Ramón Pérez, Daniela López y Beatriz Manzanelli, los tres agentes de la Policía de la Ciudad que la mañana del 1° de octubre pasado mataron de siete disparos al remisero Claudio Romano en un confuso episodio ocurrido en el barrio porteño de Villa Crespo fueron finalmente procesados por el delito de “homicidio agravado”.
La decisión fue comunicada por la jueza Ángeles Gómez Maiorano este viernes, para quien está probado que los tres policías dispararon contra la víctima mientras estaba herida y tendida en el asfalto de la calle Malabia. A pesar de que la Cámara del Crimen decidió que los agentes atraviesen el proceso hasta el juicio en libertad, con esta imputación, de ser hallados culpables recibirían una pena a reclusión perpetua.
La magistrada entendió que al principio de la secuencia los policías actuaron en legítima defensa, pero que luego podrían haber inmovilizado y detenido a Romano sin necesidad de dispararle más veces, lo que hubiera mantenido al remisero con vida.
“Se encuentra probado que los tres efectivos policiales -abusando de sus funciones como miembros de la Policía de la Ciudad- abrieron fuego contra la víctima, efectuando múltiples disparos mientras ésta se hallaba herida y tendida en el suelo -sin emitir manifestación alguna pese a lo afirmado por López- contribuyendo de este modo al desenlace final”, escribió la magistrada, luego de tomar declaraciones a una decena de testigos, observar al menos tres filmaciones de cámaras de seguridad de la cuadra del 900 de Malabia y escuchar las versiones (por momentos contradictorias) de Pérez (39), Manzanelli (41) y López (32).
El hecho se desencadenó cuando Romano, por circunstancias que todavía se investigan dentro de lo que se conoce como “la hora fantasma”, se bajó de su VW Polo que había estacionado detrás del patrullero donde estaban Pérez (al volante) y Manzanelli (acompañante) y atacó al conductor del móvil por un espacio mínimo abierto entre la ventanilla y el marco de la puerta del auto.
En ese momento Romano lastimó levemente la mano y el cuello del policía y luego fue hacia el lado de Manzanelli, quien bajó del coche y disparó al remisero dos veces. Una bala dio en el parante de la puerta del auto y la otra en una pierna del remisero. Simultáneamente Pérez disparó desde adentro del auto pero esa bala quedó incrustada en la ventanilla de Manzanelli.
La víctima había llegado herida, con seis cortes en el cuerpo (cuatro en el torax y dos en las muñecas) y fue hacia el patrullero bañada en sangre, especialmente en sus manos. Los peritos pudieron determinar que las lesiones probablemente hayan sido autoinflingidas y con el arma blanca que portaba en ese momento Romano. También se confirmó que ninguna de esas heridas eran mortales. Y que el remisero estaba en un estado “normal”. Un rato antes del episodio con los tres policías, a quienes no conocía, Romano compró una bebida isotónica en un super chino y bromeó con la cajera. Y 15 minutos antes de morir le escribió a su jefe que tenía para dos horas más de espera de un pasajero en Villa Crespo.
Ya en el suelo, Romano intentó levantarse varias veces. Según declaró ante la jueza un testigo, Pérez le apuntó y le gritó “alto, hijo de puta” y luego le pegó una patada en la cabeza. El remisero recién soltó el arma blanca que llevaba (con una hoja de siete centímetros de largo) inmediatamente después de la patada, cuando producto de una secuencia de cinco disparos seguidos, su cuerpo sufrió espasmos. Como coartada López había dicho que esa ráfaga de balas fue porque Romano le lanzó el cuchillo, pero las filmaciones demostraron que no fue así.
Los tres policías dispararon a la vez. Una de las balas dio en su tetilla derecha y le causó la muerte. Tal como lo adelantó Infobae días atrás, se comprobó que Manzanelli y Pérez dispararon tres veces cada uno, mientras que López lo hizo en dos oportunidades. Sin embargo, la perito que investigó las trayectorias de las balas (una especialista de la Policía Federal) declaró ante Gómez Maiorana que no fue posible por una cuestión de movilidad del blanco y de los tiradores definir quién es el autor del disparo mortal. También se comprobó que aunque Romano presentaba nueve orificios de bala y él recibió siete disparos, algunos de los cuales atravesaron su cuerpo y reingresaron.
Todos los testigos coincidieron en que Romano era una persona sumamente tranquila, quien jamás se había destacado por actitudes agresivas o por protagonizar peleas o discusiones. “Era deportista, solía asistir al gimnasio y cuidar su cuerpo; ninguna de las personas a las que se entrevistó, sostuvo que consumiera estupefacientes o alcohol”, dice la jueza en el procesamiento de los policías, al que tuvo acceso Infobae.
Los testimonios de quienes conocían a Romano aseguraron que era una persona dedicada a su trabajo, que anhelaba comprarse un auto nuevo e irse de vacaciones en el verano con Lucía, su actual pareja, con quien convivía desde hacía un año. “En efecto, del análisis de los elementos producidos y detallados a lo largo de la investigación, no ha sido posible establecer factor alguno que explique el motivo por el cual Romano presentaba lesiones en ambas muñecas y en el sector del abdomen”, remarcó Gómez Maiorano.
