Una leyenda ancestral refiere que todo asesino lleva la huella de su crimen en la cara. Cuando a Fabián Tablado le preguntan sobre lo que hizo el 27 de mayo de 1996, su expresión atraviesa una especie de mutación gestual. Su mirada es otra, mueve la boca como si tuviera un tic nervioso, se pone colorado, tartamudea. Ese día, hace 23 años, mató de 113 puñaladas a su novia Carolina Alo, de 16 años, en una casa de Tigre. Por ese femicidio, uno de los más bestiales de la historia argentina, la Sala III de la Cámara Penal de San Isidro lo condenó a 24 años de cárcel en 1998.
“Para mí fue ayer, siento que quedé estancado en el tiempo. Tengo más presente el pasado que lo que pasó hace horas. Encima el 4 de junio ella cumplía años. Son fechas especiales. Se remueve el pasado. Es algo que queda tan grabado que te corroe y te pone de una manera que no sabes si estás viviendo o estás durando”.
Eso decía a Infobae Edgardo Alo, padre de Carolina, hace casi dos años atrás.
Hoy al mediodía, Edgardo se sentaba en un pasillo de los tribunales de San Isidro a las puertas del Juzgado de Ejecución Penal Nº1. Esperaba que el juez Alejandro David lo recibiera para darle explicaciones. Se había enterado por un periodista que Tablado sería finalmente liberado por decisión del tribunal. A Tablado se le había sumado una nueva condena en 2012, dos años y medio por amenazar a su ex pareja, la madre de sus mellizos. La aplicación del 2x1, vigente al momento de su condena por matar a Carolina, le dio la libertad.
El 28 de febrero de 2020, de acuerdo a la agencia Télam, Tablado saldrá a la calle, dejará su celda en el penal Nº21 de Campana.
En aquella entrevista, Edgardo recordó cada detalle de ese día del crimen, como si el horror hubiese ocurrido hace solo unos minutos. “Ese hecho aberrante que arruinó mi vida para siempre. Recuerdo la ida y vuelta al colegio para ver si Carolina había salido porque se demoraba y la esperaba en casa. Recuerdo haber tenido la intuición de pedirle a mi cuñado que me acompañara a la casa de la lacra (Tablado). Y encontrar muchos patrulleros en la puerta y una ambulancia. Recuerdo que entré y vi a la madre de la lacra. Se sorprendió al verme. Le pregunté qué había pasado y me respondió: “Nada, nada”.
"Luego sale un hombre de sobretodo, me abraza y me empieza a sacar. “Pasó una tragedia”, me dice. Le pregunté qué tipo de tragedia. No se animó a decirme nada. Me di cuenta de que algo había pasado con Carolina, pero nadie me lo decía. Después escuché que un perito dijo: “Conté hasta 80 y no pude contar más”. “¿80 qué?”, le pregunté. Me pidió perdón, no sabía dónde meterse. Terminé viendo todas las fotos del día del horror. Viví esa pesadilla y cargo esa mochila hasta hoy”, continuó Edgardo.
Tablado pasó los años de su condena en el Unidad 21 de Campana, en el pabellón evangelista. Durante años pidió salidas transitorias que al principio le fueron rechazadas. Luego consiguió salir hasta cuatro veces a la semana. “Dije que iba a ser su sombra, se lo prometí a mi hija: llevo más de dos décadas recorriendo los tribunales para que no salga. Hasta dejé mi trabajo en una inmobiliaria. El caso de Carolina fue una bisagra. Se empezó a cambiar la mirada con respecto a estos hechos, que eran catalogados como ‘dramas pasionales’ o de ‘emoción violenta’. Además tenía que haber una relación de cónyuges entre el asesino y la víctima para que le dieran perpetua al femicida. Eso cambió”, dijo Edgardo.
El padre de Carolina rememoró que en los 90 no se hablaba aun de femicidio. “No existía esa palabra. Pero la sociedad mejoró en ese sentido. Ahora el 27 de mayo es el Día de la prevención de noviazgos violentos. Es una bendición que hayan cambiado muchas cosas. En eso fue decisivo el movimiento de Ni Una menos”.
Así, Edgardo creó la Fundación Carolina Aló para asistir a víctimas de violencia de género. “Hay abogados, psicólogos y psiquiatras trabajando en forma gratuita. Todos parecen estar en contra de la violencia machista, pero cuando uno golpea puertas de los funcionarios, no se abren tan fácilmente”, dice Aló.
En todo femicidio hay una foto simbólica de la víctima, donde suele vérsela llena de vida. En el caso de Carolina es la foto en la que aparece sonriente, con trencitas y llena de energía.
“Es la única foto que me queda. Las otras desaparecieron. En esos días creo que los periodistas se las llevaron en busca de la exclusiva y no las devolvieron. Uno siente que pierde todo, pero hay una parte de Carolina que nadie podrá matar nunca”, contó con dolor.
—¿Para usted la justicia benefició a Tablado cuando lo condenó en primera instancia?
