Tras ser condenado a nueve años de cárcel por violar a la estudiante de derecho Sofía Otero, en un juicio en el Tribunal porteño N°9, Lucas Carrasco había comenzado un nuevo libro, un tratamiento ambulatorio y confiaba que iba a dar vuelta la condena en un tribunal de Casación. A las 11.15 de este domingo lo encontraron muerto en un pasillo del consorcio de departamentos donde vivía en la calle Colón al 400, en el centro de Paraná, Entre Ríos.
El llamado al 911 para alertar del hallazgo del cadáver fue de un vecino del edificio, quien advirtió que una persona estaba “desvanecida”: un móvil concurrió al lugar, observó al hombre y constató que estaba muerto, con las llaves de su monoambiente en la mano. En su billetera encontraron su documento y supieron que era Lucas Carrasco, que hace un mes aparecía en las pantallas de la televisión porteña y en los sitios de noticias como el periodista y bloguero, ex panelista de 678, condenado por abuso sexual. También tenía, según calcularon quienes observaron el dinero, unos 5000 pesos, un blíster de medicamentos. Desde la Policía se descartó la presencia de drogas ilícitas.
El fiscal Gonzalo Badano, con personal de la Comisaría 2° de la ciudad entrerriana, trabajaron en el lugar, con la colaboración de la División Homicidios. Fue poco lo que pudieron saber de las circunstancias de la muerte, ya que ningún vecino se mostró con ánimos de aportar información y el que había llamado al 911 se fue en seguida del lugar. “Entraba y salía, entraba y salía”, es lo poco que algunos aportaron sobre que observaban de la vida del vecino fallecido, antes de volver a entrar a sus viviendas.
Se hicieron presentes dos hermanos de Carrasco y un amigo, quien sería (hasta lo que la investigación tiene determinado) la última persona que lo vio, cuando se juntaron el viernes por la noche. Los tres coincidieron, al dialogar con el fiscal y los policías, que las expectactivas de apelar su condena y la escritura de un nuevo libro chocaban con el resto de su realidad: el periodista se encontraba mal de ánimo, deprimido por la condena y que “fumaba y tomaba mucho”. Por esto, contaron que estaba bajo tratamiento en un centro médico de Libertador San Martín, a 55 kilómetros de Paraná. Sin embargo, había una sola botella de alcohol dentro del departamento, entre pilas de ropa sucia, ollas sucias y pastillas. Cerca de él dijeron que pasó su última noche “con amigos y de buen humor”, sin especificar dónde pasó sus últimas horas.
Según pudieron reconstruir los investigadores, Carrasco había traspasado el portón de ingreso al complejo donde está su departamento, caminó unos diez metros y no llegó a la puerta de ingreso al pequeño espacio cerrado (una especie de zaguán) donde se encuentra la puerta de ingreso a su casa, en la planta baja.
Era un departamento pequeño, con un ambiente separado de la cocina por una pared baja, un baño, un dormitorio y un pequeño patio de un metro cuadrado. Los policías hallaron un desorden generalizado y suciedad. En la mesa había una notebook y una tablet.
Cuando regresó a Paraná, luego de sus años en Capital Federal, Carrasco comenzó a editar el sitio Noticias Entre Ríos, mientras que no abandonaba su actividad en las redes sociales. Desde el año pasado trabajaba en radio La Voz, con su característica verborragia sin filtro. Tras la condena por violación, hace un mes, quedó afuera de este espacio.
Desde el veredicto por la violación, Carrasco nunca dejó de andar por las calles de Paraná, sobre todo en la zona céntrica, cerca de su casa. Se lo podía ver en algunas plazas, a cualquier hora. Quienes se detenían a reconocerlo y cruzaban algunas palabras con él refieren que “no lo venían muy mal de ánimo” pero “sí desmejorado físicamente”.
A quien le preguntaba, Carrasco expresaba su confianza en revertir la condena en su contra. A todos les afirmaba que había tenido una relación consentida con su víctima. Contaba que estaba trabajando en la redacción de un nuevo libro (editó otros, periodísticos y novelas). También contaba que estaba complicado porque no tenía trabajo. A varios les refirió que estaba practicando boxeo en Santa Fe.
El 16 de octubre, el periodista recibió un oficio emitido desde el Tribunal N°9 que lo condenó luego de que su defensa presentara un recurso de casación. El oficio informaba que ese recurso había sido concedido y que podía recurrir el fallo de la doctora Ana Dieta de Herrero, que integró el tribunal que condenó a perpetua al femicida José Luis Mangeri, acusado del crimen de Ángeles Rawson.
En los 90, Carrasco fue un dirigente estudiantil secundario, lo que comenzó su perfil en la política. Luego ingresó a la carrera de Licenciatura en Comunicación Social en la UNER, donde dejó su marca con una pelea con el exdocente de Sociología Rogelio Alanís, reconocido periodista y editorialista santafesino. En una evaluación, Carrasco quería fotocopiar su examen y el profesor no se lo permitió. Discutieron, el docente lo acusó de narcotraficante, hubo un intercambio de golpes de puño y un escándalo que terminó en denuncia policial y académica, con sanción para ambos.
Luego del 2000 Carrasco escribió en medios independientes y trabajó en la televisión local. Se vinculó fuertemente a dirigentes del peronismo entrerriano. Poco después se fue a Buenos Aires, donde saltó a la fama con el kirchnerismo. Editó el blog República Unida de la Soja, hasta su regreso a la capital de Entre Ríos. Tiempo después, llegó al panel de 678, con diversas polémicas.
La posibilidad de que haya sido asesinado queda descartada, diversas fuentes apuntan a una intoxicación y a que Carrasco haya aspirado su propio vómito. Su cuerpo fue trasladado a la morgue de Oro Verde. Los resultados de su autopsia se esperan para esta noche.
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