Diego Xavier Guastini, 45 años, financista y cuevero según la Justicia, contador y empresario según él mismo, murió con tres tiros en el cuerpo en el Hospital Iriarte de Quilmes, luego de ser baleado a bordo de su Audi A4 en la madrugada de hoy a metros del edificio de la Municipalidad. La Policía Bonaerense inspeccionó el auto, vio los impactos a simple vista y encontró un arma que Guastini jamás llegó a disparar.
La UFI Nº 3 de la jurisdicción a cargo del fiscal Martín Conde investiga el crimen. “Se siguen pistas de una moto desde donde habrían hecho los disparos y una camioneta que le cortó el paso", dice por WhatsApp una alta fuente relacionada al expediente. Luego, enciende las mayúsculas: “CERTEZAS, POR AHORA, NINGUNA”.
Las balas que mataron al financista, a mediados de la tarde de hoy, tienen dos orígenes posibles, dos hipótesis que podrían explicarlas, aseguran las fuentes. La primera indica un posible negocio que salió mal, que se haya quedado con algo con lo que no debía, una deuda tal vez. Un supuesto involucramiento con la barra de Independiente es un ejemplo que suena en los pasillos judiciales de Quilmes.
La segunda es menos previsible y mucho más inquietante.
Diversas fuentes consultadas por Infobae aseguraron que Guastini aportaba información a diferentes investigadores judiciales hace al menos dos años, lo hizo en diversas causas y en más de un fuero del sistema penal, con explicaciones reveladoras. Así, la muerte a tiros sicarios de Guastini se vuelve un foco particularmente sensible para ciertos sectores de la Justicia.
Mientras tanto, están sus negocios.
En los papeles estaba registrado como empresario, con domicilio fiscal principal en Ezpeleta, en los últimos diez años había conformado al menos seis empresas de acuerdo al Boletín Oficial con sus familiares en los directorios, dedicadas a rubros tan diversos como la ganadería o el turismo. Figuraba como empleado de una curiosa firma de “consultores informáticos de Monte Grande", que no le había pagado los aportes.
“Lavaba guita de todos los colores”, dice alguien con cargo público que lo frecuentó, mientras señala a uno de los domicilios fiscales de Guastini, su cueva de la calle Florida al 500. Otros señalan sus vínculos con Hugo Díaz y Damián Stefanini, financistas desaparecidos en vez de muertos, de los que nunca se volvió a saber.
Un mes antes de ser asesinado, el 20 de septiembre pasado, Guastini había firmado un juicio abreviado junto a otros nueve imputados en el Tribunal Oral Penal Nº 1. La pena fue llamativa para muchos: tres años en suspenso. El delito del que lo acusaron: ser el jefe de una asociación ilícita para el contrabando de divisas agravado por la intervención de tres o más personas y la recepción de sumas de dinero de origen delictivo; el juicio abreviado sintetizó más de diez causas que había tramitado desde 2014. La trama es por lo menos colorida y el número final de la plata traficada es al menos grande: un millón y medio de euros, casi un millón de dólares.
Para implementar el contrabando que él mismo reconoció, Guastini usó un aceitado sistema de mulas, hombres de entre 40 y 60 años, todos con domicilio en la zona sur y que difícilmente podían generar sospechas en los chequeos aleatorios de aeropuertos como Ezeiza. Había varios jubilados. Uno de ellos fue sobreseído, no por inocente, sino porque el Registro Nacional de las Personas indicó que había muerto algunos meses antes de la condena.
Sin embargo, la pantalla no era a prueba de todo.
El primer hecho en la lista de acusaciones contra el financista data del 26 de octubre de 2013; dos hombres llegaron a Ezeiza en el vuelo AZ680 de Alitalia procedente de Roma, llevaban 169 mil euros entre la ropa de la valija. El monto no solo superaba por lejos el máximo permitido de la AFIP, tampoco coincidía con los perfiles comerciales de quienes llevaban los billetes prolijamente ordenados en sobres. Uno de ellos, de 50 años, oriundo de Florencio Varela, beneficiario del plan Garrafa del ANSES, declaró ser pastor evangelista y panadero. En diciembre de 2012, el vuelo AM028 de Aeroméxico aterrizó con dos ocupantes que llevaban 689 mil dólares entre los calzones y las camisas. Eran un jubilado y un comerciante.
Infobae accedió al documento del Tribunal Penal Económico Nº 1 que da cuenta del juicio abreviado, un caso en el que la AFIP fue querellante luego de los hallazgos de la plata en la Aduana de Ezeiza. El documento no explica el origen del dinero ni el proceso de selección de las mulas, pero cuenta otras maniobras: Guastini y su organización llegaron hasta Ecuador para colocar contratos de donación falsos que fueron investigados por la Justicia de ese país.
La mano narco también está. Pablo Portas Dalmau, de 53 años, es otro de los imputados por la banda, acusado de mover dinero. Sigue detenido, a disposición de un tribunal oral federal, por ser parte de la banda narco que operaba en el Olivos Golf en 2018.
De vuelta en Quilmes, los investigadores de la muerte del financista ya conocen su estatus de informante y piden a otros jueces y fiscales saber en qué causas colaboró para intentar rastrear la ruta de un responsable.
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