Para la jueza “no caben dudas” que Manzanelli y Pérez, con el propósito de neutralizar las agresiones de Romano, efectuaron disparos y que el impacto de uno de estos tiros provocó la caída al suelo, que lo tuvo 43 segundos tendido, cuando apenas hizo “imperceptibles movimientos con los brazos”. Lo que mostraron las cámaras de seguridad puso en evidencia las contradicciones o mentiras de los policías.
Para Gómez Maiorano los agentes podrían haber neutralizado a Romano sin necesidad de seguir disparando. “Lo cierto es que pese a que Romano se hallaba prácticamente inmóvil tendido en el suelo, ninguno de los tres efectivos policiales presentes en el lugar, hallándose en una evidente situación de superioridad y experticia -relativa a su condición de funcionarios de las fuerzas policiales- y ante la presencia de un sujeto, que si bien portaba un arma blanca, se hallaba tendido en el suelo, inmóvil, herido -no sólo por el disparo efectuado por Manzanelli, sino también producto de cortes en diferentes partes de su cuerpo- adoptó conducta alguna a fin de desarmar al sujeto y neutralizar la situación mediante el empleo racional y proporcional tanto de la fuerza como de los medios”, dijo, con dureza la jueza.
Además, la magistrada criticó la actitud de los policías en los momentos siguientes a los primeros disparos. Infobae publicó en exclusiva el audio de la modulación de radio donde Manzanelli pide una ambulancia del SAME sólo para Pérez y no responde a la pregunta de si el agresor del policía estaba. Lo hace recién cuando quien toma la denuncia vuelve a preguntar.
“Entiendo que de haber estado verdaderamente preocupadas por la salud del oficial probablemente éstas hubieran atinado a socorrerlo de manera inmediata, situación que evidentemente, no sucede (...) En suma a ello, resulta insoslayable valorar el audio y las transcripciones relativas a las modulaciones efectuadas en dicha circunstancia por parte de la Inspector Manzanelli, pues de las mismas surge que la nombrada solicitó colaboración del SAME en reiteradas oportunidades –únicamente- respecto a Pérez, haciendo caso omiso a las preguntas efectuadas por personal del comando, quien –insistentemente- requiere que indique el estado y tipo de lesiones que presentaba Romano. A lo que Manzanelli responde que si bien el agresor se hallaba herido, lo que importaba era el personal policial; circunstancias que –a su vez- se contraponen con lo declarado, en cuanto afirmó que no efectuó modulación alguna”.
Para la jueza, los policías tuvieron maneras de evitar disparar para terminar con la agresión de Romano, pero eligieron el camino más violento: el mortal. “Se evidencia una clara omisión en los medios de actuación por parte del personal policial, quienes si bien no cuentan con un protocolo o resolución respecto del accionar defensivo ante este tipo de ataques con arma blanca, lo cierto es que existen principios rectores que reglamentan su actuación para casos de empleo de armas”, remarcó Gómez Maiorano.
“Se advierte que ninguno de los tres efectivos policiales –en oportunidad de actuar- contempló los principios básicos regidos en la normativa vigente que prevé su desempeño profesional”, siguió la jueza.
Gómez Maiorana también fue muy dura con la actitud de Pérez, quien le pateó la cabeza a Romano y le generó una grave lesión: “Si bien Pérez –en oportunidad de prestar declaración indagatoria- refiere que le propinó una patada en el cuello, en el afán de desarmarlo, lo cierto es que de haber querido quitarle el cuchillo, entiendo que hubiera efectuado la patada en dirección –al menos- de sus brazos; lo cual lejos está de las imágenes que se observan en los videos secuestrados”.
La jueza desintegró las versiones de los policías, que aseguraron que aun desde el suelo Romano intentó agredirlos: “De las imágenes de la tercera y última secuencia, se observa que Romano aparenta estar blandiendo el cuchillo en pos de agredir a los uniformados, lo cierto es que si se contempla el video –detenida y minuciosamente- es posible vislumbrar que la víctima no hace más que procurar defenderse de los múltiples disparos efectuados por el personal policial, siendo sus movimientos claros espasmos involuntarios por el dolor”.
Ese es el momento en que Romano murió. Las pericias determinaron que en tan solo cinco segundos, el remisero recibió el impacto de –al menos- cinco proyectiles de armas de fuego, los dos últimos incluso cuando el remisero ya estaba en posición fetal. “El deceso de quien en vida fuera Claudio Hernán Romano resulta objetivamente atribuible al accionar desplegado por la Inspector Manzanelli, el Oficial Primero Pérez y la Oficial López”, firmó la jueza Gómez Maiorana.
Como consecuencia de sus actos Pérez, Manzanelli y López quizá sean condenados a prisión perpetua.
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