Despertar llorando cada mañana: el infierno de una menor de Villa Lugano abusada por su tío durante 7 años

Una joven de 17 años se quebró durante una clase en su colegio y le reveló a una profesora que había sido abusada durante toda su adolescencia por un familiar que vivía en una casa junto a la suya. Su madre hizo la denuncia y el hombre fue detenido: está preso y procesado

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Pasó un miércoles de abril de este año por la mañana en una escuela secundaria estatal en Villa Lugano. En una clase se produjo una discusión y, de manera intempestiva, una de las alumnas se fue del aula llorando, directo al baño. La profesora la siguió, le pidió que se tranquilizara y le preguntó qué era lo que le pasaba.

"Mi tío me manosea", le contestó ella.

La joven de 17 años le contó entonces a la docente, la vicerrectora y la directora, lo que había sufrido desde sus 9 a sus 16 años. Los directivos la llamaron de inmediato a su madre para que se dirigiera al colegio y pudiera escuchar en palabras de su hija lo que pasaba.

Señaló con nombre y apellido a un único responsable. Su madre lo conocía bien. 

Gabriel A., de 32 años, empleado hasta abril de este año de una empresa médica -su identidad se mantiene en reserva en esta nota para preservar la de la víctima-, es la pareja de la hermana del padrastro de la joven y vivió siempre en el mismo terreno que ella, en la casa lindante, pero compartían espacios comunes como el baño, la cocina y los pasillos de la vivienda, ubicada también en Villa Lugano. Era prácticamente una convivencia.

Según describió ella misma en su declaración, vivieron de esa forma toda la vida, por lo que, a pesar de no tener un vínculo de sangre, lo trataba como si fuera su tío y a sus hijos como sus primos.

La joven dijo que, desde sus 9 años, Gabriel A. abusó de ella en diversas formas y en reiteradas oportunidades, aprovechando los momentos en que se cruzaban dentro de la casa y que eso ocurría aproximadamente una vez por mes. Su madre, horrorizada por el descubrimiento de esa situación, hizo la denuncia en la Comisaría Vecinal 8A de la Policía de la Ciudad.

En su declaración, la joven dijo que el hombre la tocaba "muchas veces" cuando ella era muy chica y no entendía de qué se trataba. Luego los abusos fueron "subiendo de tono" y la obligó a hacer prácticas que no quería, hasta que empezó a crecer y de alguna manera mermaron. El último episodio, sin embargo, ocurrió a sus 16 años en un pasillo de la casa, donde el hombre aprovechó el encuentro para "apoyarla".

Dijo sentirse temerosa de hacer la denuncia, pero manifestó que lo que más quería era que su familia lo supiera, porque nunca había encontrado la manera de decirlo y no quería preocuparla a su mamá. Se sentía aliviada. El temor radicaba en que el hombre la tenía amenazada y le repetía que no dijera nada. "Nadie te va a creer", le decía a puertas cerradas para intimidarla.

Una vez, contó la joven, hace unos años, su primo, hoy de 13 años, hijo de Gabriel A., los sorprendió mientras su tío la amenazaba. Las amenazas no fueron solo hacia ella, también contra su propio hijo. Le dijo que, si contaba lo que había visto, a él lo iban a meter preso y no lo iba a poder ver más.

La Justicia ordenó de inmediato la prohibición de acercamiento para Gabriel A. y su grupo familiar. También ordenó la suspensión de todo tipo de contacto: físico, telefónico y hasta por correo electrónico. Lógicamente, el hombre fue desplazado también de su casa.

Tras la investigación de la Fiscalía Criminal y Correccional N° 30, a cargo de Marcela Sánchez, la jueza María Alejandra Provítola, del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N° 6 de la Capital Federal, lo procesó con prisión preventiva por el delito de "abuso sexual con acceso carnal, reiterado en un número indeterminado de oportunidades, agravado por la relación de convivencia, en concurso ideal con el delito de corrupción de menores, agravado por haber mediado amenazas".

La pericia psicológica y psiquiátrica a la víctima, de acuerdo con el informe de los especialistas que la entrevistaron, dio cuenta de los hechos de abuso. La joven contó que durante todos estos años se despertaba llorando por las cosas que soñaba pero que después no podía recordar lo que soñaba, que empezó a tener desórdenes alimenticios y que, cuando empezó a crecer y definir su sexualidad, empezó a sentir mucha repulsión por los hombres.

Los peritos vieron en ella una mezcla de miedo por lo que pudiera hacerle su agresor y una profunda tristeza por lo que podría pasar dentro de su familia con la denuncia.

El informe concluyó que la menor mostraba "indicadores emocionales compatibles con haber padecido situaciones de victimización sexual, bajo la forma de tristeza, vivencias de desprotección, angustia contenida, elementos defensivos de disociación, naturalización y sobreadaptación".

La menor contó que su
La menor contó que su tío abusó de ella entre sus 9 y 16 años en diversas oportunidades

Tras ser detenido, Gabriel A. se negó a declarar. Luego su defensa pidió una ampliación donde quiso dar su versión de los hechos. Aseguró ser inocente y argumentó que los hechos que se le imputan no podrían haber ocurrido porque no había existido un momento en el cual él fuera a la casa y no hubiese nadie.

Dijo que la joven jamás estaba sola, porque allí vivía también un hermano del padrastro que estaba bajo medicación psiquiátrica y nunca abandonaba la casa y, durante un tiempo, también su suegra, que estaba enferma. Aseguró que tenía una buena relación con su sobrina y que compartían fiestas y cumpleaños sin inconvenientes.

En una pericia que se realizó sobre su celular que integra la evidencia hasta ahora en la causa, sin embargo, aparecieron una serie de chats con un contacto en los que le pedía "pastillas" y otros con otro sujeto al que él le explicaba: "En Lugano tengo acá en la Oculta un trava que vende. Una peruana linda, buena, medio cortina pero buena".

En conversaciones posteriores, uno de esos sujetos lo increpaba y lo invitaba a pelear por haber "tocado" a una tal "Andrea". "Estás flasheando cualquiera, no sé de qué estás hablando. La otra wacha dice cualquier quilombo, no sé de qué estás hablando, decime algo concreto", le contestó el hombre, sin poder mermar las amenazas de su interlocutor, que le prometía ir a buscarlo con pruebas.

Para finalizar la conversación, le envió otra nota de voz: "Me estoy comiendo un re garrón de la otra wacha. Por lo de la otra wacha estoy diciendo por lo de *****", dijo en relación a las acusaciones de su sobrina.

Procesado y preso: parte de
Procesado y preso: parte de la decisión firmada por la jueza Provítola.

La jueza Provítola consideró que la materialidad de los hechos está acreditada y que todos los datos que brindó la menor fueron corroborados. En sus cálculos, lo que dice Gabriel A. no tiene sustento, ya que "mediante una simple suma" se podía dar cuenta de que en todo el tiempo que vivieron en el mismo terreno, al compartir espacios comunes, el hombre podría haber cruzado a la casa aproximadamente más de 6 mil veces en todo el tiempo en que ocurrieron los abusos, por lo que sería "altamente improbable" que siempre hubiera alguien presente además de él y la menor. Entendió que esa explicación no alcanzaba para desestimar el relato de la joven. Además de procesarlo con prisión preventiva, Provítola lo embargó también por 500 mil pesos.

Los jueces Julio Marcelo Lucini, Mariano González Palazzo y Magdalena Laíño, de la Sala 6 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, confirmaron el procesamiento a principios del mes de julio.

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