La muerte de Claudio Hernán Romano (39) provocó un temblor en las oficinas internas de la Policía de la Ciudad. Tres de sus agentes están detenidos, las dos mujeres con prisión domiciliaria y el hombre, en un penal. Son sospechosos de haber matado de nueve tiros al remisero de 39 años el martes 1° de octubre cerca de las 11 de la mañana en el barrio porteño de Villa Crespo en un episodio hasta ahora confuso y que los compromete.
La Justicia, con el Juzgado Nº49 a cargo de Ángeles Gómez Maiorano y el fiscal Marcelo Retes, investiga cómo fue que Romano -que no tenía antecedentes penales- terminó baleado, si él efectivamente atacó con una navaja a los policías tal como ellos declararon en sus indagatorias y si los policías respondieron con exceso de fuerza.
A través de una fuente, Infobae accedió a la que sería la modulación oficial de radio que hizo la oficial Daniela López (32) a la Central de Policía de la Ciudad tras el supuesto ataque de Romano con una navaja contra el policía Ramón Pérez (39), que conducía el patrullero, y quien sería el autor del disparo mortal (que dio en la tetilla derecha), cuando ya el remisero estaba inmovilizado en el suelo, con al menos tres balazos en sus piernas.
Esa mañana, Pérez junto a la inspectora Beatriz Manzanelli (42) frenaron su patrullero en Malabia 925, entre Jufré y Castillo, para llevar a la comisaría 15B al portero de un edificio que debía declarar como testigo por el robo de unas bicicletas. En ese momento, Romano estacionó detrás del móvil policial y se bajó ya ensangrentado, con heridas cortantes en el pecho y en las muñecas. Desde allí caminó hasta el móvil policial, a la ventanilla del conductor, que era Pérez.
Según los agentes, Romano atacó al policía, quien se cubrió la cara con uno de sus brazos y terminó con un corte en la mano. Según quedó registrado en las cámaras de seguridad de la zona, el remisero fue hasta la puerta del acompañante y recibió un disparo de Manzanelli, mientras a la par Pérez disparaba desde adentro del auto.
En el audio, se escucha la desesperación de López (es la que tiene puesto un piloto celeste y al principio de la escena se aleja del auto) quien pide que envíen una ambulancia del SAME para el policía herido. Denunció que sufrieron un ataque pero inicialmente no menciona que el agresor estaba allí. Luego de que la interlocutora le preguntara por Romano (sin saber su identidad) la policía le responde que el remisero está herido de bala, tendido en el suelo, y vuelve a reclamar la ambulancia: siempre hizo hincapié que era para el agente lastimado y no para la víctima de los balazos.
“Nos atacó con un cuchillo, herida cortante necesito apoyo, por favor”, pidió López, evidentemente nerviosa. Recién cuando un hombre que recibió el reclamo le preguntó por el agresor, sobre si estaba en el lugar o se había fugado, la oficial respondió: “El agresor se encuentra herido de bala en el lugar, necesito SAME para personal policial”.
Luego le preguntaron dónde recibió la herida el policía Pérez. La mujer dijo que en el “brazo” y luego de unos segundos de silencio agregó: “Y en el cuello". Luego volvió a pedir por la ambulancia. El hombre recibió nueve tiros. En las imágenes de las cámaras de seguridad se ve cuando los policías le dispararon y ya estaba tendido en el suelo.
Fuentes jerárquicas del Gobierno porteño consultadas no confirmaron ni desmintieron el origen del audio que se publica aquí. Pero la modulación está transcripta en el expediente. Una alta fuente en el Ministerio de Seguridad porteño aseguró: “Hay un video que muestra cómo el hombre va con su auto, estaciona y ataca al policía en la puerta delantera del patrullero. El primer disparo que recibió habría sido en su pierna, pero no se detuvo. El kevlar del chaleco detiene una bala, pero no un puñal. Los policías se protegieron”. Sin embargo, la misma fuente no puntualizó sobre el recorrido previo del auto de Romano y del patrullero a esa filmación y en las imágenes que hasta ahora se filtraron no queda claro que Romano haya ido a atacar a los policías.
