El ex teniente de Marina Roberto Guillermo Bravo, el único de los “fusiladores” de la Masacre de Trelew que gozó su libertad desde 1972 hasta la fecha, vivió los últimos 30 años entre millones de dólares, una casa soñada, lujos y un muelle privado para su fastuoso yate.
Partícipe y autor de uno de los episodios más violentos de la historia argentina, fue detenido en Miami, Estados Unidos y será extraditado al país en las próximos semanas.
Está acusado de “privación ilegítima de la libertad, torturas y homicidios agravados”. El ex militar de 78 años nunca pudo ser extraditado, pero los crímenes que pesan sobre él fueron declarados en 2012 por el juez federal de Rawson, Hugo Sastre, como crímenes de lesa humanidad, por lo cual jamás prescribieron.
Tras aquel sanguinario episodio la Armada Argentina lo envió a la Embajada de Washington, en donde Bravo realizó prestaciones de salud y tareas ligadas al Pentágono. En 1983 consiguió la ciudadanía estadounidense, se convirtió en un próspero empresario relacionado a organismos federales norteamericanos y jamás regresó.
Sastre, quien aún mantiene la causa, pidió por última vez su extradición en 2008. La administración del ex presidente Barack Obama rechazó el requerimiento y el ex militar continuó viviendo en libertad, junto a su familia, en Florida. A Bravo nunca se le conoció el rostro.
Una vida de lujo
El medio chubutense Jornada detalló que el viernes 25 de octubre su esposa abrió la puerta de su casa en el lujoso vecindario Sans Souci Estate y se topó con los agentes del Servicio de Alguaciles de Estados Unidos. Era temprano y Ana María Giordano se comunicó con su marido para informarle lo que estaba sucediendo.
Bravo fue detenido, y mientras lo esposaban, contempló la mansión de donde jamás pensó que saldría esposado. La misma que está valuada en USD 1.7 millones y que tiene muelle propio en el cual permanece y descansa el yate con el que solía pasear los fines de semana.
Tras vivir en Honduras con algunas tareas menores en la embajada y en Washington como agregado militar, encontró sus mejores días en la península de la Florida. Allí estableció los cimientos de su familia y forjó una sociedad con su esposa, con quien hizo su mejor negocio en 1990 cuando creó RGB Group Inc., empresa de servicios de salud que también manejó su hijo Facundo.
El ingreso al barrio privado en el que vivía Roberto Bravo junto a su familia en North Miami.
Obtuvo contratos millonarios y un caudal de dinero que no imaginó nunca. En su primer gran acuerdo -destinado a proveer servicios médicos, paramédicos y odontólogos para la US Air Force- incrementó su patrimonio en USD 27 millones.
Extradición y retorno a la Argentina
El prestigioso Miami Herald siguió de cerca la captura de Bravo. En su portal, detalló que en 2010, el juez federal Robert Dube “se negó a certificar la petición del país”. Sin embargo, la insistencia de la Justicia argentina fortaleció la mira y permitió que esta vez sí sea extraditado.
“En particular, las conclusiones del tribunal de primera instancia y del tribunal de apelaciones (en Argentina) rechazaron varias defensas legales y fácticas planteadas por Bravo durante su procedimiento de extradición anterior, incluido su reclamo de amnistía legal, la absolución previa en una investigación militar y la supuesta falta de credibilidad de las declaraciones de los sobrevivientes”, según se expuso en la denuncia presentada por la Oficina del Fiscal de los Estados Unidos en Miami.
Bravo fue recluido en el Centro Federal de Detención de Miami y debió aguardar hasta el lunes 28 para encontrarse con el juez magistrado Edwin Torres, con quien mantuvo su audiencia de extradición, la cual se efectuará en las próximas semanas.
La masacre de Trelew
Poco después de las dos de la mañana del 17 de agosto de 1972, durante la guardia de Bravo, el trato en la base Almirante Zar de Trelew comenzó a cambiar. Dos días antes, seis militantes se habían fugado de la Unidad 6 de Rawson tras un motín en el que otros 110 presos tenían el penal bajo control.
Tras serie de retrasos y malos entendidos, 19 presos se escaparon a pie, pidieron cuatro remises e iniciaron un frenético viaje hacia el aeropuerto de Trelew. El avión de Austral, un BAC-111 con capacidad para más de 130 pasajeros, despegó minutos antes de que arribaran al lugar. Cercados por las autoridades, los fugitivos se refugiaron dentro del aeropuerto y pidieron volver al penal de Rawson. El capitán de corbeta Luis Sosa se los prometió. Sin embargo, a bordo del ómnibus rodeado por militares, la ruta y el destino fueron modificados.
El 22 de agosto, Sosa y Bravo encabezaron una abatida que terminó con la vida de 16 de los 19 detenidos, asesinados a sangre fría, con detalles que, revelados a lo largo de los años, resultaron escalofriantes. El capitán Sosa fue condenado 40 años después a cadena perpetua. Su apariencia, desconocida hasta el juicio, pudo ser exhibida ese día. En julio de 2016, a los 81 años, Sosa murió en su casa, gracias a la prisión domiciliaria que le concedieron.
El pequeño recinto de calabozos donde se produjeron los fusilamientos fue convertido en un sitio de memoria. La base, no obstante, sigue en funcionamiento bajo la órbita de los mandos navales.
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