El israelí Gilad "Gil" Pereg, acusado de asesinar a su madre y su tía en Mendoza, miró al juez y no le hizo falta reptar ni maullar o arañar, sólo decir estas palabras que fueron incorporadas al expediente:
-Mire señor juez, usted me ve como un hombre, pero soy un gato.
El juez se mantuvo en silencio.
-Pensará que estoy loco, esa es su opinión. Yo soy un gato, vivía con 37 gatos. Eso quiere decir que mis 37 hijos quedaron abandonados en mi casa. No me juzgue como hombre.
Esta semana se difundió un video, en apariencia grabado por un guardiacárceles, en el que un centinela abre la puerta de la celda del penal de San Felipe, Mendoza, y se ve a Pereg desnudo, reptando, maullando como un felino enojado y tirando la mano como si pretendiera arañar a ese hombre.
-¿Hay posibilidad de entrevistar a Pereg? -le preguntó Infobae a uno de los dos abogados del doble femicida.
-No.
-¿Por qué?
-No es mala voluntad. ¿Usted vio el video?
-Si.
-Nosotros le dijimos en su momento que él se comportaba de esa manera. Por sus delirios.
-Lo recuerdo.
-Y si usted consigue entrevistarlo, no podrá sacarle ninguna palabra. ¿Sabe por qué?
-No.
-Porque él siente que es un gato. Y los gatos no hablan.
Si no hubiera un doble crimen de por medio, esta historia podría haber salido de la inventiva de Roberto Fontanarrosa: el hombre que se cree gato. O el hombre gato. Pero la tragedia la vuelve una historia lúgubre más parecida a las que contaba Edgar Allan Poe.
En términos jurídicos, así lo explica Maxiliano Legrand, uno de sus abogados:
"Las pruebas objetivas están en el expediente y queda claro que Pereg tiene un problema psiquiátrico diagnosticado en Israel, según consta en un informe que llegó y es de hace diez años. Cuando vino a Mendoza siguió comportándose de la misma manera, un comportamiento propio de una persona con un problema psiquiátrico. Más en su caso: mi cliente fue calificado de extravagante, alguien que quiere hacer algo y tiene otra intencionalidad. Tiene un desorden en todo lo que hace, la diferencia entre la enfermedad psiquiátrica y la personalidad desordenada es que en la primera hay mucho mayor intensidad. Pereg era un inepto absoluto para todo lo que hacía porque es psicótico. El psiquiatra del penal lo define tal cual, con sus delirios y la falta de aseo ligada a su locura de creerse un gato. Esto no es simulado ni una mentira, lo piensa, lo siente. Es su patología".
Las pericias penitenciarias
Infobae accedió al informe de diagnóstico y seguimiento psiquiátrico que se le practicó en la División Sanidad del penal de San Felipe, firmado por el doctor Daniel Mozar. Allí dice:
. "Impacta por su imagen de abandono personal".
. "Falta de higiene que podría deberse a meses sin conducta de aseo".
. "Mutismo selectivo ( en su ingreso al penal, luego lo revierte)".
. "Dificultades para sostener la mirada".
. "Se observa posible desorientación temporo-espacial".
. "Indicios claros de alteración de sus funciones psíquicas superiores de atención, memoria y concentración".
"Pensamiento carente de lógica e incoherencia en su discurso".
"Ideas delirantes, acompañadas de comportamientos extravagantes, utilización de neologismos, falta de aseo personal asociada al delirio".
"Aplanamiento afectivo, impactando su falta de expresividad psicomotriz y de emociones en su discurso".
"Disfunción social, sujeto que carece de relaciones sociales y laborales, manteniendo un discurso con contenido paranoide".
"Todo esto lo tornan con un comportamiento que pone en riesgo su integridad física y la presencia de rasgos paranoides que lo vuelven impredecible y de alto riesgo".
El circuito de pericias no está completo para Pereg: falta que se desarrollen las de parte y las oficiales, que podrían salir a la luz la semana que viene.
El hombre que se cree gato
El caso Pereg es uno de los mayores enigmas actuales de la historia del crimen argentino. ¿Simula ser gato o en realidad tiene una patología que lo hace creer un felino?
"Una vez fue al veterinario y quiso instalarle un chip a sus 37 gatos, cada chip les salía 500 dólares y decía que podía ponerlos", contó un conocido. "Un vecino lo invitó a pescar, y le dijo: ¿puedo llevar a tres de mis hijos? 'Claro', le respondió. Cayó al bote con tres gatitos", dijo el mismo testigo.
Uno de sus abogados cuenta que Pereg una vez fue estafado por un arquitecto. El presunto femicida, creador de varias empresas en el país, algunas con su propia madre en el directorio, le dio 100 mi dólares para construir una cancha de fútbol; el hombre no hizo siquiera los planos. Le pidió otros 100 mil para terminar el proyecto. Pero todo quedó en la nada. Fue denunciado, pero ese dinero se perdió. Pereg también solía salir a la ruta en su auto con el vehículo lleno de gatos, circulaba a 20 kilómetros por hora.
