No importaba que su muerte fuese misteriosa.
A Mariano Benedit lo sepultaron como a un patricio.
La policía había encontrado su cadáver con un tiro en el cráneo entre la maleza de la Reserva Ecológica de Costanera Sur el 17 de diciembre de 2014, la bala había entrado en el costado derecho de su cabeza, cinco centímetros por encima de su oreja. Había un casquillo junto a él, lo encontraron poco después en un rastrillaje junto a la Bersa 9 milímetros registrada a su nombre.
Esos eran los hechos. Todo el resto eran sombras. Su moto Honda Tornado blanca, con la que cámaras de seguridad lo habían visto poco antes cerca del astillero Tandanor y de la fuente de Lola Mora, no estaba junto a él. La firma de su familia, presidida en ese entonces por su hermano Miguel y que Mariano había integrado años atrás con un cargo según el Boletín Oficial, era una sociedad de Bolsa que se dedicaba a articular relaciones entre inversores y empresas, negociar cheques de pago diferidos. La empresa familiar tenía clientes de peso: la firma de electrodomésticos New San, la semillera Nidera. Pero Mariano no trabajaba con su familia.
"Era asesor financiero", decían cerca de él.
Un día antes de aparecer muerto, Benedit había retirado 150 mil dólares de una caja que su familia tenía en la Bolsa de Valores. Al mediodía llamó a su hermana, la última en escuchar su voz, le dijo que iba a ver a "un cliente", pasó por su casa de Recoleta poco después. Luego, una cámara de Tandanor filmó su paso apenas pasadas las 13 horas.
Se hablaba de una deuda fuerte de Benedit, que era doble, una deuda en blanco y otra en negro mucho mayor. Se sospechaba, al comienzo, de un posible homicidio. Se abrió una causa NN por averiguación de delito, la número 77672/2014 a cargo del Juzgado Nº49 y la Fiscalía Nº19 de Graciela Bugeiro, la misma fiscal a la que le tocó investigar a la mujer que apareció muerta y calcinada en Puerto Madero poco después de la muerte del fiscal Alberto Nisman.
A Benedit lo despidieron, ciertamente. Juan Manuel Urtubey, la Federación Argentina de Pato, un deporte del que Mariano era un entusiasta, la familia Heguy vinculada al polo y el entonces presidente de la Bolsa de Valores, Adelmo Gabbi, le dedicaron avisos fúnebres. En el pueblo bonaerense de General Belgrano, donde los Benedit tenían propiedades, su féretro fue recibido en el mausoleo familiar. Mientras tanto, los testimonios se acumulaban: "financista", decían sobre él, el eufemismo surgido al calor de las restricciones K a la compra de dólares para crear un mercado paralelo, términos de época, como cuevas, arbolitos, levantar cheques, cosas así.
"Vos le dabas tu guita para invertir y él te prometía duplicártela en seis meses, mucho no te decía", aseguraba un amigo cercano. Otros operadores del mercado aseguraban conocerlo, hablaban de supuestas recorridas para comprar cheques que luego vendería en financieras más grandes. La división Homicidios de la Federal allanó una oficina en la calle Esmeralda a nombre de Benedit donde supuestamente se cambiaba dinero. "Cueva", decían los vecinos.
El estilo de hombres jóvenes como Benedit no gustaba en algunos caminos al costado de la City. La primera generación de cueveros de la era K se componía de tipos grandes, ex ejecutivos de bancos que habían sido escupidos por las purgas del negocio, obsoletos por escándalos menores o por la edad, caídos en desgracia que encontraban su fortuna al margen de las políticas monetarias del kirchnerismo. "Pibes así son angurrientos", decía un histórico, ex jerarca de una importante institución, sentado en un living de la parte más rica de la zona norte: "En este negocio vos no mordés más de lo que podés tragar". El hombre tenía una regla de oro: "A mí me cayeron políticos colombianos con mucho efectivo. No arreglé con ninguno. Tenés que trabajar con una clientela que sabés de dónde saca su plata".
Las deudas que Benedit tenía en blanco eran fuertes, 600 mil pesos de ese entonces a diferentes entidades bancarias como el ICBC. Desde la Justicia, extraoficialmente, hablaban de un número similar en negro, pero en dólares. Benedit también tenía otros compromisos. Acababa de ser padre. Su bebé de dos semanas iba a ser bautizada el mismo día que su féretro llegó al mausoleo en el cementerio del pueblo.
¿Lo mataron? ¿Le dijeron que se mate? ¿Alguien lo mató y disfrazó la escena? No parecía. El dermotest en sus manos reveló la presencia de pólvora, su celular y su computadora fueron encontrados junto a él. Las cámaras de seguridad que tomaron su recorrido no mostraban a nadie más.
Hoy, en 2019, casi cinco años después, registros judiciales consultados por Infobae revelan que el 1º de diciembre de 2015, nueve días antes de que asumiera Mauricio Macri como presidente y convirtiera al mercado del dolar libre en algo obsoleto por varios años, el Juzgado Nº49 remitió la causa a la Fiscalía Nº19 para que fuese archivada. Una vieja fuente que investigó el caso asegura: "No se probó la participación de terceros".
En la muerte de Benedit, según la Justicia, no hubo nadie más que él mismo.
Su sucesión comenzó poco después de su muerte. El banco ICBC, al que Benedit le debía, inició acciones en Dolores de acuerdo a registros comerciales. En agosto de 2015, un juzgado comercial abrió un concurso preventivo. La deuda bancaria de Mariano eventualmente se encogió. Registros bancarios actuales hablan de unos 186 mil pesos impagos.
Y, de a poco, el escenario en el que hombres como Benedit se jugaron la suerte se reconfigura para volver. Las nuevas restricciones cambiarias estimularon el regreso de cuevas y financieras para el negocio del dólar libre, que cinco años después vuelve a ser un título en diarios y una preocupación en la cabeza de los ahorristas, con un valor de cuatro pesos por sobre el oficial del Banco Nación. Hernán Lacunza, ministro de Hacienda, reconoció la vuelta del mercado paralelo en declaraciones recientes.
El delito con respecto al dólar cambió. Las salideras bancarias ya no convienen, garantizan a los reincidentes penas altas de cumplimiento efectivo si es que caen. El cuento del tío para robar los colchones y las cajas de seguridad en las casas es la nueva tendencia, con los jubilados como víctimas preferidas y timadores que se hacen pasar por hijos o sobrinos: las causas por estafa aumentaron más de 50% en la provincia de Buenos Aires en el último año según números de la Procuración. En la City, mientras tanto, se inventan nuevas trampas.
A mediados de esta semana, Sebastián E., un joven de 27 años de Boulogne, fue detenido por la Policía de la Ciudad en la calle Florida al 400. Tenía 30 DNIs en su poder. Se sospechaba al principio que era un estafador que "pescaba" víctimas para la compra de dólares. El caso recayó en el Juzgado Federal N°7 de Sebastián Casanello con la secretaría de Martín Smietniasky.
El Juzgado ordenó tareas de investigación. Los dueños de los DNI fueron encontrados: eran personas pobres, marginales, sin chance de comprar dólares. Reconocieron que les habían alquilado sus documentos por poca plata. Sebastián E., por su parte, estaba ligado a una casa de cambio, a la que se ingresó para secuestrar documentación.
En sus cálculos, el juez Casanello sospecha una maniobra muy simple: la casa de cambio habría usado los DNIs para comprarse los dólares a sí misma de manera oficial para luego revender en el mercado de la plata libre.
Pocos días después, otro hombre fue detenido por la Policía porteña en la zona por la misma mecánica. Casanello también lo investiga.
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