"Los disparos fueron de arriba hacia abajo. El tirador estaba parado".
La frase resonó en la sala de audiencias del Tribunal Oral Criminal Nº3 de San Martín cerca de las 15, casi al fin del la segunda audiencia del juicio contra Lino Villar Cataldo, el médico acusado de matar al ladrón que quiso robarle su auto. Leticia Pons, perito balística de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, presentó los estudios que realizó durante la etapa de instrucción: esta mañana, esos estudios se convirtieron en el testimonio más fuerte contra Villar Cataldo. Las pruebas exhibidas por la perito Pons contradijeron fuertemente el testimonio del acusado: la dirección de las balas del médico viajaron al revés de lo que Villar Cataldo había asegurado durante los últimos tres años.
Una vez más, en un juicio de alto perfil mediático, el perito balístico oficial lanzaba una carta crucial para el proceso. Lo mismo había pasado en el juicio en Gualeguaychú contra Nahir Galarza, cuando un técnico de la Policía de Entre Ríos estableció que el segundo disparo que mató a Fernando Pastorizzo hubiese sido imposible de realizar "por accidente", tal como decía la joven.
Villar Cataldo, ciertamente, no sonrió al escuchar a Pons.
Vestido con un traje gris de corte antiguo, Villar Cataldo entró a la sala del Tribunal por una puerta lateral de los tribunales de San Martín minutos después de las 8. Nuevamente evitó el contacto con la prensa. La misma estrategia, y con igual custodia de los efectivos del lugar, utilizó Silvia, la madre del delincuente fallecido, Ricardo "Nunu" Krabler y querellante en la causa. Los dos fueron directamente a la sala de audiencias. Durante toda la jornada, al igual que ayer, nunca se miraron a los ojos a pesar de que los separan apenas dos metros de distancia.
Frente a ellos, a la derecha de la sala, 12 personas se acomodaban en sus sillas, los miembros del jurado que tienen sobre sus espaldas la responsabilidad de determinar si el cirujano es culpable o inocente.
Miraban para todos lados, aún extrañados por la situación a pesar de que ayer estuvieron tres horas en ese lugar, curiosos por momentos, aburridos por otros. La mayoría preferiría no estar ahí. "Ojalá se haga justicia. Ese hombre se defendió de que lo roben. Si entran a mi casa yo reaccionaría así también. Hay que estar del lado de los buenos. No te puedo decir cómo votaría pero por ahí anda", le dijo a Infobae un familiar de uno de los jurados.
Los tres testigos iniciales de la fecha fueron los policías que primero llegaron a la escena del crimen. La fiscal es quien llevó adelante el primer interrogatorio: la doctora Noemí Carreira centró su cuestionario en las primeras impresiones y los detalles de lo que vieron cuando llegaron al lugar.
"Cuando arribé, el auto Corolla gris estaba sobre la calle en perpendicular a la casa y la puerta delantera izquierda, abierta. En el interior estaba el fallecido con el cuerpo inclinado sobre el asiento del acompañante", dijo uno de los efectivos, un relato que coincidió con el de sus dos colegas.
"¿En el interior del auto había algún elemento de interés para la causa?", consultó la fiscal en los tres casos. Todos coincidieron en lo que resulta ser un punto central, el lugar donde fue hallada el arma del delincuente. "El pistolón estaba debajo del cuerpo. Lo tenía abajo de él", respondieron. Incluso uno de los efectivos señaló entre sus piernas y mostró el lugar.
¿Por qué es tan importante el lugar donde apareció el arma de Krabler? La fiscal de instrucción señaló en su elevación a juicio que "cuando el encartado (Villar Cataldo) decidió disparar ya no estaba en riesgo su vida, sino sólo el derecho de propiedad que tenía respecto de un automóvil asegurado".
Es decir que para la fiscal, el delincuente no lo estaba apuntando y por eso el arma apareció debajo de cuerpo. Esto choca de lleno con lo que siempre sostuvo el médico cirujano: "El me apuntaba y me decía 'hijo de puta te voy a matar'".
Para la Justicia, no es lo mismo, puede llegar a ser la diferencia entre una legítima defensa y un homicidio con una pena de 25 años. A pesar de esto, nunca hay que perder de vista que los miembros del jurado que van a decidir no tienen ningún conocimiento jurídico.
Luego fue el turno de uno de los empleados de la la UFI Nº7 de San Martín que investigó el caso, puntualmente el designado por la fiscal Mayko para asistir al lugar. En su declaración aclaró que vio las vainas, una de ellas cerca de la puerta del conductor.