Romano bajó de su auto ensangrentado. Según declaró Pérez, estaba “enajenado”. Su coche “estaba lleno de sangre”.
La Justicia busca en las cámaras y en el rastro de la víctima, que trabajaba de chofer para una ART muy cerca de donde fue asesinado, rastrea indicios para entender qué fue lo que pasó y cuál fue la reacción de los policías. Alguien de la investigación comentó: “Se les fue la mano”.
Lucía, pareja de Romano, comentó al canal Crónica que su compañero "tenía buena relación con los policías de la zona porque lo dejaban estacionar en doble fila, porque tenía que esperar a que los pacientes se rehabiliten y después se los retornaba a su domicilio”. Justamente en doble fila quedaron su auto y el patrullero tras el hecho.
La Justicia no encuentra pistas de lo que los investigadores llaman “la hora fantasma”: el momento previo a la escena final entre Romano y los policías. A esa hora el chofer debía recoger un pasajero en muletas por una clínica de Villa Crespo y devolverlo al sur del Conurbano, pero en circunstancias que se desconocen sufrió seis heridas cortantes que bañaron su pecho y su cintura de sangre de acuerdo al estudio practicado a su cuerpo.
No se encontraron por el momento cámaras que hayan tomado algo extraño, ni mensajes telefónicos que aporten indicios, mucho menos certezas. Según constataron los forenses, las heridas que presentaba no eran mortales. Las declaraciones de los tres policías dieron a la jueza Gómez Maiorano, coinciden en que el remisero atacó en ese estado a Ramón Pérez por un espacio que quedaba entre el marco de la puerta del patrullero y la ventanilla, levemente baja. Portaba en su mano derecha una navaja de unos siete centímetros de largo, conocida como “Kerambit”, un modelo de cuchillo curvo oriundo de Asia.
Pero los policías presentaron diversas contradicciones en sus indagatorias: no queda claro quién disparó primero, si Pérez o Manzanelli; no coinciden cuando responden en qué mano llevaba la navaja Romano.
López aseguró que Romano no dijo una palabra mientras se aproximaba al patrullero. La oficial lo vio bajar ensangrentado de su auto y le preguntó si estaba bien. El remisero no le respondió y luego vio un forcejeo en la ventanilla de Pérez.
El policía que estaba al volante relató que sintió una sombra que se acercó y luego un pinchazo en su brazo y un roce en su campera y tanto él como su compañera, Beatriz Manzanelli, con 15 años de policía (fue integrante de la Policía Federal) aseguraron que vieron que Romano estaba ensangrentado.
“Después de que me atacó a mí, dio la vuelta y fue para la ventana de Manzanelli. Yo disparo desde adentro del móvil, impactando la bala en la ventanilla. Ahí me bajo y se le da la voz de alto, el hombre no contestaba. Cae al piso, se vuelve a reincorporar y seguía amagando a (sic) atacarnos con el cuchillo. Yo le tiro una patada para que suelte el cuchillo, el hombre se vuelve a intentar parar y es ahí donde se le efectúan los disparos”, dijo Pérez ante la jueza del caso.
Los peritos de la Policía Federal encontraron ocho vainas pero los médicos forenses determinaron que Romano recibió nueve disparos, el noveno sería un roce. ¿Dónde está el casquillo que falta?
La víctima no sufría problemas de salud, ni tenía adicciones. “Ni siquiera fumaba”, contaron fuentes del caso a Infobae. De todos modos, se esperan los exámenes toxicológicos para descartar que el remisero estuviera bajo los efectos de alguna sustancia psicoactiva. En el auto no hallaron rastros de ninguna droga.
La familia considera que lo de los policías fue un homicidio, no un hecho de legítima defensa ni siquiera un exceso. Se mantiene flotando en el ambiente del caso una hipótesis: ¿y si Romano fue a pedir ayuda porque lo habían herido, Pérez se asustó, Manzanelli vio la sangre de Romano y pensó que era de su compañero y le disparó por la confusión y todo terminó con el remisero tendido y muerto de nueve tiros?
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