La causa del Fangio en Rosario resuena por un motivo obvio: presunta prostitución de precio alto a metros de los motorhomes, con una madama con un staff de jóvenes sometidas y un empresario fácilmente reconocible en el lado norte del Gran Buenos Aires. Pero hay variantes más crudas a lo largo del país. La PROTEX mide el fenómeno en sus informes hace varios años, contabilizó casos desde 2014 en la categoría Turismo Carretera, en el Super TC 2000, en los autódromos de Concepción del Uruguay y Santa Rosa, en los gazebos y en las carpas donde duermen los espectadores, casos con “planteles” de hasta 16 mujeres y proxenetas detenidos, con prostitutas callejeras y regímenes de pases intensivos, “30 por noche”, marcó un expediente de 2014. Las mujeres, en algunos casos, no manejan su dinero, entran en deudas draconianas con sus cafishos.
En uno de los sitios de videos sexuales más visitados del planeta, una promotora se prostituye detrás de una bandera de Ford que flamea al viento. La bandera es una suerte de pared en una carpa de hinchas del equipo. La joven, desnuda, de poco menos de 25 años, tiene sexo con un joven que apenas se baja los pantalones hasta los muslos, sin hacer mucho esfuerzo. Otro hombre pasa junto a ellos en calzoncillos y medias. Otro, echado al piso, empieza a cantar, “dale, dale, dale Ford”. Hay otra mujer en la escena, que recoge su ropa y se va. Se escuchan los motores de los autos que pasan, la carrera parece ser lo de menos. Lo único que divide a la escena del resto del evento es, precisamente, la bandera de Ford, un trapo de tela al viento. El piso es de polvo. Todo es precario y deprimente. Un epígrafe a la escena dice: “TC - Comodoro Rivadavia”. Data de, al menos, tres años atrás.
El video, de dos minutos de duración, fue posteado en el sitio en diferentes ocasiones, acumula más de cinco millones de visitas hasta hoy. Hay quienes hacen comentarios, preguntan por el nombre de la chica. Otro asegura desde el anonimato, como haciéndose el vivo o el gracioso: “Ahí, gratis no está”.
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