En la tarde del 6 de agosto de 2017, Yanina Farías (32) cambiaba a Xiomara, su beba de 2 años, en la pequeña casilla en la que vivía en el barrio Cuartel V de la localidad bonaerense de Moreno. La nena lloraba por algún motivo y no paraba de hacerlo. Alfredo Leguizamón (44), un amigo de su madre que se había instalado en la misma vivienda algunas semanas atrás, comenzó a los gritos a exigirle a la mujer que callara a Xiomara. La violencia invadió sin pausa la escena hasta que de un momento a otro, el hombre se impuso a la joven madre, la corrió a la fuerza y después comenzó a golpear a Xiomara hasta dejarla gravemente herida. Todo delante de J.G., otro de los hijos Yanina, que con sólo 4 años presenció cómo dejaban a su hermana al borde de la muerte.
Yanina no tuvo capacidad de reacción. Lo único que pudo hacer fue tomar a su hija inconsciente y llevarla a un centro de atención inmediata. Fueron tantos los golpes que los médicos ordenaron su traslado inmediato al hospital de Moreno y de ahí al hospital Garrahan, donde finalmente murió. Ya en este punto Xiomara no estaba en compañía de su mamá, pues horas antes había quedado detenida –junto a Leguizamón– como presunta cómplice del crimen.
Leguizamón enfrenta hoy la acusación de homicidio simple agravado por alevosía mientras que Yanina deberá responder por los delitos de homicidio por omisión agravado por el vínculo y abandono de persona. Para el fiscal de la causa, Guillermo Altube, Farías pudo haber hecho algo más por la vida de su hija. Por eso fue puesta en prisión de inmediato en la cárcel de Magdalena, tras obtener una orden de la jueza de Garantías Adriana Julián y en las próximas semanas podría ser condenada en un juicio que le sigue el Tribunal Oral Criminal 4 de Mercedes, integrado por Fabián Brahim, Viviana Guerrieri y Miriam Rodríguez.
El caso despertó un interés inusitado de diversos sectores y la movilización de decenas de organizaciones sociales que sostienen que Yanina Farías es una víctima más de Leguizamón y no su cómplice. La historia, para estas organizaciones, no se remonta sólo al momento del crimen: detrás se esconde una vida de golpes, abusos sexuales, violencia extrema, abandono y miseria.
Verónica González es periodista e integrante de REDI (Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad), una organización que acompañó a Yanina en todo el proceso legal. Conoce como pocos el contexto en que vivía la joven. En diálogo con Infobae, relató entre varias cosas, detalles de la vida de la acusada, cómo terminó Leguizamón viviendo en la casa y explicó por qué cree que debería ser absuelta en un juicio que considera absurdo.
El origen del crimen de Xiomara y la condena "por mala madre"
Yanina vivía en la casa de su padrastro y su mamá, junto con sus tres hijos: una nena (Xiomara) y dos varones. Su madre en un momento se separó del padrastro y abandonó la casa. Farías, en cambio, decidió quedarse con su papá y los tres menores.
Después de un tiempo, la mamá le pidió un favor a Yanina: le dijo que le cuidara su casa porque tenía un viaje planeado a San Luis con su nueva pareja. La joven aceptó y se instaló con los dos más chicos. El mayor se quedó con el abuelo porque tenía que ir a la escuela. Así pasaron los días hasta que sucedió algo que cambiaría todo.
Al poco tiempo llegó la madre y se instaló en la vivienda con Leguizamón. No quedó nunca claro si el hombre era amigo de la familia o la pareja de la mamá de Yanina. Lo cierto es que la madre le pidió a la joven que permaneciera más tiempo en la casa y que junto a Leguizamón debería cuidar el lugar. Fue el comienzo del horror.
"A los pocos días comenzaron las torturas y los golpes hacia ella y los niños. Ella incluso contó después que él le cerraba las ventanas y las puertas para que no saliera. Y si lo hacía, lo hacía acompañada por él. Incluso los vecinos dijeron que siempre estaban juntos. A la hermana de Yanina, cuando la fue a visitar, Leguizamón no la dejaba ni estar. Ya en ese momento notó que tanto los chicos como la mamá estaban llenos de moretones", relató González a este medio.
En los días que convivió con Leguizamón, Farías, de acuerdo a este relato, fue sometida a violaciones, abusos y golpes hasta que finalmente llegó la tarde del 6 de agosto de 2017.
Yanina no pudo ver a sus otros dos hijos durante el tiempo que estuvo detenida en Magdalena. Por algún motivo que no tuvo explicación, se lo prohibieron. Recién con el comienzo del juicio, el pasado 29 de marzo, pudo estar con ellos.
"Es grave porque no le dejaron ejercer su derecho como madre. No puede estar en esa cárcel. Debió haber tenido salidas transitorias y no pueden prohibirle ver a sus hijos. Ella los estuvo viendo sólo recién cuando comenzó el juicio. Ella solo los ve un ratito en cada audiencia. Es una de las tantas violaciones en su contra", dijo la integrante de REDI.
Leguizamón y Farías enfrentan el juicio juntos, como si hubiesen sido cómplices. "Es una barbaridad", dijo González, quien aseguró que otro resultado distinto a la absolución no será aceptable.
Cree que a Yanina se la juzga por "mala madre" y se deja de lado el sinfín de pruebas que hay acerca de los abusos y la violencia a la que fue sometida por el asesino de Xioamara pero también en su vida. Una vida sumida en la pobreza y sin contención alguna de la familia ni del Estado. De hecho, entre varios detalles, la joven madre ni siquiera tiene documento de identidad y se desconocer quién es el o los padres biológicos de sus tres hijos. "Hace falta una perspectiva de género en la Justicia", pidió.
