“En su celular tiene videos. No sé cómo se le dice. De adolescentes, embarazadas y bebés, que lo hacían. Que un hombre les metía su miembro”, contó ante la Justicia D., de 13 años, que denunció a su padre biológico por abusar sexualmente de ella y mostrarle contenido de pornografía infantil. “Eran adolescentes de 8, 11 y 12 años. No los conocía. También había bebés, a los que les pasaban su miembro en la colita, un hombre, no sé quién era, era un hombre desconocido. No me acuerdo cuántas veces me los exhibió, esto fue en 2014”.
Todas las atrocidades habían empezado un año antes, en 2013, pero la denuncia se inició en febrero de este año, cuando D. no aguantó más.
El martes 12 de febrero pasado, D. llamó, en medio de una crisis de llanto, a su hermana mayor -fruto de una relación de su madre con una pareja anterior- y le pidió que por favor fuera a buscarla a su casa en la Villa 20 de Villa Lugano. La joven de 18 años la buscó y la llevó a su casa.
Allí, D., en un estado de angustia, le contó a su hermana que se quiso ir porque era abusada por su papá, Carlos -un nombre ficticio empleado en esta nota para preservar la identidad de la víctima-, desde hacía seis años.
Entonces, su hermana la llevó al Hospital Cecilia Grierson en Villa Lugano, donde le dieron medicación, le hicieron una prueba de embarazo y dialogó con asistentes sociales a los que pudo darles algunos detalles de lo que había pasado.
A partir de ese día, D. quedó al cuidado de la ex pareja de su madre, que hizo la denuncia, y su media hermana. No volvió más a su casa.
Más allá de su padre, estaba su propia madre biológica. Durante ese tiempo, su madre le enviaba mensajes donde le decía que quería enviarla a Jujuy con sus tías y le pedía que abandonara la denuncia porque si no “ella iba a ir presa por su culpa también”.
D. hizo caso omiso a sus advertencias y tanto su madre como su padre obtuvieron una restricción de acercamiento hasta que la menor declarara en Cámara Gesell.
La causa contra Carlos avanzó, en manos del Juzgado Nº 41 subrogado por la doctora Alejandra Provítola. La semana pasada, Carlos fue procesado por la jueza con prisión preventiva por el delito de abuso sexual gravemente ultrajante y con acceso carnal reiterado, agravado por tratarse de su hija, en concurso real con la tenencia de representaciones de menores de edad en actividades sexuales explícitas y suministro de material pornográfico a una menor de 13 años y corrupción de menores agravada por haber mediado violencia y amenazas.
Fue además embargado por 1.050.000 pesos. Mandó a detenerlo también, intentó escapar y no pudo.
El miércoles 18 de septiembre pasado, la división Delitos de la Salud de la Policía de la Ciudad golpeó la puerta de la casa de Villa 20 en busca de Carlos. Atendió su mujer, la madre de D., y dijo que él no estaba mientras su marido intentaba escapar, sin éxito, del lugar. Cuando lo esposaron y le leyeron la imputación en su contra, agachó la cabeza y no dijo nada. Su mujer, su actual pareja, no se mostró muy sorprendida tampoco. En esa casa, además, la policía secuestró cinco teléfonos celulares.
Lo que contó D. luego en su declaración que figura en la causa fue escalofriante. Dijo que su padre abusaba de ella desde que estaba en tercer grado, desde sus 8 años, y hasta este año. Aseguró que aprovechaba cuando se quedaban solos en la casa para atacarla, tocarla y también violarla. Pero cuando había alguien en la casa o la iba a buscar al colegio también se aprovechaba de esa situación para sobrepasarse con ella.
También, cuando su madre viajaba a Jujuy a visitar a su familia, Carlos quería abusarla todos los días y ella, para evitarlo, se encerraba en el baño hasta que él se quedara dormido.
Dijo que ver desnudo a su padre le causaba muchísimo desagrado y que lo peor era el contacto con él. También pudo decir, en sus palabras, que su padre había eyaculado en varias oportunidades mientras abusaba de ella y que dejaba ese “líquido blanco” sobre su cuerpo, excepto una vez, que usó un preservativo. No pudo dar un número de cuántas veces fue atacada sexualmente por él.
En 2017, dijo, su madre encontró en el celular de Carlos una foto de ella, dormida, sin ropa. Entonces la mujer abordó a D. y le preguntó si su papá le había hecho algo. Ella dijo que sí. “Me creyó cuando se lo dije, se enojó con él, lo sacó de la casa, y volvió”, continuó la menor, que agregó que sus padres discutieron, se separaron y luego todo volvió a la normalidad. “Yo pensé que mamá lo iba a llevar a la cárcel, que lo iba a denunciar, pero no lo hizo”.
Carlos regresó, los abusos siguieron. El hombre le advirtió que no dijera a otras personas lo que hacían, que si contaba algo entonces él no pagaría el viaje de regreso cuando su madre viajara a Jujuy. D. relató también que su padre le había dicho que tenía intenciones de “tocar” a una amiga suya de 10 u 11 años de edad.
Además de las fotos de su hija, Carlos tenía en su celular material comprometedor, imágenes explícitas de abuso sexual infantil. D. relató con detalles en Cámara Gesell los videos de pornografía infantil que él le hacía ver antes de los abusos: personas mayores de edad que tenían relaciones con menores de edad: adolescentes, niños y hasta bebés. También mujeres embarazadas. El material de los teléfonos celulares está aún siendo peritado y se investiga si Carlos podría haber estado produciendo y distribuyendo este tipo de contenido.
Para la jueza Provítola no hubo dudas. Las pericias psicológicas sobre la menor indicaron que D. “presenta signos y síntomas consignados compatibles con haber sido abusada sexualmente” y que brindó un relató “verosímil” sobre los hechos , y lo hizo “con claridad, consistencia, coherencia interna y estructura lógica”.
La Justicia considera que hay pruebas suficientes de que la menor “se vio inmersa en actos con aptitud suficiente para ver truncado su normal desarrollo psicosexual".
En los próximos días prestarán declaración la ex pareja de la madre que hizo la denuncia y tiene a D. a su cuidado, la directora de la escuela a la que asiste la menor y su madre. El testimonio de la progenitora será clave para discernir su responsabilidad en el tormento que vivió su hija. Investigan si, a través de la inacción, “dio lugar a que los abusos se continuaran en el tiempo con consecuencias irremediables”.
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