Ya habían sido desafectados de la Policía Bonaerense, pero desde el viernes pasado, el oficial Rodrigo Canstatt y el oficial subinspector Sergio Darío Montenegro, ambos del Comando de Patrullas de Tres de Febrero, están detenidos.
La Justicia encontró suficientes pruebas para considerarlos sospechosos de haber actuado como asesinos y no como policías durante una persecución ocurrida a fines de mayo en la localidad de Martín Coronado, tras la cual terminó muerto el joven Diego Cagliero, de 30 años.
La fiscal Gabriela Disnan, que investiga los hechos sucedidos el 19 de mayo, consideró que Castatt, de 25 años y con apenas más de un año de antigüedad en la fuerza, disparó al menos 10 veces contra la camioneta en la que viajaba Cagliero junto a siete amigos, tras ser denunciados por el encargado de un supermercado por supuestamente haber robado bebidas alcohólicas.
El oficial está imputado por el delito de homicidio agravado, ya que se comprobó a través de pericias que las balas que salieron de su arma terminaron con la vida de Cagliero.
Montenegro, de 34 años y 11 de antigüedad en la Bonaerense, está acusado de homicidio agravado en grado de tentativa porque los análisis del episodio determinaron que los proyectiles que él disparó durante la persecución hirieron al joven Mauro Tedesco, que también estaba en la camioneta junto a la víctima fatal.
Para Disnan, según el documento con el que pidió la detención, ambos policías actuaron "con conocimiento y previsión del resultado que su accionar podía provocar en los ocupantes del rodado" y de todas maneras dispararon.
Personal de la Auditoría General de Asuntos Internos de la Policía Bonaerense, dependiente del Ministerio de Seguridad, efectivizó el viernes pasado las detenciones solicitadas por la fiscal.
La Policía Bonaerense había comunicado el hecho como un tiroteo entre el grupo de amigos que iba en la camioneta y la Policía. Pero los jóvenes no efectuaron disparos; se comprobó que las armas halladas en el vehículo donde iban ellos -una camioneta perteneciente a la empresa Aysa, que no tiene ventanillas- no fueron utilizadas y la sospecha es que fueron plantadas por los policías cuando notaron que no se trataba de un grupo de delincuentes.
Ya era tarde. La Bonaerense, desplegada con cinco patrulleros, había disparado ya 12 veces. "En la escena del hecho no se encontró otra vaina ni otra bala que no fuera de los policías", remarcó a Infobae el abogado de la familia Cagliero, Fernando Sicilia.
"Este es un paso más en una lucha judicial que recién comienza, seguimos reclamando para que se lleve este proceso a su fin, con juicio y castigo a los responsables de esta verdadera masacre, en la que perdimos a un amado hijo, hermano, sobrino, primo, amigo, novio y futuro padre", comunicó su familia, tras la detención.
Cagliero esperaba un hijo y unos días después de ser asesinado tenía turno con los médicos para conocer el sexo de su bebé en gestación.
El día de los hechos, el grupo de amigos había estado unos 40 minutos antes del episodio en un supermercado, donde tuvo un altercado con los empleados del lugar. Venían del velatorio de un amigo y algunos de ellos intentaron robar productos pero finalmente, según los testimonios de los implicados ante la fiscal, y los videos registrados en las cámaras de seguridad, los devolvieron.
En una de las imágenes se ve salir a uno de ellos con una botella bajo su ropa, un robo demasiado leve como para motivar una persecución que terminó con una docena de disparos contra una camioneta.
Lo cierto es que fueron denunciados al 911 y en plena avenida Márquez, un domingo al mediodía, comenzó la persecución, que terminó con una encerrona de los patrulleros a la camioneta, cuyo chofer intentó esquivarlos, lo que habría desencadenado la ola de plomo de la Policía.
"En ningún momento antes de que me intercepten sentí que me venían persiguiendo, yo iba a la velocidad permitida en la avenida", dejó asentado en su declaración el amigo de Cagliero que manejaba la camioneta.
La fiscal le preguntó si esquivó el patrullero y el hombre respondió que sí "porque se venía de frente" pero que igual lo golpeó. Y contó que siguió unos "30 o 40 metros" y que después frenó porque escuchó los gritos de sus amigos.
"A todo esto se escuchaban los ruidos de la balacera, cómo pegaban contra la camioneta. No frené porque me asusté, sinceramente, jamás me imaginé que venían hacia mí", declaró ante Disnan, y agregó que cuando los hicieron bajar con las manos arriba "los policías estaban muy alterados".
El episodio ocurrió horas después de la llamada "masacre de San Miguel del Monte", donde la Policía asesinó a cuatro adolescentes que paseaban a bordo de un auto por el pueblo.
Ambos hechos despertaron el repudio y la preocupación de diferentes organizaciones, como la Conferencia Episcopal Argentina, desde donde alertaron de que el mal accionar de las fuerzas de seguridad "representa una amenaza particularmente para los jóvenes y las personas más vulnerables".
"Presentar como 'ejemplares' hechos mal llamados de justicia por mano propia o justificar actos violentos y delictivos sin esperar veredictos judiciales no deberían caber en un país que aspire a pacificarse", firmaron los integrantes de la Comisión Nacional de Justicia y Paz.
Para el próximo miércoles 3 de julio, integrantes de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso Nacional, junto a diputados de distintos bloques de la oposición, familiares de víctimas de la violencia institucional y organismos de derechos humanos, convocan a una conferencia de prensa "con el objetivo de dar a conocer la gravísima situación generada por los últimos casos de gatillo fácil tanto en la provincia de Buenos Aires como en distintos lugares de nuestro país".
La conferencia de prensa será a las 12 en el Salón Auditorio del Anexo de la Cámara de Diputados.
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