Un jurado popular de la provincia de Mendoza deberá resolver si una mujer de 49 años recibirá cadena perpetua por el asesinato de su marido o si quedará en libertad, al considerar que ella actuó en legítima defensa ante un intento de femicidio por parte de su pareja.
El hecho ocurrió durante la madrugada del 28 de julio de 2018 en una vivienda ubicada en la calle México al 2200 en la ciudad de Godoy Cruz. Esa noche, Claudia Cortez le aplicó una puñalada fatal en el pecho a su marido Carlos Ernesto Pelayes (48) luego de que ambos mantuvieran una discusión en la habitación.
La herida fue fatal: lesionó la pleura parietal visceral, el pulmón derecho y la arteria aorta. Por lo tanto, el hombre, desangrado, perdió la vida a los pocos minutos.
Desde la fiscalía, el doctor Fernando Guzzo sostuvo que si bien Cortez era víctima de violencia de género, "nada justifica que matara a su marido y luego fingiera que había padecido un infarto".
Al momento del incidente, también residían en la casa los hijos del matrimonio, de 23, 16 y 6 años. Precísamente, uno de ellos fue quien llamó al 911 para avisar que su padre "se había descompensado en la habitación". Al acudir los médicos, tanto los hijos como la madre sugirieron que el hombre había sido víctima de un infarto.
Así y todo, una vez que la policía científica analizó el cuerpo del hombre, detectó que había una herida cortopunzante debajo de una clavícula.
Según el fiscal de homicidios Gustavo Pirrello, la mujer asesinó a su pareja y después lavó el cuerpo y la habitación para hacer pasar el hecho como una muerte natural.
El juicio por jurado popular, el tercero que se realiza mediante esta modalidad en Mendoza, comenzó el lunes. Así, en la primera jornada, la protagonista de la historia, Claudia Cortez, decidió tomar la palabra y contar su versión sobre lo sucedido.
La mujer se presentó en el juicio con un abrigo blanco y un pañuelo negro en su cabeza, ya que se encuentra bajo tratamiento por un cáncer de mama.
"Carlos llegó a casa alcoholizado y drogado. Me despertó para tener relaciones pero le dije que no porque estaba acostado conmigo nuestro hijo de 6 años y me dolía mucho el pecho", afirmó la mujer, según publicó el diario Uno.
"Él me dijo que yo ya empezaba con las excusas y que le tenía que agradecer que me tocaba porque era un 'bofe mal cocido', en referencia a que tengo tres cicatrices de cesáreas", agregó.
La mujer advirtió que, luego del insulto, Pelayes comenzó a agredirla físicamente: la agarró del pelo, la tiró contra una cómoda, le arrojó una jarra de vino e intentó abusarla sexualmente.
"Ahí vi un cuchillito que él usaba para cortar la droga. Lo agarré con mi mano izquierda y me defendí. No había mucha luz y no pude ver dónde le di. Se empezó a ir para atrás y se agarraba el pecho, pensé que le había dado un infarto", relató la mujer.
Respecto a la acusación de la fiscalía sobre que Cortez lavó el cuerpo y la habitación después de cometer el crimen, la acusada explicó que había agua en el lugar "porque él orinaba en un tacho de 20 litros que tenía en la pieza. Era una costumbre que había adquirido en la cárcel".
La mujer de 49 años afirma que el cáncer de mama que padece actualmente se dio por la cantidad de golpes recibidos en los pechos por parte de su marido y que nunca lo denunció por violencia de género, ya que sus hijos se lo pidieron: Pelayes tendría que haber regresado a la cárcel por la violencia contra su esposa.
Cortez explicó que su vida junto a su marido fue un "calvario": no la dejaba estudiar trabajo social y el hombre consumía cocaína y alcohol sin parar. Además, afirmó haber sido obligada a consumir drogas.
El abogado defensor de la acusada, Carlos Moyano, fue determinante en su posición: "Fue un caso claro de legítima defensa. Claudia era la víctima esa noche. Es imposible que ella supiera que por la zona donde dio el puntazo pasaba la arteria aorta ascendente. Es imposible", aseguró.
Hoy continuará el juicio en su segunda jornada con los testimonios de los testigos. Una de las palabras más esperadas es la de uno de los hijos del matrimonio.
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