Hace casi un año Claudia Jaquelina Cortéz mató a su esposo y desde este miércoles está libre. Ocurrió luego de que un jurado popular de Mendoza no se pusiera de acuerdo sobre el caso y de que, ante la decisión del fiscal de desistir de la acusación, el juez resolviera absolverla. La mujer, quien durante más de 30 años fue víctima de violencia de género por parte de Carlos Ernesto Pelayes, el hombre al que asesinó en junio de 2018 en la ciudad de Godoy Cruz, se siente más aliviada que nunca. "Estoy bien, feliz, en paz, no puedo pedir nada más, siento una felicidad tremenda", dijo ya sin la tobillera electrónica que tenía colocada, dado que hasta su absolución se encontraba bajo prisión domiciliaria por estar enferma de cáncer.
"Yo no quise hacerlo", dijo la mujer en la audiencia y repitió una vez libre de cualquier compromiso con la Justicia. Y volvió a recordar aquella madrugada del 28 de junio del año pasado, cuando Cortéz le aplicó una puñalada fatal en el pecho a su marido luego de que él la golpeara e intentara violarla. "Él quería bajarme el pijama y yo no me di cuenta de si le había clavado (el cuchillo) a él o a la ropa, a la mano, o a una pierna. Como nunca vi sangre, ni yo, ni la policía, ni nadie y él se agarraba el pecho, yo pensé que le estaba dando un paro o un desmayo. Solo quise auxiliarlo, pero no pensé que era para tanto", relató en una entrevista que concedió a TN. "No encontré otra manera. Nunca quise hacerlo. Fue ese momento. Si hubiera querido, hubiera sido de otra manera. Estoy arrepentidísima", manifestó.
Cortéz tuvo tres hijos con el hombre al que mató. Uno de siete, otro de 18, y un tercero de 27. "Ellos en todo momento me apoyaron, nunca me dejaron, estaban también en shock en el momento del juicio", contó. Uno de ellos fue quien la noche del crimen llamó al 911. Ella no pudo hacerlo porque no tenía teléfono celular: su marido jamás se lo había permitido.
Hoy la mujer convive con dos de sus hijos, mientras que el mayor vive con su pareja. Desde la noche en que se produjo el hecho por el que fue enjuiciada, ellos tuvieron que abandonar el domicilio en el que residían. "La familia de mi marido los sacó como perros, hasta el día de hoy no pueden volver ni a sacar sus pertenencias", dijo.
Contó Cortéz que sus hijos fueron testigos de la violencia que sufrió durante mucho tiempo, aunque no en forma directa. "No sucedía tanto delante de ellos, pero sabían lo que pasaba y lo escuchaban cuando la situación ya se tornaba muy fuerte", dijo. A medida que fueron creciendo, destacó, el mayor llegó a defenderla de los ataques de su marido.
Aliviada, feliz, como se definió, Cortéz se dirigió a las tantas mujeres que padecen situaciones como la que le tocó vivir a ella: "Les digo que no lleguen a esto porque no está bueno. Esto lo voy a llevar toda la vida. Si no hubiera podido defenderme, quizás hoy estaría muerta y mis hijos estarían sin nada, porque yo era el sostén de la casa". Y agregó: "Si no hubiera tenido a mi familia y a mis abogados que me defendieron, quizás el fiscal y el jurado me hubieran encontrado culpable".
La mujer resaltó que sufrió distintos tipos de maltrato prácticamente desde que inició su noviazgo. Primero fueron celos, después peleas por la vestimenta que elegía lucir. Más avanzada la relación, le llegó a prohibir que tenga un teléfono celular y que se junte con sus amigos. "Es una manipulación que va creciendo de a poco, de menor a mayor", contó y alcanzó a decir que nunca sintió que fuera parte de la casa en la que ambos vivían. Dijo que "era como su esclava". "Es un carrusel en el que vas entrando, te vas enfermando, tus hijos van aceptando que las cosas tienen que ser así, me pedían que no lo denunciara…", lamentó.
Sin tobillera electrónica, este miércoles la mujer pudo salir a caminar por las calles de la ciudad. "Lo primero que hice fue sentirme en libertad", describió. Y concluyó: "Siempre fui una luchadora, voy a seguir luchando y voy a seguir para adelante. Vuelvo a recomenzar como tantas veces que caí y volví. Voy a seguir con mis hijos porque ellos me necesitan".
Cómo se produjo su absolución
Primero la presidente del jurado popular le informó al juez del Tribunal Penal Colegiado 3, Ezequiel Crivelli, que existían "posturas antagónicas" en el cuerpo compuesto por 12 integrantes, por lo que el juicio debió declararse estancado. Es lo que establece la norma en caso de no lograrse un veredicto unánime en un plazo razonable.
Ante esa situación, el juez Crivelli le preguntó al fiscal en jefe de Homicidios Fernando Guzzo si iba a continuar con el ejercicio de la acusación. Pero el representante del Ministerio Público dio la negativa: decidió no seguir ejerciendo la carga punitiva ni llevar la situación a un nuevo juicio.
Así, el juez Crivelli absolvió a la imputada, ordenó su inmediata libertad -estaba detenida con prisión domiciliaria- y la eximió de pagar costas.