Fue la sincronía de los homicidios.
Este lunes por la tarde Eugenio Veppo, productor televisivo de 31 años, declaraba en el Juzgado N°13 frente a la jueza subrogante Yamile Bernán, al mismo tiempo que el cuerpo de la agente que atropelló y mató el domingo por la madrugada, Cinthia Yanet Choque, de 27 años, ingresaba junto a un extenso cortejo al cementerio del barrio de Flores. Mientras tanto, cientos de agentes de tránsito compañeros de Cinthia y de Santiago Siciliano, el otro agente que resultó gravemente lesionado, cortaban la avenida 9 de Julio a la altura del Obelisco para reclamar por mejores condiciones laborales en una movilización inédita.
Pidieron más seguridad, mejores uniformes, mejores salarios y términos de contrato.
"Cinthia murió monotributista", dijo uno de ellos.
El cuerpo de Cinthia había sido velado en la Capilla de Nuestra Señora de Copacabana, muy cerca de su casa en el barrio de Pompeya.
Luego de 12 horas de servicio fúnebre, el cortejo partió de Itaquí al 2100 a las 14. De los tres carriles de la calle de ingreso al cementerio ubicado en Balbastro y Varela, sólo uno quedó libre por la gran cantidad de autos. Para ese momento unas cincuenta personas ya aguardaban en la puerta de la capilla, entre ellos varios agentes y algunos funcionarios.
En el primer auto detrás del féretro se lo pudo ver a Cristian, el marido de Cinthia, con un camperón deportivo y apretando fuerte un portaretratos contra el pecho. También estaban sus papás, su hermana y la mayor de sus hijas, de apenas 7 años.
50 familiares bajaron de un micro de escolares naranja. Una Trafic llevó a más gente. Llenaron la capilla, la arcada principal del cementerio y algunos tuvieron que permanecer en la vereda. Nadie intentaba ocultar el dolor.
Se realizó un responso breve antes de seguir camino hacia el nicho 34/77 de la Galería Gran Panteón. La multitud, ya cerca de 200 personas, caminó través de las tumbas repletas de flores, colores estridentes, fotos, varias latas de cerveza que delataban brindis recientes, bajo la lluvia.
Debajo de varios paraguas iban amontonados los uniformes cian y amarillos de los agentes. En diálogo con Infobae varios admitieron no haber conocido a Cinthia, pero cuentan que sintieron la necesidad de estar ahí. No podían evitar pensar que podrían haber sido ellos. En la capilla de la Virgen de Copacabana, un uniforme de agente de tránsito fue puesto junto al féretro. En el burlete del parabrisas del Passat de Veppo, la división Rastros de la Policía de la Ciudad encontró fibras color cian, el mismo tono que el uniforme.
Las amigas de la foto estaban entre ellas.
-¿Eran compañeras?
-Éramos amigas y compañeras– corrige con la voz firme y los ojos llenos de lágrimas Rosalía Cruz. Al lado de ella están Verónica Navarro y Claudia Almirón. En el Facebook de Cinthia una selfie del 29 de enero pasado las muestra a las cuatro de uniforme, camino a un control, sonriendo.
"Nos enteramos por mensajes de nuestros compañeros que preguntaban quién se había accidentado. Después dijeron que era Cinthia, que estaba grave y a lo último que había fallecido", relataron sobre cómo el domingo a la madrugada se enteraron de lo que había pasado a través de un chat.
"Nadie te podía decir nada malo de ella, todo el tiempo con una sonrisa", la describe Claudia Almirón y le tiembla la voz.
Se recompone para referirse a Veppo.
"Tiene toda la responsabilidad del mundo, esa persona tiene que pagar por dos nenas que se quedaron sin mamá. ¿Cómo le explicás a esas nenas? El marido está devastado, su mamá también, todo Tránsito siente esto", dijo la compañera.
Rosalía agregó: "Queremos justicia por Cinthia y por Santiago, que la gente sea un poco más humana, que tenga empatía, porque no se puede dejar a una persona tirada en la calle. Si se equivocó debería haber admitido su error, no irse como una rata. Porque hizo eso, se escapó como una rata".
Verónica por su parte recordó que Cinthia trabajaba desde hace seis años en Transporte y desde hace algo más de tres en la parte de controles de la Secretaría durante los fines de semana. Todas aseguraron haber sentido alguna vez miedo durante los controles en avenidas grandes.
"Te pasan cerca, juegan a eso, las motos pasan y te patean el pecho. Cuando uno está en un control lo único que tiene es a su compañero", describió otra agente, Elena Salazar y le aseguró a Infobae que el año pasado se lo dijo a un jefe de operativo: "Que ningún hijo tenga que lamentar que no llegue su papá".
"Yo estoy tratando de conseguir un psicólogo para Víctor", compartió además Elena refiriéndose a uno de sus dos compañeros que presenciaron la escena. "Santiago quedó doblado como un muñeco en el pavimento y Cinthia murió a mis pies", había descripto en un chat el controlador. La otra testigo, Noelia, llegó este lunes hasta la capilla, pero se retiró poco antes de las 15 para recibir atención psicológica.
El pasillo de la Galería Gran Panteón no alcanzó a contener a todas las personas que acompañaron a Cinthia este lunes. La gran mayoría escuchó y siguió con la voz instintivamente el Padre Nuestro y los tres Ave María.
Después, entre sollozos y un intenso aroma a flores, el féretro fue depositado en el hueco 34/77 de la zona de nichos del cementerio.
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