A diferencia de Gregor Samsa, el personaje mítico de Franz Kafka, Ibar Esteban Pérez Corradi no despertó en su celda de la cárcel de Marcos Paz convertido en un escarabajo. Según él, amaneció rodeado de cucarachas.
"Parecía tapizado por estos bichos, al final celebré que una rata comenzó a devorarlos", le dijo a un compañero de encierro.
Pero el martes 4 ocurrió un hecho insólito en la sala AMIA de los tribunales de Comodoro Py: Corradi se sentó dispuesto a participar del tercer juicio en su contra (por lavado de dinero), pero de su ropa comenzaron a salir decenas de cucarachas.
"Traigan insecticida", pidió un secretario. El Tribunal, integrado por los jueces Daniel Obligado, Andriana Palliotti y José Martínez Sobrino, decidió suspender la audiencia. Inmutable, Pérez Corradi fue enviado a revisión con el servicio médico.
Por este episodio debieron suspenderse dos juicios.
Más allá de que en un principio su abogado Carlos Broitman fue señalado como quien habría ingresado un frasco con cucarachas, al parecer los insectos fueron trasladados por Corradi.
"Lo hizo para protestar por las condiciones de detención paupérrimas que sufre en Macos Paz. Su celda está llena de cucarachas. No fumigan y amenazan con suspenderlo si él no las mata", aseguró un allegado del hombre acusado de traficar efedrina.
Ahora, el farmacéutico es juzgado por lavado de dinero. Lo acusan de haber facilitado su cuenta bancaria para blanquear $312.677,79 de empresas y obras sociales vinculadas a la mafia de los medicamentos.
-Usted está entre los apuntados por el affaire de las cucarachas -le preguntó Infobae a Broitman, uno de los penalistas que defiende a Corradi.
-No sé de dónde salió esa barbaridad. Llegué a las 10.30 y el juicio se retrasó más de una hora. El clima estaba enrarecido porque no autorizaron a mi defendido a que diera una nota. Le pusieron mordaza política. Pero la cuestión es que no tuve contacto con él, yo venía de un viaje de trabajo por los Estados Unidos y Europa. Ni siquiera lo vi antes de la audiencia.
-¿Y quién le dio las cucarachas?
-Eso no lo puedo responder yo. Había jueces, policías, custodios, empleados, es imposible que yo le hubiera dado cualquier cosa. Ni siquiera pude hablar con él.
-Cuesta imaginar que Corradi pasó diez horas con más de cien cucarachas en su cuerpo...
-Yo no se las di. Y además estaba firmemente custodiado. Pero ese día lo cierto es que entré en la sala, Corradi se me sentó al lado y de repente me saltó una cucaracha en el escritorio, la tapé y lo miré y le salían cucarachas por la espalda, por todos lados, en realidad. Me levanté, agarré el saco y me alejé más de un metro porque me iban a saltar a mí. Un abogado dice "maté a una, están yendo como diez cucarachas para ahí". Les avisó a los jueces. Gracias a Dios está todo filmado. Fue un desastre, algo horroroso y asqueroso. Habré contado más de 30 o 40 cucarachas. Nunca vi algo así.
-¿Cree que su defendido lo hizo como acto de protesta?
-Puede ser. La respuesta la tiene Corradi. Acá hay una verdad. A Fariña, por ejemplo, le dan sushi, gimnasio, ropa nueva, aparece en todos los medios bañadito, y mi defendido está en el mismo programa y no lo dejan hablar y está en un claustro.
-¿Qué le dijo Corradi?
-Ese día pude hablar apenas dos minutos. Me dijo: "Yo convivo con cucarachas, sólo me cuido que no se me metan en los oídos. Eso es peligroso. Por eso duermo con tapones". No fue una performance.
-Los miembros de los Monos, condenados por narcotráfico, se desnudaron una vez para suspender una audiencia. Lo de Corradi pudo ser algo parecido…
-No lo sé. Lo que quiero que quede claro es que no tuve nada que ver.
La versión de Pérez Corradi
"Hola, soy compañero de Corradi. A él ni por teléfono lo dejan hablar. Le sacaron visitas higiénicas, amenazaron con sacarle las salidas de su celda y lo obligan a limpiar la celda infectada de cucarachas, cuando hay un presupuesto para eso. Él llevó a las cucarachas porque están todo el tiempo acá. Pasó las requisas sin problemas y las tuvo como ocho horas. Es normal para él. Se acostumbró a dormir con la boca cerrada y con los oídos tapados", dijo un hombre que habló con Infobae y fue una especie de mensajero de Corradi.
