El jueves pasado, Miriam vio la puerta y corrió.
De 31 años, oriunda de Paraguay, madre de dos hijos de nueve y un año, Miriam había pasado los últimos meses con ellos en el Hogar 26 de Julio del Gobierno de la Ciudad. A comienzos de este mes, un patrullero de la Policía porteña y una ambulancia del SAME llegaron al Hogar. Una denuncia del lugar aseguraba que Miriam estaba “fuera de sí”, en un estado de excitación psicomotriz. Héctor Alejandro Carrá, uno de los toxicólogos más reconocidos del país y una autoridad del servicio de emergencias, viajaba en esa ambulancia para atenderla. Según afirmaron policías al médico Carrá, dos “abogados” habrían llegado para “quitarle a los chicos”, lo que le provocó una crisis. Otros relatos de fuentes policiales hablan de una pelea entre Miriam y una mujer de nacionalidad argentina, que no pasó a mayores.
Tiempo después, Miriam terminó internada en el hospital Cosme Argerich. Sus dos hijos la acompañaron. La internación le generó una tensión considerable a los menores, particularmente al mayor, que asistía a la escuela mientras estaba en el hogar. Miriam, una madre migrante y sola, mientras tanto, encontraba en el médico Carrá uno de los pocos vínculos en los que podía confiar.
A los chicos finalmente se los quitaron. El martes último por la madrugada, dos abogados del Consejo de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes del Gobierno de la Ciudad llegaron para llevarse a los menores, contaban con un oficio firmado por una abogada de la guardia jurídica permanente de la institución que ordenaba que los menores sean separados entre sí, sin brindar mayores explicaciones. Miriam fue sedada.
Al despertar, tomó un teléfono que había escondido y llamó al médico Carrá, quizás la única persona en la que en su cabeza podía confiar, la única cara amiga en todo el sistema que conocía.
—Hola
—Te habla Miriam
—¿Cómo estás?
—Muy mal. Me han inyectado y me van a llevar al Moyano, me van a internar allá.
—¿Por qué?
—No sé, me sacaron a mis hijos. Estoy en una pieza, espero a que me lleven, me inyectaron con sedante. Estoy en mi pieza, del hospital, donde estaban los chicos conmigo, se los llevaron. ¿Vos podés hablar?
A la mañana siguiente, una médica del Argerich denunció la situación en la Defensoría del Pueblo. La situación llegaba a oídos de Infobae. Según supo Infobae, Miriam fue efectivamente trasladada al Moyano.
¿Había motivos para enviarla a un psiquiátrico? La denuncia de la médica del Argerich aseguraba que Miriam no es una mujer insana, incapaz de ser responsable de sus actos. El informe firmado por el médico Carrá tras encontrarla en el Hogar 26 de Julio no habla de una mujer demente, sino de una mujer empujada al borde por la situación que enfrenta. “Neurosis de angustia reactiva a estímulos externos compatibles a fallas del sistema”, dice el documento. “Paciente ubicada y en tiempo y espacio. A la consulta se presenta coherente, sin delirios”.
En una entrevista, el médico Carrá aseguraba: “Está muy lejos de ser una paciente psiquiátrica”. Toda la situación, que el Estado venga, le quite los hijos a una mujer y la envíe a una internación, le parecía draconiana: “Realmente me han asustado estas situaciones después de más de 30 años de trabajar en la medicina”.
El jueves pasado, una psiquiatra del Moyano se presentó en la Comisaría 4D de la Policía de la Ciudad. Denunció que Miriam se había escapado, pidió una búsqueda de su paradero. La calificó, a pesar de lo afirmado por el médico Carrá, como una paciente “extremadamente violenta”, de acuerdo a información policial.
Miriam se contactó con Carrá en los últimos días, lo llamó por teléfono. Quiere que la vean como una buena madre. “¿Cuándo voy a ver a mis hijos? No puedo más", le dijo: “Quiero que vean la foto de mi hijo más grande cuando yo lo hice entrar a una escuela privada, cuando le festejé su cumpleaños, quiero que lo vea todo el mundo”.
Hoy por la mañana, Miriam se reunió en la Defensoría del Pueblo luego de hablar con el médico Carrá y de presentarse para pedir ayuda en un Centro de Salud y Acción Comunitaria del Gobierno porteño, tuvo entrevistas en la Defensoría con sus equipos de Género, Salud Mental y Niñez, este último encabezado por María Elena Naddeo, que lleva adelante su caso desde la denuncia de la médica del Argerich.
El saldo de la reunión fue positivo. Según afirma Naddeo, la Defensoría apoyará a Miriam con un patrocinio jurídico para que pueda revincularse con sus hijos y para que también evite ser internada en un psiquiátrico, con un tratamiento ambulatorio si es necesario. El Juzgado Civil Nº10 tiene en sus manos el expediente de sus hijos.
Cerca del caso apuntan que hoy Miriam está contenida: tras dejar el Moyano, una institución médica de puertas abiertas, pasó los días en casa de unas amigas. Atravesó años atrás una historia de violencia: en 2016 realizó dos denuncias por lesiones leves contra un hombre que recayeron en el Juzgado Nº51 de acuerdo a información judicial, los datos disponibles no revelan una elevación a juicio, el Juzgado mismo se negó a responder la consulta de qué pasó con esas causas. Los que están cerca de Miriam, por su parte, hablan de una mujer entera.
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