"Gorda, me voy a hacer un mandado re piola, me voy a hacer un re mandado". El mensaje fue de voz y lo envió la noche del jueves. Se lo dijo a su novia. El joven de 17 años fue visto por última vez con vida a las 0:40 de la madrugada del viernes en las inmediaciones del barrio Reysol. Lo encontraron muerto a las diez de la mañana de ese día, oculto entre pastizales, sobre la vera de un camino de tierra, de barro por las tormentas de esa noche, en la calle Victoria Ocampo del barrio 4 Esquinas del partido de Zárate, un suburbio que atestigua de manera literal su infraestructura en su nombre.
Joel José Giménez ya no está. Lo mataron. Su novia, de 15 años, tampoco está: se la llevó su padre de la localidad bonaerense. Ella reveló que su pareja era ladrón y se dedicaba a cometer robos en la zona. Su acto delictivo final fue un "mandado", un término que en la jerga significa la concreción de un asalto a mano armada. El robo terminó con él arrojado en un zanja.
Le dispararon dos veces: en el tobillo y en los genitales, donde no presentaba orificio de salida. La herida dañó órganos vitales que terminaron de provocar su muerte, según informó la policía científica. El cuerpo, que se encontraba boca arriba y oculto entre la vegetación del lugar, presentaba puñaladas en el muslo y en el cuello que no registran derramamiento de sangre, de modo que se asume que fueron después de muerto. Pero el rasgo más sanguinario del crimen se desarrolló en vida: la autopsia descubrió humo en sus pulmones. Los peritos determinaron que la víctima aún respiraba cuando estaba siendo prendida fuego.
Los investigadores continúan haciendo tareas de inteligencia para tratar de esclarecer el homicidio. La hipótesis del linchamiento ciudadano parece descartada. El presunto ladrón fue trasladado hacia un descampado, una zona de difícil acceso, lejos de donde había sido visto con vida por última vez. El ensañamiento y la virulencia de las lesiones que presenta el cuerpo de la víctima refuerzan otras teorías: el ajuste de cuentas, el mensaje mafioso, una suerte de venganza.
Infobae accedió a versiones enquistadas en el barrio Pecorena, donde Toto vivía con sus padres y sus dos hermanos. Hacía una semana lo habían amenazado de muerte. Una lluvia de disparos impactaron en la fachada de su casa y en el Falcon de su padre. La intimidación, de pronunciado sesgo mafioso, habría ocurrido luego de una disputa entre un amigo de él y uno de los dos prófugos que busca la Justicia. Aún no hay ningún imputado directo en la causa, pero las sospechas señalan a dos jóvenes del barrio 6 de Agosto que están siendo investigados.
Según las conjeturas de algunos vecinos de la zona que no quisieron dar a conocer sus nombres, la víctima y los principales sospechosos de cometer el homicidio solían robar juntos y su principal botín eran las motos. Las presunciones sugieren que el joven asesinado habría quebrantado un pacto criminal. Lo concreto es que la investigación gira en torno a un ajuste de cuentas y apunta a dos integrantes de una banda de un barrio peligroso en las fronteras del partido bonaerense.
En Zárate todos hablan del crimen de Toto Giménez. No están sorprendidos, pero lamentan la pérdida escudándose en la nobleza de sus progenitores. Su padre, apodado "el Gordo Mario", es un chatarrero muy respetado. "Es buena gente, una familia trabajadora, humilde", repiten quienes los conocen. "Los que se desviaron fueron sus hijos, pero en el fondo eran buenos pibes, se juntaron con quienes no debían", dicen por lo bajo.
Los Giménez viven un nuevo drama familiar. Joel José Giménez era hermano de Mario Giménez y de Paulo Gabriel Giménez. El primero falleció el 27 de enero de 2016, a sus 30 años, cuando se ahogó al tropezar saliendo de su casa y caer al fondo de una zanja: padecía epilepsia y había sido intervenido recientemente en la cabeza. El segundo murió seis meses después: tenía 18 años, le decían Machuki y perdió la vida tras ser embestido por un automóvil mientras huía en su moto -robada- de un raid delictivo. Infobae se comunicó con los padres de la víctima, quienes por el momento prefirieron no hablar con los medios.
En el hecho participaron efectivos de la comisaría 1° de Zárate, del Comando de Patrullas y de la Jefatura Departamental Zárate-Campana. La causa está en manos de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 7 del Departamento Judicial Zárate-Campana, a cargo de la fiscal Andrea Palacios.
Fotos: Nicolás Stulberg
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