En 2018, Pérez Corradi tuvo dos condenas en su contra: siete años de prisión por el desvío ilegal entre 2004 y 2008, de 1.900 kilos de efedrina para ser utilizada como precursor químico en la elaboración de drogas sintéticas por narcos internacionales. Y dos años y cinco meses de prisión efectiva por el contrabando de al menos 50 kilos de efedrina desde China e India a través de encomiendas que se enviaron entre junio y julio de 2008.
Todo esto salió a la luz a partir del triple crimen de General Rodríguez, ocurrido el 8 de agosto de 2008, cuando Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina aparecieron asesinados a balazos en una zanja.
La hipótesis de la Justicia es que Forza le debía 250 mil dólares a Corradi, además de robarle un cliente mexicano de un cártel de la droga. Es por eso que, según sostienen los investigadores, Corradi contrató a los hermanos Martín y Cristian Lanatta y a Víctor Schillaci para eliminar a los tres empresarios. Para la Justicia, esa banda llevó engañados a las víctimas a una reunión en Quilmes y los mató a balazos antes de drogarlos con cocaína. La autopsia reveló que el último en morir fue Forza. De ocho balazos. Antes vio cómo ejecutaban a sangre fría a sus socios.
Corradi estuvo prófugo durante cuatro años: lo recapturaron el 19 de junio de 2016 en Foz de Iguazú, Brasil, y extraditado a la Argentina desde Paraguay. Estuvo detenido en el edificio Centinela de Gendarmería Nacional bajo el régimen de protección de testigos e imputados del Ministerio de Justicia de la Nación.
Cuando era el hombre más buscado del país, en Interpol difundieron 28 identikits de cómo sería su aspecto de fugitivo. En las fotos, que parecían más el trabajo desprolijo de un principiante en el uso de Photoshop que la tarea de un detective de primera línea, Ibar Esteban Pérez Corradi era mostrado en todas sus formas. Pelado, con pelo largo, afeitado, con rulos, gordo, flaco, teñido de rubio, con barba candado, con bigote, con lentes y hasta con turbante. Pero no acertaron. El Pérez Corradi real, detenido en la Triple Frontera no se parecía en casi nada a los 28 Pérez Corradi imaginados por los investigadores.
Con el tiempo lo trasladadon a Marcos Paz.
Cuando estuvo en la sede de Gendarmería, durante dos semanas hizo una huelga de hambre y bajó 15 kilos. "No cumplen con lo que dice la Ley 25.764. En vez de ser un programa de protección a testigos se parece un programa de castigo a testigos. No voy a parar hasta que cumplan con lo que corresponde", se quejó Corradi.
En un papel que entregó a un amigo, Corradi anotó los motivos de su huelga de hambre. Entre ellos, la imposibilidad de tener a su familia cerca (su esposa y sus hijos seguían en Paraguay), la falta de asistencia médica, psicológica y legal. Comida insuficiente que no respeta los valores calóricos y nutricionales básicos. "No me dejan tener visitas íntimas con mi esposa, pese a que es un derecho, ni acceder a un estudio. Además padezco un problema crónico en la columna. El colchón me genera un dolor insoportable en esa zona y en la pierna, pero en lugar de cambiármelo, me dieron un medicamento llamado Lyrica Pregabalina. Las contraindicaciones del remedio indican que puede causar mareos, confusión, alteración de la función mental y pérdida de memoria. A veces se me borra la visión. No respetan mis derechos pese a que nunca fui condenado. No cambiaron mi identidad", protestó Corradi.
Por entonces, Corradi le aseguró a su amigo que ocupa un calabozo sin luz, ni corriente de aire. Pasaba encerrado 23 horas por día en una celda de 2 por 2,5 metros. "Una hora me sacan a caminar a un pequeño patio, uno corre el riesgo de enloquecerse acá", se quejó.
En Marcos Paz, según él la situación no cambió. "Vivo rodeado de ratas y cucarachas. Yo no las llevé al juicio, ellas me acompañaron, vinieron conmigo", dijo. Debe presentarse ante los jueces el 11. ¿Lo hará solo o o lleno de cucarachas?
Todo en Corradi, cuyas huellas de las manos fueron borradas cuando estuvo prófugo, parece ser un enigma.
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