Entre los antecedentes históricos, según escribió el periodista y escritor Enrique Symns, en el Borda existió el caso de un paciente que se creía hombre lobo. Vivía en el fondo, en la oscuridad, y por las noches caminaba en cuatro patas por los pasillos. "Si le decíamos que era un hombre -recuerda Symns- se enfurecía y te atacaba. Entonces a mí se me ocurrió, acariciarle el lomo,como si fuera un lobo".
El doble crimen
"Su pedido de tener a dos de sus gatos no es menor. Es capaz de hacer una huelga de hambre o atentar contra su vida si no se los llevan", dice Legrand.
Pereg, que en Mendoza se hacía llamar "Nicolás", está acusado de estrangular a su madre Pyrhia Saroussy, 63 años, y de matar de tres disparos a su tía Lily Pereg, de 54. Pero a él, más que los crímenes, la acusación y las amenazas tumberas, le preocupa el destino de sus mascotas.
Vivía en un predio situado en Roca al 600, en Guaymallén, en Mendoza, frente a un cementerio. Vivía en condiciones infrahumanas. Entre basura, desperdicios, revistas pornográficas, alimentos para gatos y suplementos dietarios. "Se alimentaba con esos suplementos. Dormía en un colchón sucio tirado en el piso", dice una fuente del caso.
Tenía más de veinte gatos y cinco perros. Los policías hallaron dos gatos disecados sobre una parrilla y varios enterrados. "Hablaba sólo con los animales", dicen sus vecinos. Y hasta hacía sus necesidades en un recipiente.
Gil Pereg fue detenido el 25 de enero. Un día después, la Policía mendocina encontró los cuerpos de las mujeres: estaban enterradas en la casa del imputado. Ellas habían ido a visitarlo el 11 de enero: el doble crimen ocurrió al día siguiente.
La versión del acusado es que estuvieron unas diez horas en su casa y luego las acompañó a la parada del colectivo. "Después las quise ubicar en el departamento donde estaban parando, pero no aparecieron", declaró en su denuncia.
No le creyeron.
"La principal hipótesis es que había una deuda de por medio. Él planificó todo, hasta antes de los asesinatos denunció que le habían robado una pistola calibre 9mm y dos armas calibre 38", dice una fuente con acceso al expediente.
Pero ahora surge otra teoría: ¿las mató porque dijeron algo sobre sus gatos que él tomó a mal?" Las armas fueron encontradas en su casa. Con la 38 mató a su tía, según opinaron los forenses.
La Policía encontró más de tres millones de pesos y un papel con nombres y números. Se cree que "Nicolás" era prestamista o se relacionaba en ese mundo turbio.Tenía 40 armas registradas a su nombre, pero sólo aparecieron dos. Hubo un tiempo en que, cuentan, tenía una casa de comidas y se hacía llamar "Floda Reltih" (Adolf Hitler al revés).
"Sigue diciendo que si no le dan los gatos, se va a morir. A veces pide que le pasemos el teléfono a sus gatos para hablar con ellos y escuchar sus maullidos", dice uno de sus abogados.
El odio de sus compañeros de cárcel
Cuando logra salir de su sector en el penal de San Felipe y pasar por la celda aislada que ocupa el presunto doble asesino, le gritan:
-Te vamos a dejar sin las 7 vidas, gato sucio.
En el submundo carcelario, matar a la madre o violar son delitos imperdonables. A los demás presos también les llegó el rumor de que Pereg es un hombre tan extraño que actúa como si fuese un felino. Hace sus necesidades en el piso, no quiere bañarse, se lame y a veces anda en la celda en cuatro patas.
De acuerdo a sus abogados defensores, Pereg sufrió dos ataques hace un mes y medio. Los presos usaron un fierro con punta filosa y lo atacaron por el agujero del cuarto donde está el israelí, pero no lograron matarlo.
En un llamado que le hizo desde el penal, Pereg le contó a uno de sus defensores:
"Me quisieron matar. Pero estoy bien. Sólo quiero a mis gatos. No pido nada imposible. Un montón de presos tienen gatos. Además acá está lleno de ratas".
Sus abogados definen a "Nicolás" como un misántropo que amaba más a los animales que a las personas, que no le importaba la humanidad. De hecho, uno de ellos recordó una de las primeras frases que pronunció el israelí cuando se reunieron con él: "La gente es lo peor. Viviría lejos de las personas. No tendría contacto con ellas. Sólo con los animales. Ellos me entienden. Y yo a ellos. Somos lo mismo", les dijo.
-Con los guardias se comportó como un gato enojadísimo, los quiso arañar. ¿Con ustedes es así? -quiso saber Infobae.
-No, con nosotros es como un gato dócil. Un hombre que se siente gato y actúa como tal. Todo esto parece un cuento, pero es real. Estamos ante un caso único.
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