La tarde del 28 de septiembre pasado los gritos y las corridas irrumpieron la tranquilidad de las calles del barrio Gobernador Costa de Florencio Varela. Era un vecino de la zona, Santiago Godoy Benítez (47), que trataba de escapar de otros que lo perseguían furiosos, un linchamiento caliente. También huía de su propio hijo, Cristian, a quien le había dicho segundos antes: “Andate porque sino te voy a matar a vos también”.
Godoy Benítez intentó escaparse luego de haber asesinado a puñaladas y golpes de hacha a su pareja -y madre de Cristian-, Mirian Adela Portillo Morel (39). Los vecinos lo capturaron y lo golpearon hasta hundirle el cráneo.
Hoy, el hombre está detenido con prisión preventiva e imputado por el delito de homicidio agravado por haber mantenido una relación de pareja y violencia de género.
El homicidio fue el corolario de un vínculo signado por la violencia física y psicológica que él ejercía sobre ella. Godoy Benítez y Mirian Portillo, ambos de nacionalidad paraguaya, tienen tres hijos: además de Cristian, están Pablo y Andrea. Según dijeron ellos mismos a la Justicia, su padre siempre fue violento con su madre: contaron que la maltrataba, que la hostigaba, que la seguía y que la llamaba permanentemente por teléfono, que varias veces la había golpeado.
La pareja se había distanciado en varias oportunidades. En mayo pasado, Mirian Portillo decidió abandonar, junto a su hijo Pablo, la casa que compartían en Gobernador Costa después de que el hombre amenazara con matarlos a todos. También lo denunció ante la Fiscalía de Violencia de Género de Florencio Varela, que un mes antes del homicidio dispuso una medida cautelar de restricción de acercamiento.
Godoy Benítez no podía acercarse a ella a menos de 300 metros. De todos modos, nunca lo supo, ya que no llegaron a notificarlo porque no lo localizaron. Sucedió que al poco tiempo de que su mujer se fuera de la casa, el hombre hizo lo propio: tomó sus cosas y también se fue del lugar. Esto motivó la vuelta de la mujer y su hijo a principios de septiembre.
Pero unos días más tarde, Godoy Benítez se presentó nuevamente en el hogar. Le dijo a su familia que necesitaba asilo porque “estaba enfermo” y por eso no podía trabajar. Todos estuvieron de acuerdo en aceptarlo y darle una nueva oportunidad. Ocupó entonces una habitación que generalmente utilizaban para alquilar.
El sábado 28 de septiembre, cerca de las 16, Mirian baldeaba el patio y haciendo limpieza general de la casa cuando Godoy Benítez llegó y entró. Apenas estuvo unos tres minutos dentro de la vivienda y luego salió caminando. Nadie escuchó gritos. Una vez afuera, según dijo un vecino testigo, se asomó a la reja y arrojó algo entre el lavarropas y una cisterna; más tarde, la policía encontraría allí un hacha n° 8 de 25 centímetros de largo y fabricación casera.
En ese momento Cristian charlaba con un vecino de la misma cuadra. Había visto entrar a su padre y le llamó la atención que al salir, tenía un cuchillo en la mano derecha. Inmediatamente fue hasta la casa y se encontró con su madre tendida en el suelo, sobre un charco de sangre y múltiples heridas en la zona del cuello y alrededores. Desencajado, el joven salió en busca de Godoy Benítez, pidiendo ayuda, gritando que la había matado.
La autopsia reveló un ataque brutal: el cuerpo de Mirian Portillo presentaba siete cortes de hasta ocho centímetros de longitud en la cervical y en la zona izquierda de la subclavia. También varios hematomas y excoriaciones, más la fractura de dos vertebras y de la clavícula.
El informe forense determinó que “por las diferencias de las lesiones pudo estar involucrada más de una arma”, que serían el cuchillo y el hacha. Además, concluyó que no había “signos de defensa”. La causa de muerte fue un shock hipovolémico: las fracturas de huesos, los cortes de músculos y las lesiones perforadoras provocaron que su corazón deje de recibir sangre, la autopsia practicada en la Morgue Judicial de Quilmes revelaron una agonía extensa antes de que llegara finalmente la muerte.
Tras el ataque, Godoy Benítez llegó a recorrer once cuadras cuando fue atrapado por Cristian y otros vecinos sobre la calle Diagonal Los Tilos, casi en el cruce con la calle 400, cerca de las vías por donde circula el ferrocarril General Roca. Lo redujeron y lo propinaron una golpiza. El agresor debió ser enviado de urgencia al hospital Mi Pueblo, donde quedó internado, trasladado por la Policía Bonaerense: tenía cortes en ambos brazos y hundimiento de cráneo. Eventualmente, Godoy se recuperó y respondió ante la Justicia.
La investigación recayó en la UFI N° 6 de Florencio Varela, a cargo de Vanesa Maiola, quien consideró que Godoy Benítez actuó con dolo, al atacar a la víctima cuando estaba sola e indefensa en la casa y dirigir las puñaladas a la zona del cuello y tórax. El agresor se negó a declarar. Mientras la causa continúa, seguirá preso. El lunes pasado, en una resolución a la que accedió Infobae, el Juzgado de Garantías N° 6, a cargo de Diego Agüero -el mismo en donde tramita la investigación de la violación en manada a una menor de Florencio Varela- le dictó la prisión preventiva por el femicidio agravado por el vínculo.
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