Un cotejo de huellas dactilares permitió identificar los cuerpos de cada una de las hermanas israelíes muertas y complicó más aún la situación judicial de Nicolás Gil Pereg, el único detenido por el crimen.
El análisis reveló que la madre de Gil Pereg, Prihya Sarousi, fue asesinada a golpes, mientras que Lily Pereg, la tía del hombre, fue ultimada a balazos, antes de ser enterradas bajo piedras y tierra en el domicilio del imputado, en la localidad de Guaymallén.
Por medio de un comunicado, el Ministerio Público Fiscal informó además que "de las tres armas que se secuestraron en el domicilio de Gil Pereg, una de ellas (revólver calibre .38) ha sido el arma empleada para causar la muerte (de la tía), dado que el proyectil extraído de la víctima Lily condice con esa arma".
El domingo se habían conocido los primeros detalles de la autopsia. Sin embargo, debido al grado de descomposición los cuerpos no pudieron ser identificados.
En el informe preliminar se había establecido como causa de muerte tres impactos de arma de fuego en el corazón, tórax y pulmón en uno de los cuerpos (Lily Pereg), mientras que el cadáver presentó lesiones de arrastre, golpes en diferentes partes de la cabeza y el torso, y otras causadas por maniobras de defensa.
El dato más macabro de los resultados arrojados por el Cuerpo Médico Forense mendocino indicó que a ambos cuerpos se les incrustaron hierros después de la muerte de ambas mujeres.
Mientras avanza la investigación, Gil Pereg, de 37 años, permanece alojado en el Sector de Admisión del Complejo Penitenciario II San Felipe, imputado por el delito de homicidio agravado por el vínculo en concurso real con homicidio simple. Trascendió que desde el arresto se rehúsa a ingerir alimentos. Está bajo la supervisión del personal médico y psiquiátrico.
Las hermanas Pyrhia Sarousi (63 años) y Lily Pereg (54) fueron buscadas por dos semanas hasta ser halladas el pasado sábado, un día posterior a la detención de Gil Pereg, tras las inconsistencias en su relato, contradicciones entre sus dichos y diversas pruebas recogidas y a manchas de sangre en una de sus remeras que correspondían a las víctimas.
El acusado Gil Pereg había declarado ante la Justicia que las había visto por última vez el sábado 12 de enero cuando las mandó a tomar el colectivo de regreso al departamento que alquilaban en el centro mendocino y nunca más las vio.
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