No quiere bañarse. Ni comer alimentos humanos. Pide que lo juzguen como un gato, no como un hombre. Jura que es virgen y que quería tener un hijo con su madre a través de una inseminación artificial.
En su celda, ante un guardia maulló con enojo, en cuatro patas, y amagó con arañalarlo.
A los periodistas que siguen sus traslados los mira y dice "miau". A los jueces les pidió estar detenido con sus 37 gatos o que lo encierren con ellos en una jaula del zoológico.
Poco después del mediodía del pasado viernes, Gilad Gil Pereg entró a una nueva audiencia con los jueces gritando y maullando, y cuando los guardias lo llevaban otra vez hacia el penal, se desnudó y defecó.
"Estaba sacado y eso que sigue medicado", admitió uno de sus abogados.
Esa fue la última acción insólita del israelí Gil Pereg. La semana pasada se había desnudado también ante los jueces. Una costumbre que tiene un antecedente en Israel: lo hizo también en 2007, en un campus universitario. Pero en ese caso, el episodio lo llevó a la cárcel porque acosó a cuatro compañeras de estudio.
El israelí de 36 años, acusado de matar a su madre y a su tía en su casa de Guaymallén, Mendoza, sigue detenido en la cárcel de San Felipe. No sólo el doble femicidio es un enigma. Todo en él, hasta su pasado, lo es.
El Instituto de Tecnología Technion envió un informe que fue sumado al expediente. Ahí consta que Gil Pereg fue denunciado por sus cuatro compañeros de cuarto por la basura que acumulaba, porque solía andar desnudo y por sus malos olores. Tampoco se bañaba.
Pereg fue convocado por un comité disciplinario, pero se negó a firmar la citación y no se presentó a la audiencia. Lo castigaron con 25 horas de trabajo y una multa.
Sus compañeros volvieron a denunciarlo, el comité ordenó su desalojo, pero también se negó a esa medida. En una audiencia prometió mejorar su comportamiento y aceptó irse dos meses más tarde.
Pero la situación no cambió. El último día de residencia, Pereg corrió desnudo por el campus. "Como el día de su nacimiento", dice el informe. Se puso en una puerta en el sector de las mujeres y no las dejaba pasar. "Según el acta, perseguía a cuatro y se les ponía en los accesos para impedirles el ingreso", dice una fuente del caso.
Llamaron a la Policía y lo detuvieron. Pasó unos días en un instituto psiquiátrico y cuando le dieron el alta tomó una decisión: irse de Israel. Eligió radicarse en la Argentina.
Pero su tío, Moshe Pereg, tiene otra teoría: que se fue de su país porque hacía apuestas por Internet y terminó endeudado. "Realmente era un genio que perdió la cabeza. Siempre fue un estudiante excelente y obtuvo tanto su título universitario como su maestría en Technion".
Moshe cree que en 2006 sufrió una crisis mental que no fue diagnosticada. "Cambió drásticamente. Cuando vine a Mendoza y vi cómo vivía no lo podía creer. Y me dijo que eran más importantes sus gatos que su madre".
"Está loco. Si no lo estuviera, sería mejor actor que Marlon Brando. Y sabemos que Brando hubo uno solo", dice uno de los forenses que participó de las pericias.
En la cárcel, su comportamiento ha llevado a que otros presos intentaran atacarlo con fierros. Además son ellos los que deben limpiar la celda de Pereg.
En la última audiencia con los jueces, la semana pasada, Pereg se desgarró la ropa y quedó desnudo.
La caída
Pereg fue detenido el 25 de enero. Un día después, la Policía mendocina encontró los cuerpos de las mujeres: estaban enterradas en la casa del imputado. Su madre Pyrhia Saroussy, 63 años, fue estrangulada y su tía Lily Pereg, de 54, asesinada de tres tiros.
Habían ido a visitarlo el 11 de enero: el doble crimen ocurrió al día siguiente.
La versión del acusado es que estuvieron unas diez horas en su casa y luego las acompañó a la parada del colectivo. "Después las quise ubicar en el departamento donde estaban parando, pero no aparecieron", declaró en su denuncia. No le creyeron.
