El hallazgo del cuerpo de Diego Román en un descampado de difícil acceso en el Barrio Comunal 3 en la ciudad de Recreo, Santa Fe, estuvo revestido de un horror particular. Su padre, Julio, de 35 años, había denunciado su desaparición el miércoles último, había asegurado a la Policía de Santa Fe que su hijo se había ido de la escuela esa mañana y que no había vuelto. Dijo que tenía pantalón rojo corto, zapatillas blancas, remeras manga larga blanca. No habló de las medias.
El cadáver de Diego estaba desnudo: solo tenía puestas las medias. También, tenía 30 puñaladas en todo el cuerpo.
Fue encontrado por el vicepresidente del club de fútbol de la zona en que jugaba, el cadáver estaba a unas ocho cuadras de la cancha. Ambas piernas tenían cortes profundos, un muslo tenía mordeduras, posiblemente de perros, tenía tajos en la cabeza posiblemente hechos con un cuchillo. "Hay determinadas partes que tienen signos de violencia muy puntuales", aseguró una fuente cercana a la investigación del fiscal Andrés Marchi, que no se atrevió a usar el término "mutilado".
Según las primeras evaluaciones, Diego falleció entre 12 y 24 horas antes de ser encontrado.
Mientras tanto, la madre del chico acusa al padre y a la madrastra. Julio Román niega las acusaciones.
El crimen remite a otro caso aberrante, el de Mario Agustín Salto, "Marito", de apenas once años de edad, que desapareció en el pueblo de Quimilí, Santiago del Estero, el 31 de mayo de 2016. Tenía 11 años.
"Marito" había sido visto por última vez en un punto local conocido como "La Represa", una suerte de laguna, mientras pescaba con su caña. Dos días después, su cadáver era encontrado en un pastizal justo al otro lado del pueblo por un baqueano local que luego alertó a una línea telefónica policial. El baqueano había visto a su perro llevar algo entre los dientes: era una pierna humana. El resto del cuerpo de "Marito" estaba a unos doscientos metros de su casa.
La autopsia practicada diez días después en la Morgue Judicial determinó que murió degollado. Las muestras tomadas correspondieron a un perfil de ADN distinto al del niño que demostró ser parcial en pruebas posteriores, insuficientes para una identificación.
La autopsia al cuerpo de Diego Román, por su parte, deberá determinar si el niño fue víctima de abuso sexual antes de ser asesinado.
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