Un click sobre un corazón en la pantalla bastó para que una joven de 29 años comenzara a chatear por Tinder con quien hasta ese momento era simplemente "Cristian", de 30 años, oriundo de Villa Lugano. Unas pocas fotos, una descripción breve y la edad, eran todo lo que conocían uno del otro. Después de chatear una semana decidieron encontrarse en el departamento de ella en Balvanera.
Según la denuncia que realizó la mujer el 22 de julio ante la Policía de la Ciudad, esa noche compartieron bebidas alcohólicas, charlaron y hasta llegaron a besarse. Pero todo cambió cuando ella le dijo que no quería mantener relaciones sexuales. Entonces la situación se tornó violenta: él le arrancó la ropa y abusó sexualmente de ella sin utilizar preservativo.
La mujer dijo no recordar más nada. Cuando despertó el abusador ya se había ido llevándose consigo su billetera con sus documentos, tarjetas de crédito, una tarjeta SUBE y las llaves del departamento. No era la primera vez que el hombre de 30 años era involucrado en una causa por robo, aunque sí la primera que utilizaba la aplicación de citas para captar a sus víctimas.
El imputado, Cristian Nicolás Tottene, tras concretar su engaño se desvinculó de todas sus redes sociales, eliminando los perfiles a través de los que pudieran reconocerlo. Aunque su víctima no lo sabía, Tottene tenía un pedido de captura activo por un robo.
En las últimas semanas la Fiscalía Criminal y Correccional N° 27 a cargo del doctor Marcelo Eduardo Munilla Lacasa, que hasta ese momento estaba a cargo del caso, solicitó la intervención de la División Sumarios y Brigadas de la Comuna 3 de la Policía de la Ciudad para lograr establecer los pasos de Tottene.
Los agentes comenzaron con una investigación a través de redes sociales, analizando los cruces de cuentas que había entablado el imputado, y definieron que este elegía víctimas de alrededor de 30 años y que vivieran solas. También comprobaron que tenía dos domicilios: uno en la calle Alberti al 500, en Balvanera, y otro en Olivos.
Se realizaron investigaciones encubiertas en torno a las distintas direcciones, hasta que se lo reconoció a través de las cámaras de seguridad de un supermercado chino en Olivos. Fue recién entonces que la fiscalía libró la orden de allanamiento en los dos domicilios con los que se lo vinculaba.
Los efectivos de la fuerza porteña, con colaboración del DOEM y de un grupo de dispersión, dieron con el sospechoso en la casa de Olivos y quedó detenido. Fue una vez en la comisaría que se corroboró que recaía sobre él un pedido previo de captura por robo.
Su caso no es el único. A fines de mayo pasado, la Policía de la Ciudad capturó por segunda vez a Matías Ezequiel Q., de 26 años, oriundo de San Clemente del Tuyú, que concretaba citas con otros hombres mediante aplicaciones como Hornet o Tinder para drogarlos y robarles. La primera vez que cayó fue entregado por sus propias víctimas, un argentino y un brasileño, en medio de un forcejeo en la puerta de un edificio en la calle Arias, barrio de Belgrano. Su segunda captura estuvo a cargo del Juzgado Nº 9: se le atribuyeron más de 20 ataques.
El calendario delictivo de 2016 tuvo hechos notorios. En mayo de ese año, un subcomisario de la Policía de Córdoba fue desvalijado por una mujer de 29 años que conoció a través de Tinder: le robó dinero, dos celulares y su arma reglamentaria tras drogarlo. En agosto, tres meses después, la Policía Federal detuvo a una pareja de peluqueros que tenían un local sobre la calle Viamonte. Fueron detenidos por ser los supuestos cerebros detrás de violentos secuestros a hombres que mujeres usadas por la banda como señuelos conocían en la red Badoo.
La mecánica, confirmada por fuentes tanto judiciales como policiales a Infobae, era simple: atraer hombres solos por la red social Badoo mediante el perfil de una mujer bajo el pretexto de concretar una cita romántica. La cita efectivamente ocurría, al menos dos víctimas aseguraron que la mujer estuvo presente. De inmediato, las víctimas eran golpeadas ferozmente y amenazadas para que entreguen sus llaves: sus casas eran luego desvalijadas. De acuerdo a testimonios, eran forzados a tomar pastillas y luego liberados en zonas como Avellaneda, a la vera del Riachuelo, para deambular hasta llegar a una comisaría.
El caso de un femicida en Tinder
En 2017, el caso de Pablo Cuchán había encendido el debate acerca de los riesgos que pueden traer la aplicaciones de citas.
El 16 de octubre de 2004, Cuchán tenía 25 años y mató a Luciana Moretti, de 15, a quien asesinó, descuartizó y luego prendió fuego en una parrilla. En 2016 recuperó su libertad y pocos meses después recibió una denuncia por violencia de género. En 2017 se hizo un perfil en Tinder.
En aquel momento varias mujeres se manifestaron a través de repudios contra el hecho de que alguien con los antecedentes de Cuchán tuviera un perfil en la aplicación, principalmente a partir de los potenciales riesgos para las mujeres que pudiera conocer, y no supieran de su historial criminal.
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