El 12 de agosto de 2019, el empresario Rolando Josué Nusbaum fue encontrado muerto de un tiro en la cara en la cama de la casa que compartía junto a Gabriela Aracy Moreira, su mujer, y los dos hijos -16 y 9 años- de ambos, quienes dormían en sus habitaciones. La primera versión, expresada por la propia Moreira, indicó que un grupo de ladrones había ingresado al lugar, ubicado en el lote 121 del Club de Campo “La Ranita”, en el partido de Luján. Sin embargo, durante las horas posteriores al deceso de Nusbaum, la Policía Bonaerense detuvo a la mujer de 39 años y fue acusada de homicidio agravado por el vínculo y con alevosía.
Aquel día, aproximadamente a las 4 de la mañana, Moreira fue vista por tres empleados del servicio de vigilancia privada del country mientras salía del mismo a bordo de su Ford Focus. Luego declaró que cuatro hombres habían ingresado al domicilio por la fuerza, la habían despertado apuntándola con armas de fuego y, tras exigirle dinero y armas, ellas optó por entregarle USD 30 mil. También indicó que junto a dos de los delincuentes recorrió la planta baja y que escuchó una detonación en la parte superior.
Por último, la pareja de Nusbaum aseguró que fue obligada a ayudar a dos de ellos a escapar en su vehículo y que, cuando regresó a la casa, su marido estaba muerto.
Todo el relato anterior, según la Justicia, es mentira. Y lo fue desde el primer momento en el que Moreira corrió hacia un puesto de vigilancia cercano al barrio privado en el cual encontró a dos mujeres policías y denunció lo sucedido. El fiscal Pablo Vieiro, de la Unidad Funcional de Instrucción Nº 10 descentralizada de Luján, encontró varias grietas en su declaración. Por ejemplo: ¿por qué no subió y corroboró de que se trataba el disparo? ¿Cómo dejó a sus hijos con dos delincuentes mientras ayudaba a escapar al resto?
La Justicia detuvo a Moreira 48 horas después del crimen y se negó a declarar. Sigue detenida hasta hoy. La Justicia le denegó la prisión domiciliaria. Hoy, dos meses después del crimen, Infobae accede a las pruebas en su contra.
Las constancias de las que surgen la probabilidad de autoría que se le atribuye a Moreira partió de una prueba determinante tras el análisis de dermotest: le encontraron resto de pólvora en sus manos. “La presencia de los elementos plomo, bario y antimonio, fusionados, con características morfológicas específicas, se considera positivo para residuos por deflagración de arma de fuego”, indicó el informe posterior que recibió el fiscal Vieiro.
Los policías que llegaron a la casa y encontraron el cuerpo de Nusbaum sobre la cama hallaron una caja color amarilla dentro de una vitrina, con la inscripción “9 mm. Luger Remington UMC made in USA". La caja contenía 172 municiones y, a la vista, sólo un lugar estaba libre. Luego se advirtió que estas municiones eran del mismo calibre y de la misma marca que la vaina servida en el suelo al costado del cuerpo, disparada por una Beretta que Nusbaum había declarado en el ex Registro Nacional de Armas.
Nusbaum poseía diversas armas registradas y municiones debido a la práctica de la caza. Según sus familiares, hasta hace un tiempo administraba un coto en la provincia de La Pampa.
El cuerpo del hombre de 68 años estaba acostado sobre su lateral izquierdo, su rostro cubierto de sangre. El informe de la autopsia especificó la presencia de “una fractura conminuta con presencia de cuerpo extraño metálico de aproximadamente un centímetro de diámetro, compatible con un proyectil de arma de fuego...”. La bala ingresó por el malar derecho.
Por otra parte, un dato que sorprendió a los investigadores sirvió para acreditar la calificación de alevosía que agrava la situación de Moreira.
Nusbaum tenía, en el sector derecho y detrás del ojo (en forma longitudinal), la existencia de un “área en blanco” en el que no había salpicaduras de sangre. Esto permitió entender que Nusbaum, quien dormía con una boquilla para alivianar trastornos respiratorios, fue asesinado mientras tenía la máscara puesta. Es decir, fue asesinado mientras dormía
Infobae también accedió a la declaración de varios allegados a la pareja que se convirtieron en testigos de la causa. Todos coincidieron en que el vínculo entre Moreira y Nusbaum era conflictivo y que al momento del crimen tramitaban el divorcio. La defensa de la acusada presentó un recurso para revertir la resolución en la cual se denegó la excarcelación. Sergio Dubove, abogado de la familia Nusbaum, le indicó a Infobae que “luego de que la Cámara resuelva este pedido de la defensa de Moreira la causa probablemente será elevada a juicio”.
Los abogados de Moreira expresaron su enojo por la manera en la que detuvieron a la mujer: “Estaba en la fiscalía pidiendo ver la causa y la detuvieron. Le tomaron una declaración testimonial pero la trataron como sospechosa haciéndole el dermotest. Antes de que se eleve la causa van a tener que adoptar algunas pruebas que incorporamos a la causa. Ella está mal, angustiada lógicamente y con ganas de ver a sus hijos”, expresó uno de los defensores a Infobae.
Moreira, registrada como empresaria en los rubros de la AFIP, nació en Uruguay y tenía su domicilio fiscal en La Ranita y, según el Boletín Oficial, era parte legal de los negocios de su marido. En junio de 2013, Nusbaum le cedió 20 mil cuotas de una empresa que controlaba a su mujer y renunció al cargo de gerente: la sucesora en el cargo fue Moreira misma. La empresa, curiosamente, había sido creada menos dos meses antes según el Boletín. La socia original era una mujer hoy de 37 años, del mismo apellido que el empresario, una aparente familiar. Moreira no estaba presente en la composición societaria original.
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