La pastilla sospechada de matar a la marplatense Alanís Moyano quizás no tenía veneno para ratas, sino algo mucho más caliente. Moyano murió el 17 de julio en una cama del hospital Clinic de Palma de Mallorca, España, con un feroz cuadro de hipertermia de 43 grados de temperatura. Había, según testimonios, consumido una pastilla de éxtasis en un festival de música poco antes. Esa pastilla, según la organización de reducción de daños española Energy Control, que depende de la ONG Asociación Bienestar y Desarrollo tenía un color dorado y el logo de la marca de ropa Philipp Plein, muy conocida en España.
En un reciente comunicado desde Barcelona, Energy Control alertó sobre la peligrosidad de esta pastilla. Citó varios estudios de otras organizaciones de reducción de daños en Europa como SaferParty o EcstasyData que se encargan de testear el poder y la toxicidad de pastillas encontradas en discos: una Philipp Plein dorada, aseguró Energy Control, puede contener entre 200 y 300 miligramos de MDMA, el principio activo del éxtasis. Es una dosis elevada, de marcada peligrosidad.
En la nueva era global del éxtasis, esa dosis no es la excepción: es la norma.
Los comprimidos de gran poder con diversas formas y logotipos son parte cotidiana del mercado dealer argentino: los 50 miligramos de MDMA que contenían las pastillas que circulaban en fiestas electrónicas hace 15 años hoy se cuadruplican gracias a una baja en Asia el costo del safrol, el principal insumo para producir la sustancia en laboratorios de España, Bélgica o Alemania. Un informe del European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction aseguraba ya en 2016 que las pastillas habían saltado de 50 u 80 miligramos a un promedio de 125. En Buenos Aires, muestras como la Coca Cola de color rosa o pastillas de tono naranja o amarillo con la cara de Donald Trump circulan en el país al menos desde 2018 y ya fueron incautadas por fuerzas de seguridad como la Policía de la Ciudad en operativos recientes.
Las Trump naranjas testeadas en Zurich en febrero de 2018 por Ecstasydata revelaron 208 miligramos de MDMA en cada comprimido, una dosis calificada como extremadamente alta. Las Coca Cola rojas o rosadas, también presentes en Argentina a fines del año pasado, tienen más todavía: 214 miligramos. Otras Trump naranja evaluadas por la organización británica The Loop en el festival de música Bestival en Inglaterra de 2018 revelaron un pico récord de 250 miligramos.
En Argentina, el foro Argenpills nuclea desde hace más de diez años a consumidores de drogas sintéticas que comparten información sobre el material que encuentran en el circuito: escriben sus experiencias, consultan ante dudas, advierten sobre malas tandas y señalan, en particular, qué pastilla es más fuerte. En las páginas del foro, varios usuarios aseguran haber consumido las Philipp Plein doradas en Capital Federal al menos desde julio de 2018.
"Las tengo en mi mano, mucho olor a anís, dicen PP de un lado, del otro una calavera. Excelentemente laqueadas y prensadas, hermoso color dorado, te queda brillo en las manos al tacto", escribió un usuario.
Otro consumidor que reconoció tener una baja tolerancia al éxtasis contó su experiencia con la PP dorada en una disco de Palermo, también en julio de 2018, con un célebre DJ belga en la cabina. La pastilla fue algo traicionero. Comenzó con medio comprimido. Al notar que "no subía", el usuario se tragó el resto. El párrafo que escribió en Argenpills es desesperante:
"Me puse una de esas gafas que te hacen flashear visuales como 5 minutos, un flash de puta madre, estaba en Disney. Me las saco y a los 15 minutos me pego un patadón que me la dio en la pera. No sabia dónde estaba, ni con quienes estaba, sumado a que el ambiente no ayuda, boliche completamente explotado, muchísimo calor, no había lugar. Me acompañan unos pibes al pasillo de la entrada y tuve que quedarme ahí como una hora entera hasta que sentí que al menos podía volver a intentar disfrutar la fiesta. Fue el mal viaje de mi vida".
El usuario, aseguró, quedó marcado por la experiencia, no volvió a consumir tras el miedo. Podría haber terminado en una guardia de hospital, o muerto en la calle.
El modelo dorado de las pastillas PP no es el único en el país: sus variantes en tonos gris, rosa, amarillo pastel, blanco y celeste también son parte del mercado y fueron reportadas desde 2017. La gris es la más común en las discos porteñas: un análisis de la organización SaferParty realizada a una muestra mayo de 2018 en Berna, capital de Suiza, indicó 254 miligramos de MDMA. Unos 100, para un usuario sin tolerancia desarrollada, de bajo peso, pueden ser más que suficientes. Y luego está el factor que marcó la mortandad en la tragedia de Time Warp de abril de 2016: la mezcla de sustancias, el policonsumo. Una pastilla fuerte no es el único problema.
Hay un elemento que se repite en los relatos de los consumidores: fraccionar pastillas y tomar de a poco en vez de consumirla entera. El conocimiento para hacerlo es algo que es parte de la comunidad, netamente espontáneo, secretos a voces. Los usuarios hasta aplican sus propios tests reactivos a pastillas como el Ehrlich o el Mandolin, administrados con goteros, para conocer las sustancias en su composición.
La reducción de daños es una rareza en el sistema, mientras el Estado aposta policías a la entrada de festivales electrónicos para cacheos y requisas. El Proyecto Atención en Fiestas (PAF!) ofrece información dentro de los predios, espacios de descanso y agua. Sin embargo, el testeo de sustancias dentro de eventos como ocurre en países europeos es algo lejano.
Quizás se trata de tiempos de cambio. Según el último relevo de la SEDRONAR, el consumo de éxtasis aumentó un 200% en menores en la última década. En 2018, se secuestraron 56350 pastillas de éxtasis en el país en procedimientos de fuerzas de seguridad de acuerdo a datos de la Subsecretaría de Lucha contra el Narcotráfico a cargo de Martín Verrier, que depende de la secretaría de Seguridad. El 43% venía de Alemania, el principal proveedor al mercado argentino, otro 34% de Bélgica.
Quizás también se trate de oferta. A mediados del mes pasado, un movedizo dealer del circuito de Palermo/Las Cañitas ofreció su nuevo tarifario a su clientela, con un stock variado. El gramo de cocaína costaba 800 pesos, el de 2CB, la "cocaína rosa", unos dos mil. El gramo de flores de marihuana llegaba a 500, lo mismo un cartón de LSD. El éxtasis era lo más barato de todo: 400 pesos la pastilla.
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