Hoy por la mañana, el líder piquetero Daniel Rodríguez, cabeza del Movimento Popular 22 de Agosto, se sentaba en la alcaidía de los tribunales de Comodoro Py, a la espera de ser indagado en la nueva causa en su contra. Lo detuvieron el sábado pasado por órdenes del Juzgado Federal Nº9 de Luis Rodríguez, una redada de la Policía de la Ciudad llegó hasta su casa en Berazategui junto a otros cinco allanamientos: le encontraron dos botellas de pólvora, una carabina con mira escondida en una heladera desenchufada, 800 balas y cartuchos, varios revólveres. Lo buscaban, básicamente, por una bomba, hecha de un caño, lanzada a la fuerza porteña.
El 10 de octubre pasado, dos hombres fueron detenidos por arrojar el explosivo desde una moto frente a un playón del tren Roca en la calle Hornos en medio de una persecución: el blanco fueron los hombres de la Brigada de la Comuna Nº1 porteña que iban tras ellos. La bomba estaba en un morral y explotó al instante, apenas tocó el asfalto. Los policías resultaron ilesos.
Así, la persecución continuó. Los dos sospechosos cayeron en Avellaneda, en la esquina de Mitre y Centenario Uruguayo. Pablo Daniel Juárez, de 38, un ex monotributista de Berazategui, fue acusado de lanzar el explosivo. Se negó a declarar cuando lo indagaron, quedó preso. El joven que conducía la moto, también de la zona sur, aseguró que no sabía nada, que solo le pagaron para conducir. Un teléfono que les incautaron fue la puerta para intervenir a otros teléfonos, lo que llevó eventualmente a la Policía de la Ciudad y al juez Rodríguez a detener al líder piquetero y a otro hombre de su organización.
Se habló de un robo al comienzo, que Juárez y su cómplice venían de cometer un asalto, pero la imputación en su contra que consta en la Cámara Federal con los delitos de incendio y estragos con peligro de muerte junto a una acusación de resistencia a la autoridad no incluyen nada que se parezca a un robo. Por otra parte, ningún delincuente le tira con una bomba a la policía. Una bala es algo mucho más cómodo.
Hay, también, otra curiosidad: Juárez tenía guantes de construcción en las manos. Bajo esos guantes, además tenía otros guantes de látex.
Y después está el recorrido, dónde fueron antes de que la Policía corriera tras ellos en Constitución.
Las cámaras de vigilancia de la Ciudad son parte de la causa. Fuentes del expediente, que fue declarado bajo secreto de sumario a mediados de la mañana de hoy en Comodoro Py, ya las analizaron: aseguran que Juárez y su cómplice no estaban solos. No había una moto, sino dos, con otros dos hombres, y con un morral idéntico al que llevaba el acusado de lanzar el explosivo.
Antes de Constitución, a las 2:34 AM, esas dos motos pasaron por un punto particularmente sensible: el departamento central de la Policía Federal Argentina en la calle Moreno. “Hicieron un reconocimiento y siguieron”, asegura una voz del caso, que cree que en esa segunda moto con un morral posiblemente había otro artefacto explosivo.
También se habla de “una tercera moto”, algo en lo que no todas las fuentes coinciden. Al menos una moto tuvo un desperfecto y fue recogida por una camioneta. Poco después, el seguimiento de cámaras activó una alerta que llevó a la persecución. Este fin de semana, la PFA redobló su seguridad con el grupo GEOF en la sede de la calle Moreno.
La Fiscalía Nº1 de Jorge Di Lello también interviene en la causa. En la mañana de hoy, poco antes de que Rodríguez sea trasladado a Comodoro Py, el secretario de Seguridad porteño Marcelo D’Alessandro revelaba detalles del operativo y mostraba el material incautado el fin de semana en una conferencia de prensa. Había entre las carabinas y balas y panfletos un viejo celular Nokia que encontraron en uno de los autos. Tenía ciertas alteraciones: dos cables habían sido soldados a su plaqueta. Para los especialistas en explosivos de la Policía porteña era un detonador a control remoto, capaz de recibir una señal desde otro teléfono.
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