—Eso está claro. El fallo fue vergonzoso. El único juez de la Sala III de la Cámara Penal de San Isidro que votó por la reclusión perpetua fue Fernando Marotto. Sus colegas Fernando Mancini y Margarita Vázquez, que opinaba como Marotto y se dio vuelta, dijeron que se había tratado de un homicidio simple, sin alevosía ni ensañamiento. La Justicia le dio a mi hija la puñalada 114.
Las salidas transitorias de prisión
Hace ocho años, la Sala III de la Cámara Penal de San Isidro le concedió a Tablado el beneficio de las salidas transitorias por haber completado dos tercios de la condena a 24 años que le aplicaron en 1998. Llegó a dejar la cárcel cuatro veces por semana, para luego volver.
Más allá de haber matado a una mujer, en prisión Tablado recibió cartas de jóvenes que querían conocerlo. Con una de ellas, que además era vecina suya, se casó y tuvo mellizos. La ceremonia fue el 24 de septiembre de 2006 en la cárcel de Florencio Varela. El asesino se ocupó de cocinar la torta. Solía escribirle cartas de amor y dibujarle ositos cariñosos a su mujer.
Pero la relación con Roxana, una mujer que tenía 12 años cuando ocurrió el femicidio, pasó del idilio a la oscuridad. En 2014 se separaron porque Tablado la maltrataba.
“Todo esto es mentira, quieren hundirme”, dijo el femicida una vez al autor de esta nota. En ese entonces, en Facebook, se habían creado dos grupos antagónicos. Uno se llama “No a la libertad de Fabián Tablado”, que tenía 750 seguidores. El otro, “Sí a la libertad de Fabián Tablado”, era seguido por 12 personas. En Tigre apareció un pasacalle con esta frase: “Cuidado: asesino peligroso suelto”.
Tiempo después, la Justicia Contravencional de San Isidro condenó a Tablado, ya de 38 años, en un juicio abreviado a dos años y medio de prisión por amenazas y maltratos psicológicos.
Según se probó, Tablado amenazó de muerte a su ex mujer Roxana López, una maestra con la que tuvo mellizos, y a su suegra. Esa condena se sumó a los 24 años que cumple por haber matado a su novia Carolina Aló.
“Este miserable no cambia", decía Edgardo Aló: "Ya amenazó a mucha gente, a su pareja, a otra novia que tuvo, a su suegra, a mí también me dijo que me iba a matar. Con lo que le hizo a mi hija debería haber sido condenado a perpetua. La sociedad cambió. En Tigre, no olvidaron y lo siguen llamando ‘chacal’”.
—¿Habló alguna vez con él después del femicidio?
—Nunca quise. Es una lacra que sólo maltrata mujeres, incluso a su madre. Nunca enfrentó a un hombre. Que nadie se sorprenda si cuando sale vuelve a matar a una mujer. De hecho le mandó una carta a una novia que tuvo en la que decía que quería volver a matar porque le daba adrenalina, y que quería volver a experimentar el crimen. Él se hizo cargo de esa carta y dijo: “Fue un momento de bronca”. Siempre dice lo mismo.
Qué dice el asesino
“Mi ilusión siempre fue formar una familia. Estoy arrepentido de lo que hice. Admito que muchas mujeres me escriben cartas y quieren conocerme. Yo sólo quiero ser feliz, ya pagué por mi error. Cambié, soy un hombre nuevo. Nunca más voy a maltratar a una mujer. Estoy muy arrepentido por el daño irreparable que causé. Sólo pienso ofrecer amor”, le dijo Tablado hace seis años al autor de esta nota.
Luego preguntó:
—¿Cómo van a titular la nota?
—¿Por qué lo preguntás?
—Me gustaría que pongan: “La nueva vida de un hombre que pide perdón por su error”.
Pero Tablado sabía que siempre iba a ser el asesino o femicida de las 113 puñaladas, que no habría título posible sin marcar el horror de su acto criminal.
Cuando hace años fue escrachado y le negaron las salidas transitorias, le dijo a su familia que quería radicarse en otro país.
Los peritos que lo analizaron concluyeron que "Tablado tiene una personalidad estructurada de modo psicopático, con una débil internalización de los límites, con rasgos narcisistas, egocéntricos, sobrevaloración de sí mismo y manipulación del otro".
Después de matar, Tablado se casó. Al separarse, se puso de novio con otra mujer. “A ese pibe le llagaban las cartas de amor en carretilla”, dijo una vez Carlos Eduardo Robledo Puch, el ángel de la muerte que mató a once personas en 1972.
“Nunca va a dejar de ser asesino", aseguraba Edgardo Aló: "No hay que olvidar que Tablado golpeaba a Carolina desde mucho tiempo antes del femicidio. Tenía planeado matarla. ‘Si no sos mía, no vas a ser de nadie’, le dijo. Y tuve que escuchar en el juicio que su defensa dijera que tuvo un ataque de epilepsia y perdió la razón. Una falsedad gigantesca. La mató durante 15 minutos, sin arrepentirse. Usó dos Tramontina, una cuchilla y un punzón. No fue una máquina que entró en cortocircuito”.
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