Habló con los medios. Como si todo hubiese sido obra de la inseguridad. "Es peligroso este barrio. Ahora me quiero ir a vivir a otra ciudad. Pongo en venta mi casa. Cualquiera que quiera comprarla, me avisa", dijo en una de las entrevistas. Es decir: mientras se buscaba a las víctimas, él parecía más preocupado por vender su casa.
Aunque tenía dinero como para vivir mucho mejor, Pereg dormía en un colchón sobre el piso, rodeado por sus gatos. No se bañaba y hacías sus necesidades en el patio. Además tenía gatos disecados.
"Era un hombre raro. Después del doble crimen, vino a comprar un arma que tira balines porque decía que lo perseguía la mafia de Medio Oriente", dijo el empleado de una armería que lo atendió antes de ser detenido. Sus vecinos coinciden en describirlo como alguien que casi no hablaba, un hombre que vestía siempre igual, que olía mal y que vivía entre gastos, como si fuera uno más entre los fines.
"Una vez unos chicos lo atacaron a piedrazos, pero él se ocultó. También se dice que estaba construyendo un túnel subterráneo para llegar al cementerio, que queda enfrente de su casa. Hasta lo vimos medir los pasos", dijo un vecino.
Alrededor de la figura del supuesto doble asesino se tejen mitos, teorías y algunas verdades.
También falsedades. Una de ellas es que Pereg tiene un coeficiente intelectual (CI) de 180, es decir, más alto, por ejemplo, que el de Albert Einstein.
"No sabemos de donde salió eso, pero es mentira. Está claro que el acusado no actúa ni actuaba con inteligencia", dice una fuente con acceso al expediente.
Monstruos, gatos mensajeros y sus pedidos
La principal hipótesis es que las mató y luego las enterró en el fondo de su casa porque había una deuda de por medio. "El planificó todo, hasta antes de los asesinatos denunció que le habían robado una pistola calibre 9mm y dos armas calibre 38", dice una fuente judicial.
Aunque ahora cobra fuerza otra teoría: que el doble asesinato tuvo que ver con su obsesión por los gatos y la suciedad en la que vivía. "Quizá le dijeron algo que no le gustó y las atacó", sospecha uno de sus abogados.
Tenía 40 armas registradas a su nombre, pero sólo aparecieron dos. Hubo un tiempo en que, cuentan, tenía una casa de comidas y se hacía llamar "Floda Reltih" (Adolf Hitler al revés). Por esos días, hace unos ocho años, tenía rastas y llevaba un pedazo de cemento sobre la nuca.
"Es inimputable, lo dicen las pericias", asegura Maximiliano Legrand, uno de sus abogados. Para la fiscal Claudia Ríos, Pereg planificó los asesinatos.
"Lo que se analiza es si al momento del hecho comprendía la criminalidad de sus actos. Por más que se crea animal o haga locuras, si en el crimen actuó con pleno conocimiento de sus facultades, se está ante alguien imputable", dice la fiscal.
Hace poco más de un mes se difundió un video, grabado por un guardiacárcel, en el que un centinela abre la puerta de la celda del penal de San Felipe, y se ve a Pereg desnudo, reptando, maullando como un felino enojado y tirando la mano como si pretendiera arañar a ese hombre.
Desde entonces lo llaman "El hombre gato".
Infobae también accedió al insólito pedido que Pereg le hizo a los jueces. El descargo del acusado estuvo cargado de desesperación:
-Necesito compañía. No puedo estar solo las 24 horas. No soy una persona, soy un gato y necesito estar acompañado por gatos, no por por personas. No puedo tener contacto con personas. Piensan que soy un loco, no pueden entender que alguien pueda vivir como yo, como un gato. Quiero que me traigan a todos mis gatos. A mis 37 gatos. Mis 37 hijos. No sé cómo los están cuidando. Si están bien o están mal. Otra solución es mandarme al zoológico y ponerme en una jaula con todos mis gatos. Son mis hijos.
Eso no es todo. Hace dos semanas rompió el inodoro de su celda y escribe con materia fecal los nombres de sus gatos en una pared. Cuando le preguntaron por qué no usaba el inodoro, su respuesta desconcertó a todos: "Recibí la visita del señor Badjus, un gato anciano de 500 años. Me dijo que en el inodoro había un monstruo que quería devorarme".
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