De una casa de dos plantas, con piscina y jardín sin flores, un ficus y un palo borracho, salen tres jardineros junto a la dueña.
La mujer pregunta a Infobae, que espera en la puerta:
—¿A quién buscan?
—A su vecino.
—¿El rubio?
—Horacio Conzi.
—El rubio. No sale de su casa. Le pueden tocar timbre, pero no va a salir.
—¿Usted habló con él?
—Pocas veces. Hace dos días me habló.
—¿Cómo fue?
—Nada extraordinario. Compartimos medianera. Y me habló del otro lado.
—¿Qué le dijo?
—Él estaba subido a una escalera cortando unas ramas, y me pidió perdón porque algunas caían de mi lado. Después se presentó. Ni le vi la cara. Sólo eso. ¿Por qué quiere saber tanto?
—Su vecino no es uno más.
—Para mí sí.
—¿Pero sabe el pasado de ese hombre? Mató a tiros a un chico de 20 años.
—Veo noticieros, no vivo en una burbuja. Pero disculpe. Hasta acá llegamos. No me voy a andar metiendo en la vida de una persona a la que no conozco y sólo hablo por cuestiones intrascendentes.
La mujer saludó a los dos jardineros y cerró la puerta.
En la casa de al lado, desde el 14 de abril, sobre la pacífica calle de tierra Santa Rita en Boulogne (partido de San Isidro, a 26 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires), una zona de casas residenciales, Horacio Santiago Conzi, hoy de 60 años, condenado por matar a Marcos Schenone en enero de 2003, pasa sus días con una pulsera electrónica. Vive en el caserón con tejas de ladrillo rodeado de árboles, con un jardín en el frente y portones y rejas, que ya había sido registrado por la policía en la época del crimen. El lugar también está registrado como el domicilio fiscal de su hermano Hugo, cuatro años mayor que él.
Conzi está preso ahí, monitoreado por el Servicio Penitenciario Bonaerense, tras una decisión del Juzgado de Ejecución Penal Nº2 de San Isidro que determinó que debía estar arrestado en su casa por una afección cardíaca que sufre y que debe ser tratada con anticoagulantes. La cárcel, razonó el Juzgado en base a una pericia oficial de un cardiólogo, no era el mejor lugar para que sea tratado. Su pena se extinguirá recién en el año 2027.
Bajo los términos de su prisión domiciliaria, Conzi sólo puede salir a hacerse controles médicos siempre y cuando avise y consiga la autorización judicial. Se supone que cada dos semanas es visitado de sorpresa por el Patronato de los Liberados. Estaba alojado en la Unidad Penal N° 48 de San Martín, el mismo en donde estuvo preso el femicida Fernando Farré.
Tras salir, Conzi se abrió una cuenta de Facebook y posteó: "Qué lindo estar en casa, vida nueva, empresa nueva, saludable 1000%, estoy intacto a pesar de todo gracias a mi filosofía de vida no me he contaminado, todo lo contrario y además salvé muchas vidas más de 20 diabéticos y 11 cancerígenos".
Además subió una foto en la que se lo ve junto a un amigo de bigotes, en el jardín de su casa, sentado a una mesa, vestido de negro de pies a cabeza, como el día del asesinato.
El beneficio le fue concedido por la jueza de Ejecución Penal de San Isidro, Victoria García Maañón, de cara a su enfermedad. Sin embargo, Conzi considera -al igual que el siniestro secuestrador Arquímedes Puccio, fallecido en 2013– que puede llegar a vivir hasta los 110 años. "Someto a mi cuerpo a un experimento científico para superar los límites de la longevidad, estoy saludable un 1000%", había escrito en Facebook. Además posteaba fotos de cabras, ovejas y caballos.
El asesinato de Schenone fue particularmente furioso: Conzi persiguió durante más de 30 cuadras a su víctima en su camioneta y disparó con su pistola 9 milímetros 14 veces contra el remís donde viajaban la víctima junto a un amigo, dos chicas y el chofer. En 2005, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 de San Isidro lo condenó a 24 años y nueves meses por "homicidio en concurso ideal con homicidio en grado de tentativa con cuatro víctimas", tras una larga investigación de la fiscal Gabriela Baigún.
La familia de Schenone se enteró de la salida de Conzi por ese posteo en Facebook, nunca fue notificada. "Debería estar preso hasta que se muera", dijo María Eugenia, la hermana de Marcos.
