Yanina Farías estuvo presa más de 600 días en el penal de Magdalena, acusada de no haber hecho lo posible para evitar que José Alfredo Leguizamón (44) matara a golpes a su hija Xiomara, de apenas dos años, en agosto de 2017. A casi dos años de su detención, luego de un juicio en su contra, el Tribunal Oral Criminal Nº 4 de Mercedes decidió absolverla por falta de pruebas y ordenó su liberación.
La joven madre, de 32 años, fue juzgada por el delito de "homicidio por omisión agravado por el vínculo y abandono de persona", una calificación llevada adelante por el fiscal acusador Guillermo Altube, quien durante todo el juicio sostuvo que Yanina pudo haber hecho algo más por defender a su hija de los golpes de Leguizamón -un amigo de su madre que había comenzado a convivir con ella en su casa de Cuartel V, en la zona de Moreno- y al no hacerlo, debía ser condenada. Sin embargo, Altube sorpresivamente desistió de la acusación en medio de su alegato al considerar que no había elementos suficientes para mantener esa hipótesis.
Fue entonces que los jueces Fabián Brahim, Viviana Guerrieri y Miriam Rodríguez resolvieron otorgarle la libertad a la mujer para que pueda volver a su casa en Moreno y estar nuevamente junto a sus otros dos hijos, de los cuales uno presenció la muerte de la bebé.
"Las medidas de prueba aportadas por la defensa ilustraron a los jueces en cuanto a que Yanina no pudo hacer para evitar la violencia que ejercía Leguizamón sobre el grupo familiar. No le era aplicable la culpabilidad. La fiscalía entendió que ella, por la situación de violencia y por las características de su personalidad y vulnerabilidad, no pudo actuar libremente para pedir ayuda en ese momento", dijo a Infobae Alejandro Bois, abogado de Farías.
El letrado destacó que el tribunal y el fiscal realizaron "una evaluación de la prueba con perspectiva de género" y resaltó que si eso hubiera pasado desde un primer momento "Yanina jamás hubiese estado presa ni llegado a juicio".
"Si su situación se hubiera tomado en cuenta desde el primer momento, no sólo que no hubiese ido a juicio oral sino que se hubiera presentado como particular damnificada porque a ella le mataron a una hija. Ojalá este fallo sea tomado por la Procuraduría de la Provincia y llevado a todas las fiscalías para capacitar, y que no vuelva a suceder. Puede ser un precedente para una justicia que todavía es patriarcal", dijo Bois.
El juicio oral comenzó el 29 de marzo y consistió de siete audiencias que estuvieron marcadas por una intensa movilización de organizaciones sociales, quienes a lo largo de todo el proceso acompañaron a la mujer y reclamaron que fuera liberada al considerar que ella era víctima de Leguizamón y no su cómplice.
Verónica González es periodista e integrante de REDI (Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad), una organización que acompañó a Yanina en todo el proceso legal. En diálogo con Infobae, contó que el fiscal en su alegato aseguró que la mujer fue víctima de violencia de género y que por eso no pudo proteger a su hija. "Se basó en las pericias que le hicieron a Leguizamón y en las que le hicieron a Yanina, en las que señalaron que ella no tenía recursos para defender a la nena", explicó.
"Creo que el fiscal durante todo el juicio no tuvo perspectiva de género y sorpresivamente desistió de la acusación. A lo sumo esperábamos que le bajara la calificación a abandono de persona. Si bien era una pena menor, tampoco nos satisfacía. Creemos que Yanina es una víctima y debió haber sido testigo", remarcó.
El asesinato y el comienzo del drama de Yanina
El crimen de Xiomara ocurrió el 6 de agosto de 2017 en la pequeña casilla en la que ellas vivían en el barrio Cuartel V de la localidad bonaerense de Moreno junto a Leguizamón, un amigo de la mamá de Farías que se había instalado en la vivienda semanas atrás.
En un momento, mientras Yanina cambiaba a su hija, la pequeña empezó a llorar desconsolada por algún motivo. El hombre de 44 años comenzó a exigirle a la mujer que la callara y de un momento a otro la corrió a la fuerza y después comenzó a golpear a Xiomara hasta dejarla gravemente herida.
La joven no pudo reaccionar, tomó a su hija y la llevó al hospital más cercano. Allí la derivaron al hospital Garrahan, donde finalmente murió. A esa altura, Yanina ya estaba detenida, acusada de ser la cómplice de Leguizamón. Pero su historia no se remonta sólo al momento del crimen.
Según se pudo demostrar, detrás hubo una vida de golpes, abusos sexuales, violencia extrema, abandono y miseria. Durante el tiempo que convivieron Farías y el asesino de su hija, las sometió a un sinfín de maltratos y vejaciones que la convirtieron en una víctima. Para la defensa y las organizaciones que la acompañaron, el contexto social de Farías la convirtieron en una persona con discapacidad. Pero como los exámenes médicos que le practicaron no comprobaron ningún tipo de retraso, el argumento no fue aceptado.
A pesar de eso, la justicia le dio la razón y en este momento, Yanina está junto a sus otros dos hijos. "Deberá ahora afrontar el duelo para poder rehacer su vida. Será un trabajo duro", dijo la representante de REDI.
Leguizamón, por su parte, deberá aguardar hasta el miércoles próximo el veredicto. Podría enfrentar 22 años de cárcel o cadena perpetua, eso depende de si el Tribunal considera que fue homicidio simple o con alevosía, como sostuvo el fiscal.
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