A fines del año pasado el femicida Fernando Farré se jugó su ya de por sí devaluada reputación en la cárcel con una movida provocadora para los códigos tumberos: deschavó un presunto plan de su viejo compañero de celda, el ex saxofonista de Los Fabulosos Cadillacs, Ignacio Pardo Paso, conocido como Naco Goldfinger, para asesinar a un fiscal. Lo hizo con un objetivo ulterior: conseguir de alguna forma su salida de prisión. No lo logró.
Todo lo que consiguió fue que lo mudaran de penal. Primero a General Alvear, después a Florencio Varela y desde hace unos meses al penal de Bahía Blanca, a distancia de avión de las cuatro personas que suelen visitarlo. Casi cuatro meses más tarde de aquel episodio con el músico condenado por robo, que además incluyó denuncias de amenazas de muerte, el empresario femicida tiene un nuevo abogado y una flamante idea que, aunque suena disparatada, él cree, lo va a hacer salir de prisión.
"A mi esposa la mató la Policía, ellos la mataron cuando entraron a la habitación", dice a Infobae, con una frialdad que atraviesa la fibra óptica por la que viaja su voz desde un teléfono de la prisión del sur bonaerense.
Farré (55), que asesinó a Claudia Schaefer en agosto de 2015, relata una secuencia que nunca antes había pronunciado, ni en la instrucción del caso, ni durante el juicio por jurados donde finalmente lo condenaron a prisión perpetua ni en la entrevista que le dio en junio de 2017 a Infobae, donde, de hecho, dijo que "matarla fue una autoprofecía cumplida". Además, en el juicio el planteo de la defensa no fue si Farré cometió el femicidio, algo que se dio por hecho, sino si había actuado bajo emoción violenta o en estado de locura.
El ex ejecutivo asegura que los seis agentes de la Bonaerense que entraron a la casa donde él acababa de darle 66 puñaladas a su víctima le robaron alhajas y objetos a la mujer mientras agonizaba y que por eso "la mataron".
"Un delirio", comentó a Infobae un investigador de la Justicia que trabajó en el caso. La insólita coartada de Farré, que -dice- presentará su abogado ante la Justicia, está centrada en que como los policías cometieron un delito (robarle) no hicieron nada para evitar que Schaefer muriera. "Ella estaba viva cuando llega la Policía y seguramente vio cuando le sacaban los anillos y la cadenita y la mataron", repite Farré.
En aquella entrevista que le concedió en prisión a Infobae, Farré contradijo lo que plantea ahora. Aseguró que no recordaba nada del hecho, que se le había "borrado la cinta", que hacía esfuerzos por rememorar pero que no tenía "visión".
"Escuché un helicóptero, después vi caras de policías, después recuerdo mi mano toda tajeada e hinchada. Me había cortado a mí mismo. Mi mano es chica pero parecía una zapatilla", había comentado ante la pregunta sobre lo que le quedó de aquel mediodía del 21 de agosto de hace casi cuatro años.
Esta vez, sin embargo, dice que mientras él estaba esposado y manchado de sangre en el piso de la habitación donde acababa de matar a su esposa vio cómo "saqueaban" el cuerpo, según él agonizante, de Schaefer.
-Pero usted fue condenado a perpetua y mató a su mujer de 66 puñaladas, y no dijo nada de todo esto durante el juicio.
-No fueron puñaladas, fueron cortes de no más de tres milímetros de profundidad.
-¿En otras oportunidades admitió que la asesinó, ahora usted dice no mató a Schaefer?
-Fue la Policía que la dejó morir.
Lo que Farré no cuenta es que además de los cuchillazos, el femicida degolló a su víctima. Sin entrar en detalles escabrosos, que fueron expuestos en varias audiencias durante el juicio por jurados, las heridas fueron letales: no hay manera de que la mujer hubiera salido viva de esa habitación donde fue asesinada por su esposo.
Jorge Césaro, el nuevo abogado de Farré, quien despidió a los anteriores por haber publicado un aviso publicitario en una revista donde se autoproclamaban "los abogados de un femicida", sostiene la extravagante hipótesis: "El cuerpo de Claudia fue saqueado por la Policía. Aparece sin nada, sin una cadenita. Ella tenía un anillo de Tiffany de platino y otro de tres oros de Cartier que le encantaba usar. La Policía sin dudas le robó las alhajas, y desprendemos de eso que la hayan asesinado porque estaba viva".
Además, asegura que "los policías robaron anteojos de sol italianos marca Savatore Ferragamo por un valor de 400 euros, el bolso Louis Vouiton que se ve en las fotos, en otras habitaciones y en el BMW de Farré".
El defensor del femicida, que tiene un recurso (el último posible) presentado ante la Suprema Corte de la provincia como apelación de su condena a perpetua (que ya fue confirmada por Casación) dice que por ese motivo las declaraciones testimoniales de esos seis agentes fueron "falsificadas". "Para ocultar algo negativo", arriesga.
Lo cierto es que los policías declararon lo mismo como testigos en la comisaría. Es una práctica común que cuando todos están en la misma escena del crimen uno declare y el resto firme debajo para ratificar esa versión.
Sólo Leandro Meza, uno de los seis agentes, declaró en el juicio. Fue por decisión de las fiscales Carolina Carballido y Laura Zyseskind. El por entonces defensor de Farré, Adrián Tenca, no usó la declaración de los policías como testigos a su favor ni los acusó de ningún delito.
"El allanamiento fue de dudosa legalidad, no se sabe cuándo entró la policía. Cuando Meza declara en el juicio oral que lo ve a Farré huyendo con un cuchillo en la mano y le da dos veces la voz de alto. Ese cuchillo desapareció. No existe en el expediente. No se encontró ningún cuchillo. Su declaración es la única que tiene validez en el juicio", insiste Césaro, quien fue denunciado semanas atrás por las fiscales ante el Colegio de Abogados por decir que Carballido y Zyseskind "se robaron un millón de dólares" y que "prepararon a los testigos del juicio".
Alguien del equipo que trabajó en la investigación del caso escucha con estupor la nueva de Farré. "Todo lo que plantea ya no es planteable. Una nueva prueba ya no entra en el recurso ante la Corte. El no puede decir que el jurado valoró mal la prueba. Está fuera de término", explica.
Los especialistas que conocen de memoria el expediente hicieron esta comparación para darle magnitud a lo que ellos consideran un "delirio" de Farré: "Es como si ahora viene Robledo Puch a decir que fue mal valorada su prueba. El jurado es una manera democrática de decidir. Para dar vuelta la condena de un jurado tiene que haber un escándalo y esto claramente fue un juicio justo".
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