El dueño del complejo gastronómico "Las Olas Boulevard" (ex "Dallas") de Martínez estaba preso desde el 17 de marzo de 2003. Cumplió parte de la condena en la Unidad Número 21 de Campana y en la 48 de San Martín. Allí hizo cursos de todo tipo: apicultura, enfermería, albañilería, jardinería, plomería, electricidad, panadería, de primeros auxilios, de bombero y carpintería. Además estudiaba sociología. Por eso sus abogados siempre pidieron reducción de la condena: estudiar o capacitarse es un motivo para solicitarlo.
La advertencia de Hugo Conzi
El miércoles 15 a las cuatro de la tarde, en la puerta del lugar donde Conzi cumple arresto domiciliario había seis autos. Pero parecía que en la casa no había movimiento. En el jardín había una escalera de metal y una mesa.
"Laburamos en varias casas del barrio, pero la de este hombre Conzi no la conocemos. Varios vecinos hablaron de él porque salió en la tele, pero más no sabemos. Acá son todos reservados, hay gente grande y matrimonios jóvenes", dijo uno de los jardineros.
A dos cuadras, en la zona de comercios, un hombre mira cómo cinco obreros asfaltan una calle. "¿Buscan al pistolero?", pregunta uno a Infobae. "Los veo dar vueltas y ustedes seguro que andan detrás del loquito ese. Nadie lo vio, pero recibe muchas visitas. Si sale lo meten en cana otra vez. Dicen que hace pedidos delivery a un restaurante vegetariano", dijo el hombre.
Minutos después, en la calle Santa Rita estacionó una moto deportiva negra.
Se bajó un hombre con casco: es Hugo Conzi, el polémico hermano de Horacio.
Cuando vio al cronista de Infobae, a 20 metros, lo miró fijo y le advirtió:
—No te acerqués. Andate, nadie puede acercarse acá.
—Hugo, me gustaría hablar un segundo con usted…
—No te podés ni acercar. Vos ni nadie que no sea amigo o de la familia. Y ni se te ocurra sacar fotos. Queremos estar tranquilos.
—Sólo quiero hablar (interrumpe).
—No te acerques (sube el tono de voz). No te lo digo más —dijo Conzi.
Luego se sacó el casco y se metió en la casa.
Hugo es una especie de resonancia humana de los extraños pensamientos de su hermano. Los dos se jactaban de sus vuelos místicos. Horacio insiste en que antes del crimen comenzó a escribir un libro sobre Jesús. Allí se compara con Galileo Gallei, con Darwin, y tiene una teoría que para él es un hallazgo mundial: "Cristo no resucitó, se fue reencarnando en ciertas personas. Descubrí que una de sus reencarnaciones era una jubilada de Carapachay, a quien descubrí un día, pero no pude hacer contacto con ella porque me buscaba Interpol". Horacio incluso ha llegado a decir que se enteró de que iba a ser "involucrado" en un asesinato porque se lo había avisado Dios y que es un mensajero y elegido que vino "a salvar al mundo de una Tercera Guerra Mundial".
"Es un psicótico delirante que vive fuera de la realidad", consideró en las pericias de parte el psiquiatra forense Mariano Castex sobre Horacio. Pero los peritos oficiales consideraron que Conzi mató a sangre fría y comprendió la criminalidad de sus actos.
En su Facebook, Hugo Conzi realizó posteos similares a la militancia vegana de su hermano asesino con frases como "La carne, la leche y el vino son cancerígenos, sino me crees andá al hospital y preguntale a los enfermos qué les gusta comer", "La mujer y el hombre que comen carne son asesinos" y "La Iglesia te hace creer que si comer carne y te morís sos inmortal, jaja", "El 99 por ciento de los carnívoros son gente sorete (sic)", "Según las escrituras bíblicas y el Génesis 1:29, el hombre que se alimente de los frutos que da la tierra no enfermará ni tampoco morirá", entre otras teorías.
Hugo tiene marcas registradas a su nombre según el registro de propiedad intelectual. Tiene, por ejemplo, la marca Bethel Disco Bar ("Beth-El" significa "Casa de Dios" en hebreo, el extraño caso de un boliche religioso), un registro que data de 2014. En 2018, el mayor de los Conzi ingresó una nueva idea, apenas un concepto, mucho más curioso: "La Sagrada y Divina Razón".
Hoy, el rastro de Hugo es más que nada de color rojo. Datos del Banco Central revelan 33 cheques sin fondos librados desde 2016, 20 de ellos que eventualmente fueron pagados, por un monto de 187 mil pesos. Su nombre está vinculado a una empresa gastronómica con sede en la avenida Libertador en Martínez.