Durante la exposición del hombre, se proyectaron las cámaras de seguridad del municipio de San Martín. Si bien en ese registro fílmico no se ve el hecho puntual, sirvió para que los jurados tengan referencia del lugar y de la posición en la que quedó el auto.
Ante cada uno de los testigos, Villar Cataldo se mantuvo siempre atento a las declaraciones. Tomó apuntes de las declaraciones y solo apartaba la concentración para hacerle pequeños comentarios al oído a su abogado, el doctor Diego Szpigiel.
El cuarto de los testimonios que se escucharon en la sala de audiencias del primer piso de los tribunales fue el de Hugo, el vecino contiguo al consultorio del médico. Fue uno de los testimonios que más lo favorecieron hasta el momento. Dijo que escuchó claro desde el interior de su vivienda al delincuente decir la frase "te voy a matar hijo de puta", un detalle central para la defensa de Villar Cataldo.
Antes de llegar al cuarto intermedio que se dictó cerca del mediodía se escucharon dos de los testimonios más esperados del juicio. Se trata de los dos jóvenes que caminaban junto al delincuente Krabler segundos antes del hecho y fueron captados por las cámaras de seguridad corriendo luego de los disparos. Nunca se pudo comprobar si realmente eran ajenos al robo o en realidad eran cómplices que al ver lo que pasó huyeron del lugar.
Los dos testigos incurrieron en una gran cantidad de contradicciones.
El primero en pasar fue Luciano Rojas, que en ese momento tenía 16 años: "Estábamos caminando con Pablo (el otro testigo) y vino 'Nunu' -el apodo de Krabler- y se nos pegó. Lo conocíamos del barrio. Cuando llegamos a la calle El Ombú (donde fue el hecho) él se adelantó y no lo vimos más. Después escuché el tiro y salí corriendo. Me fui a mi casa".
Carreira le preguntó si había visto lo qué pasó, ya que según su palabra el suceso se desencadenó delante de él. Respondió que no, que no había visto nada y no se acordaba. Rápidamente hubo una pequeña reunión entre las partes y la jueza y decidieron exhibir parte de la declaración de Rojas durante la instrucción. En ese momento el joven había señalado que "vimos la intención de Nunú, cómo se subió al auto". La contradicción resultó evidente, pero no pudo ser explicada por el testigo.
Luego fue el turno de Pablo Acosta. También dijo que no vio nada y cayó en contradicciones con su relato original de 2016. Además, la fiscal le mostró una serie de cámaras de seguridad donde se ve a los tres implicados caminando. El hombre se reconoció a él, a Acosta y a Krabler.
Ninguno de los dos testimonios sonó convincente. Quedaron muchas más dudas que certezas. No pudieron responder a la mayoría de los cuestionamientos ni de la defensa ni de la querella y mucho menos de la fiscalía. Fuentes judiciales confiaron a este medio que el futuro de ambos podría complicarse si se pide que sean investigados por falso testimonio.
La perito
El último de los citados fue Leticia Pons, la perito balística de la Policía Bonaerense que trabajó en el caso, que mostró fotografías y explicó los resultados de su estudio.
Fue el testimonio más duro contra Villar Cataldo. El cirujano mantuvo durante estos tres años el mismo relato: "Él me empujó y me tiró al piso, hizo para adelante con el auto y me pisó las piernas. Yo rodé hasta el cantero donde había dejado mi arma y la agarré. Me di vuelta y vi que me apuntaba. Desde el piso disparé al bulto".
Sin embargo, Pons declaró: "Los disparos fueron de arriba hacia abajo. El tirador estaba parado". Exactamente lo opuesto.
En otro punto de la exposición, Pons señaló que el pistolón que portaba Krabler no estaba apto para disparar: no tenía gatillo, ni martillo, ni munición, un artefacto de fabricación casera que "no era un arma de fuego". Claro que el médico nunca podría haberse percatado de todos esos detalles en una acción rápida de pocos segundos y que genera tanto estrés.
La expectativa, por otra parte, estaba puesta en si finalmente Lino Villar Cataldo iba a hablar. No sucedió. Las reglas del juicio indican que puede hablar en cualquier momento. Según fuentes de la defensa del médico, hay muchas posibilidades de que hable mañana cuando comience la tercera audiencia en los tribunales de San Martin, algunos minutos después de las 9.
A pesar de la polémica que suscitó en su momento, a pesar del aparente apoyo a Villar Cataldo en redes sociales tras el crimen, muy pocas personas se acercaron en los dos días del proceso a los tribunales de San Martín, apenas algunos amigos del ladrón asesinado, nadie para apoyar al médico, nadie con pancartas, ni siquiera curiosos. Poco antes del mediodía, Juan Carlos Blumberg entró a la sala, con su histórica carpeta en mano con la cara de su hijo.
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