"A ella se la juzga por no haber sido la garante de la vida de su hija. No la defendió y no evitó su muerte, por eso decimos que se la acusa de "mala madre". Porque hay todo un concepto alrededor de la madre y de lo que tiene que hacer, aún a riesgo de nuestra propia vida", señaló.
Para Alejandro Bois, abogado defensor de Farías, la violencia que padeció su clienta fue la causa primaria de que no haya podido defender a la beba. "Por su posición de vulnerabilidad ante Leguizamón y por la violencia que él ejerció durante bastante tiempo era casi imposible que se defendiera y que defendiera a su beba", dijo el letrado en diálogo con Infobae.
La controversia del "retraso madurativo" de Yanina
Durante el juicio, la defensa sostuvo que Yanina podría tener un retraso madurativo. Esto surgió del relato de las hermanas de la joven, quienes dijeron que en algún momento durante su etapa escolar, las maestras le recomendaron a la familia que Farías fuera a una escuela especial por una posible falencia en su capacidad de aprendizaje. Repitió quinto grados dos veces.
Nunca lo hicieron y por ende, jamás obtuvo un certificado de discapacidad. Sin embargo, al sobrevolar la posibilidad de que la acusada presente este cuadro, para su defensa se trata de un elemento clave que podría beneficiarla judicialmente, ya que la ubica en un lugar de completa vulnerabilidad.
"A partir de esto, el tribunal ordenó pericias y pidió que se ampliaran porque hubo una presentación al respecto de Adajus (Programa Nacional de Asistencia para las Personas con Discapacidad en sus Relaciones con la Administración de Justicia), otra de REDI y escritos del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) que hablaban del retraso madurativo de Yanina", contó González.
Además, con el apoyo de la Asociación Pensamiento Penal y la Comisión Provincial por la Memoria (que se presentó como amicus curiae para acompañar a la joven), REDI pidió que Adajus participara en las pericias.
"No necesariamente los peritos tienen un enfoque basado en el modelo social de la discapacidad. Con la ratificación de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, pasa a basarse en este modelo que contenía las barreras sociales, no es algo netamente orgánico. El Tribunal hizo lugar pero el área de Pericias no permitió que Adajus presenciara las pericias", lamentó la integrante de REDI.
Las pericias finalmente mantuvieron la mirada biológica y resolvieron que Yanina no presenta discapacidad, un golpe a la estrategia a la defensa. "Quedó demostrado el retraso madurativo, que más tiene que ver con el contexto social en el que estaba Yanina, que no le permitió desarrollarse correctamente", dijo el abogado Bois.
En ese sentido, González remarcó que para ellos quedó claro que no tenga discapacidad, a pesar de que Tribunal que no la tiene. "Ella fue víctima de violencia prácticamente desde la cuna. Ni documento tiene. Eso sí lo evidenciaron las psicólogas porque el Tribunal no lo hacía. La vió como victimaria y no como víctima", concluyó.
Se acerca el final
El viernes por la mañana se llevó a cabo una de las últimas audiencias en el Tribunal y se aproxima la etapa de los alegatos. Pero no fue una más. Por primera vez declaró la acusada y tras una solicitud de su abogado, lo hizo sin la presencia del asesino de su hija. Contó con lujo de detalles lo que vivió con él y ratificó que fue su víctima. Fue un relato consistente, duro, pero dijo todo lo le pasó, confirmaron a este medio. Reiteró que el asesino de su hija la violó y la golpeó tanto a ella como a Xiomara y a J.G.. Le hicieron relatar muchas veces el episodio y revivir el horror del momento en que Leguizamón molió a golpes a la beba. Contestó todas las preguntas que le hicieron los jueces, el fiscal y por supuesto su abogado.
A pedido de Bois, el próximo martes se realizará una nueva declaración del perito forense que intervino sobre la hija y se espera que el próximo viernes 17 se lleven adelante los alegatos. Será la audiencia previa a la sentencia. Según dijo el abogado a Infobae, existe la posibilidad de que el fiscal finalmente desista de acusar a Yanina de homicidio y simplemente la acuse de abandono de persona, lo que implicaría una pena menor.
El letrado cree que la movilización que generó el caso fue importante para que se empezara a ver de otra forma, aunque se mantiene cauto porque todavía no se sabe si Altube, que siempre se mostró con una posición dura hacia la acusada, rebaje la acusación. "Si la fiscalía mantiene lo del homicidio agravado por el vínculo le dictarían prisión perpetua. Aspiro a que lo reconsidere", añadió.
Por lo pronto, Bois contó a Infobae el dolor con el que vive su clienta desde que comenzó el proceso aunque remarcó que se siente agradecida por el apoyo de las organizaciones que están de su lado. "Ella vive con mucha angustia estos momentos. Se siente acompañada por los cientos y cientos de organizaciones sociales, de derechos humanos y de mujeres que están presentes. Es un aliciente en este caso de características medievales", dijo.
"No deja de ser una sobreviviente. Esto para ella es revivir el dolor que le causó la pérdida de su hija de esta forma tan violenta como es el femicidio vinculado. Por eso pedimos su absolución", concluyó.
Yanina cumple hoy 32 años y debe festejar lejos de su casa, a la espera de la resolución final. Las organizaciones sociales que le dan apoyo están tratando que el padrastro de la joven lleve a los chicos al penal así pueden pasar el día juntos. "Lo vemos muy difícil pero vamos a hacer el intento. Otra muestra más de su vulnerabilidad", confiaron a Infobae.
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