Su hermano Horacio, mientras tanto, habla de "empresa nueva", aunque no integra ninguna sociedad anónima reciente.
A los Conzi siempre les gustó exhibir una suerte de mafia style, aunque a veces eso era parte del show. "No eran los Soprano ni los Corleone, eran tan exagerados que se pasaban del otro lado, del lado del absurdo. Una vez tuve una reunión con ellos y de repente en la cena quedábamos solos y apagaron las luces y a la luz de la vela pusieron una pistola para amedrentarme. Eran así. Les molestaba no pertenecer a la clase alta de San Isidro, pero se jactaban de invertir millones de dólares. Habría que preguntarles sobre el pasado de su padre y el petróleo. O por qué dicen que la mafia de San Isidro los persigue", dijo a Infobae un hombre que los conoció y estuvo cerca de ellos.
Mariano Rafael Castex, dramaturgo y escritor, investigó a los Conzi durante años y hasta tiene las cartas de Horacio: "En una de ellas hace un descargo ante los vecinos de San Isidro y les dice que él y su hermano son víctimas de una mafia de San Isidro, una mafia política, empresarial y turfística, y que sufren un complot, esa es su manera de desligarse del crimen".
Durante el juicio se analizó como posible móvil del brutal homicidio los celos de Conzi, que decidió atacar a Schenone cuando lo vio besar a Paula Alonso, una chica a la que él había intentado conquistar ofreciéndole trabajo como asistente no para su bar, sino para su proyecto de libro sobre Cristo. "Lo vi dos veces. Nunca me pareció que intentara seducirme. Parecía torpe y hacía monólogos sobre Dios. La segunda vez le dijo a alguien que yo era su novia. Y apenas lo había visto", declaró Alonso.
El día del asesinato, el empresario no sólo hizo echar del restaurante a Schenone y a sus tres amigos, sino que los persiguió con su camioneta por la avenida Del Libertador y, a la altura de Beccar, baleó el remís.
Mientras Conzi permanecía prófugo (se entregó 57 días después del crimen, usaba identidad falsa, peluca y andaba por Mar del Plata), su hermano Hugo vivió un raid mediático entre tragicómico y absurdo. Solía llamar a medios de comunicación para defender a su hermano con declaraciones altisonantes y ofertas de entrevistas. Llamó, por ejemplo, a la redacción de la revista Gente una tarde de ese verano. "Vos seguro comés en Miami", le dijo al joven periodista que lo atendió.
"Mi hermano es un dulce de leche, más bueno que Lassie atado", repitió en varios reportajes. Además de mostrarse hiperkinético, verborrágico y hasta por momentos en estado de ira, se refirió al presunto libro que su hermano escribía sobre Jesús. "Mi hermano descubrió que Jesús no murió a los 33 y en la cruz, sino a los 96 años", declaró ante los periodistas que lo entrevistaban. Cuando le preguntaron cómo su hermano prófugo había llegado a esa conclusión, Conzi respondió: "Porque es investigador y negociador".
En una oportunidad, Horacio denunció haber sufrido un atentado con una bomba en su casa. En las cámaras apareció en una camilla, con el torso desnudo y hablando con lucidez y los ojos abiertos, pero cuando vio que lo estaban filmando, pareció hacerse el desmayado. Según las pericias de Gendarmería Nacional, se trató de un autoatentado. Al mismo tiempo, sin dar su nombre, el barman de un restaurante "enemigo" de La Olas habló de los métodos de los Conzi: "Una vez amenazaron que iban a balear el frente y a poner una bomba. Y que tenían un arsenal israelí para defenderse de sus enemigos".
El empresario que era temido hasta por sus empleados, que mató por la espalda a un joven indefenso, que ofrecía la mejor carne de la zona, ahora va contra los carnívoros. "Son asesinos", dice. "A los científicos los preparan para ser dominados por la Matrix", escribió en una nota a la que tuvo acceso el Servicio Penitenciario Bonaerense. Se jacta de "curar cancerígenos" y anuncia que en libertad curará "a miles".
María Eugenia Schenone, con dolor y cierta ironía motivada por el escandaloso beneficio que recibió Conzi, confiesa: "De ser así, y ya que me quitó a mi hermano, hubiese curado a mi mamá, que murió de cáncer de ovarios en octubre de 2018".
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