En octubre de 2006, Juan Ignacio González, de 12 años, apodado “Ramoncito”, fue asesinado en uno de los crímenes más brutales de la historia argentina reciente.
Ocurrió en la localidad de Mercedes, a 230 kilómetros de la capital correntina. “Ramoncito” fue violado, degollado y descuartizado en un crimen ritual, la sangre de su cuerpo mutilado fue recolectada en una hostia negra, ofrecida como sacramento. Antes de morir fue torturado entre oraciones, su cuerpo quemado con cigarrillos, los practicantes en el rito diabólico aullaban y bailaban durante el sufrimiento del menor. Su cuerpo fue antes marcado con estigmas de acuerdo a instrucciones de un libro de magia negra. El testimonio de una chica que fue forzada a presenciar la ceremonia fue clave para el equipo de fiscales que finalmente imputó a nueve personas por el delito de homicidio triplemente calificado por agravantes como ensañamiento y alevosía, en concurso real con el abuso sexual con acceso carnal.
Los nueve imputados fueron condenados a penas que llegaron a cadena perpetua el 23 de septiembre de 2011 por el Superior Tribunal de Justicia de la provincia. Un año después, una de ellos evadió a la Justicia, Mabel Patricia López, enfermera, hoy de 48 años de edad, que trabajaba en un centro de salud en ese entonces. En mayo de 2012, el Tribunal Oral de la 3º Circunscripción correntina pidió su captura, lo que le dio tiempo a huir. A Patricia la habían condenado a perpetua.
Ahora, la acusada deberá volver al encierro. Prefectura la detuvo esta mañana luego de una búsqueda a cargo del Comando Unificado Federal de Recaptura de Evadidos (CUFRE), que depende de la Secretaría de Seguridad a cargo de Eugenio Burzaco. Fue encontrada en el cruce de las calles Lavalleja y Ramos, luego de intervenciones telefónicas y una vigilancia en autos encubiertos.
Así, López, la única prófuga por el crimen de “Ramoncito”, fue trasladada a una dependencia de Prefectura, donde permanece incomunicada.
La participación de López, alias “Patila”, fue particularmente grave. Se la acusó de drogar y violar al menor antes de que fuese violado y mutilado. Ocupó la lista de prófugos más buscados de la Argentina junto a evadidos como Sebastián Romero, el manifestante que disparó un mortero casero en la plaza Congreso.
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