La vieja computadora que Rodolfo Eduardo Suárez llevó a reparar a un local de Flores y que lo llevó a la cárcel tenía varios videos, algunos que parecían de producción propia, otros que Suárez, ex suboficial de la Federal retirado de la fuerza desde 1995, había recibido a lo largo del tiempo. La Policía de la Ciudad los analizó en su área de Cibercrimen luego de que el empleado del servicio técnico denunciara a Suárez y entregara el material, aterrado.
Encontraron una filmación, por ejemplo, de una niña de ocho años hecha cerca de 2004, que simula ser una alumna de un colegio primario que llega a casa con su mochila y su guardapolvo blanco. Se ducha desnuda, mientras alguien la filma. La Policía de la Ciudad sospecha que Suárez mismo, hoy de 71 años, es el autor de ese video. La chica, hoy mayor de edad, ya fue identificada con nombre y apellido.
Encontraron, también, otra filmación. "Denota cierta familiaridad", dice una fuente cercana al expediente contra Suárez, a cargo del Juzgado Nº 33 de Darío Bonnano. Son una mujer y su hija, de nueve años. La madre fuerza a su hija a tocarla. Luego, filma sus partes íntimas.
La filmación es más vieja que el video anterior, data de unos veinte años atrás. El archivo tenía un nombre de pila, el de la menor. También tenía una serie de metadatos que llevaron a Cibercrimen a identificar a G., la madre, hoy de casi 50 años, y a su hija. Encontraron un domicilio de la madre en la ciudad bonaerense de Carlos Casares.
El martes pasado lo allanaron. Cibercrimen fue con el apoyo de la DDI de Trenque Lauquen de la Policía Bonaerense. G. estaba ahí. Su hija, ya mayor de edad, estaba con ella de visita. Ya había dejado la casa de su madre hace años para irse a vivir a otra provincia.
La madre preguntó entre sorprendida e irritada por qué tantos policías, qué hacían ahí, cuál era el delito. "Pornografía infantil", le dijo un efectivo.
G. guardó silencio de inmediato y se sentó en un sillón junto a un perro blanco mientras Cibercrimen se llevaba cinco celulares y una computadora.
G. no quedó detenida: la Policía de la Ciudad no tenía la orden de arrestarla, sino de allanar su casa y llevarse cualquier dispositivo. El abuso a su hija, sin embargo, no prescribe de acuerdo a la ley vigente. Su suerte puede cambiar.
El suyo no es el primer caso que se conoce en tiempos recientes de una madre que abusa de su hijo o hija para producir contenido sexual infantil para el goce torcido de otros. A fines de julio pasado, la Bonaerense detuvo a una maestra jardinera de Bernal por abusar de su propio hijo que sufre de autismo y de filmar los ataques en su casa: se los enviaba a su novio en una provincia del Sur que había sido acusado de narcotráfico, una causa del fiscal Daniel Ichazo.
Suárez, por su parte, se negó a declarar ante el juez de su causa. Más de 10 mil archivos fueron encontrados en uno de sus dispositivos. Se sospecha que captó al menos a cinco menores para producir videos de abuso sexual infantil. La causa en su contra, en cierta forma, recién comienza.
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