Le dieron el alta a Robledo Puch: "No quiero volver a la cárcel"

El famoso asesino se recuperó de la neumonía multifocal por la que lo habían internado de urgencia el jueves 23. Cuál fue su única visita, su deterioro y a dónde lo trasladarán

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Robledo Puch en prisión. Según
Robledo Puch en prisión. Según personas que lo conocen, espera morir: “Está terminado”

"Prefiero quedarme acá, no quiero volver a la cárcel". Esa fue una de las primeras frases que pronunció Carlos Eduardo Robledo Puch cuando le sacaron el respirador en la habitación del Hospital Municipal de Olavarría Dr. Héctor M. Cura, a 12 kilómetros del penal de Sierra Chica, donde el asesino civil más famoso de la historia criminal argentina cumple cadena perpetua.

El llamado ángel negro lleva 47 años preso. Entre 1971 y 1972 mató a 11 personas por la espalda o mientras dormían. Su aspecto angelical contrastaba con la ferocidad de los robos que cometía con su cómplice Jorge Ibáñez.

La confesión de Robledo es lógica: aunque esté en una cama, entubado, con respirador, suero y rodeado de médicos, enfermeras y tres custodios, nada puede ser peor que su celda en el pabellón diez de Sierra Chica. Además desde que cayó preso una vez pudo dormir fuera de una cárcel, durante los tres días que permaneció prófugo después de fugarse -el 9 de julio de 1973- de la Unidad Número 9 de La Plata.

Pero el deseo de Robledo no pudo ser: esta tarde, según informa la web enlineanoticias.com.ar, fue trasladado en una ambulancia a la cárcel de Olmos de La Plata. "Se lo trasladó ahí porque puede seguir recibiendo asistencia médica", contó una fuente del Servicio Penitenciario Bonaerense. La nota va acompañada de una impactante foto en la que se lo ve a Robledo Puch en la cama del hospital, esposado, muy deteriorado y con mirada triste.

Su internación de urgencia, el jueves 23, generó todo tipo de especulaciones. "Corre riesgo de vida", le dijo a Infobae una fuente de la Sala 1º de la Cámara de Apelaciones de San Isidro. Hasta el diagnóstico no era claro. Se habló de una intoxicación, de un cuadro de depresión y al final se trató de una neumonía multifocal.

"Cuando volvió de la anestesia deliraba un poco, pero mejoró. Le hicieron una cirugía pero no se informó en qué zona. Se mantuvo lúcido, sin criterio de internación en salud mental", dijo una fuente judicial.

"No quiero volver a Sierra Chica", dijo Robledo. Durante estos cinco días sólo tuvo una visita: la del capellán penitenciario José María Quatrocchio.

Desde hace dos años, Robledo se reconcilió con la Iglesia Católica. Estaba enojado porque una vez le pidió al ex cura del penal, Pedro Oliver, si podía alojarlo en su casa el día que saliera en libertad. "No Carlitos, qué va a decir la gente. Que usted es la reencarnación del diablo y que yo traicioné a Dios. Pueblo chico, infierno grande", le respondió el sacerdote.

Robledo dejó de visitar la capilla de Sierra Chica y se hizo evangelista. Pero ahora cambió. Volvió a confiar en los curas.

"Yo sé que Dios me ama", le dijo Robledo a un enfermero.

El día que dejó el infierno

"Recuperate, viejo", le gritaron del pabellón 8 de la cárcel de Sierra Chica. "Vas a volver como Perón", le dijo un guardia veterano que suele hablar con él de la Segunda Guerra Mundial y del peronismo. Los demás internos salieron al patio o vieron por los espejos a través de las rejas que el hombre que era asistido por los médicos, camino hacia el hospital, era Carlos Eduardo Robledo Puch, de 67 años.

"Lo trasladaron de urgencia por intoxicación, vómitos, presión alta y un cuadro depresivo. Está en el Hospital Municipal de Olavarría, lo están sometiendo a estudios"; fue la primera información que trascendió.

Más tarde, salió a luz parte del diagnóstico preliminar: "Tiene obstrucción intestinal, está obnubilado, con baja presión aunque con aceptable mecánica respiratoria. Se le establecen estudios para saber el cuadro de gravedad. No se descarta que sea sometido a una intervención quirúrgica", dijo un médico a la prensa.

Resultó ser una neumonía multifocal.

Símbolo de una época: Robledo
Símbolo de una época: Robledo Puch tras su detención hace más de 45 años

En abril, según su informe médico, Robledo hizo un pedido para ser tratado de una una hernia inguinal, pero al parecer no tuvo respuesta. Además sufre asma desde que cayó preso y tiene EPOC.

"Se investiga si no le hicieron mal unos medicamentos que comenzó a tomar por un cuadro de depresión o una negligencia porque él pidió ser tratado de la hernia pero no le hicieron caso", detalló una fuente penitenciaria, según el diario Hoy.

El jueves por la mañana, Robledo Puch amaneció con vómitos y con un cuadro de hipertensión.

En 47 años, Robledo salió de la cárcel unas diez veces, entre el juicio en el que se lo condenó (el 27 de noviembre de 1980), traslados de una cárcel a otra, a los tribunales o, como en este caso, a un hospital.

"Desde hace años busca morir porque sabe que no saldrá nunca. Espera la muerte, está terminado"; dijo a Infobae un guardiacárcel de Sierra Chica.

Hace 12 años, al autor de esta nota le confesó: "Cada día muero un poco, la muerte está cerca y quizá sea lo mejor. Vivo un infierno en vida. Mi vida se acabó cuando caí preso. Quiero ser olvidado. La muerte no me va a garantizar ese deseo. Pero vivir como vivo, es estar muerto".

Robledo Puch en la cárcel
Robledo Puch en la cárcel de Sierra Chica. Su salud se encuentra deteriorada

En los últimos diez años, Robledo pidió su libertad ocho veces. Cuando la respuesta era negativa, recurría a sus estrategias alocadas para llamar la atención de la prensa. En 2014 pidió que le aplicaran la inyección letal porque no quería estar preso de por vida. Dos años después, lo trasladaron de Sierra Chica a los Tribunales de San Isidro para ser sometido a pericias psicológicas. Los medios se le abalanzaron para buscar su testimonio, pero él miró a los periodistas con desprecio.

Contra todos los pronósticos, la Suprema Corte de Justicia bonaerense argumentó que la pena de Robledo Puch "no es para siempre" y sugirió que sea trasladado a una cárcel con un régimen menos riguroso, previo paso a su libertad. Es decir, tal como lo afirma en este libro el ex ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Eugenio Zaffaroni, en la Argentina no existe la pena perpetua.

"Lo que más extraño es el viento dándome en la cara cuando andaba en moto", dijo Robledo una vez al autor de esta nota. La velocidad al punto de ignorar el tiempo, a los otros; sólo vivir para atravesarlo y no envejecer. Más que nada, él amaba la velocidad. Robar, chocar y matar. Todo velozmente, aunque matar -a veces- ponía pausa a esa velocidad.

Hasta cuando sueña que es libre aparece la muerte. En uno de sus sueños recurrentes, le dicen que queda libre pero él no lo cree. Al final arma su bolso y sus compañeros y guardias lo despiden con aplausos. El se emociona. Sale de la cárcel, un poco mareado, y comienza a caminar al costado de la ruta. Pero a los pocos kilómetros, cae una bomba y explota todo. "Morí a los 19 años", dice Robledo, cada vez más triste por ese destino que nunca pudo torcer.

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