Tras dos semanas de investigaciones, la búsqueda de las turistas israelíes finalizó de la peor manera. Las hermanas Pyrhia Sarusi (63 años) y Lily Pereg (54) fueron halladas sin vida el sábado en la casa de Nicolás Gil Pereg, el hijo y sobrino de ellas, quien ayer fue detenido e imputado por los delitos de homicidio simple y homicidio agravado por el vínculo.
Ayer, la fiscal de Homicidios Claudia Ríos ordenó allanar por cuarta vez la propiedad de Gil Pereg luego de que en las últimas horas se conocieran los resultados de los análisis a las muestras de sangre encontradas en la vivienda, que fueron cotejadas con restos recolectados de un cepillo de dientes que se secuestró en el departamento que alquilaron las turistas.
Los cadáveres fueron encontrados en un pozo, a casi dos metros de profundidad y cubiertos de tierra y piedras, en el fondo de la vivienda del hombre, un terreno amplio, ubicado en la calle Julio A. Roca 6079 del barrio Buena Nueva de la localidad de Guaymallén. La necropsia determinará las causales de la muerte y la fecha. También es materia de investigación si el imputado habría actuado solo o con un cómplice.
El caso comenzó a trascender en la mañana del pasado miércoles 16, cuando los familiares de las hermanas fallecidas iniciaron una cruzada en las redes sociales para encontrarlas. Las turistas habían llegado al país de vacaciones. Arribaron a Mendoza hace dos semanas, el viernes 11. Pero desde entonces nadie supo más nada de ellas, a excepción de una persona: Nicolás Gil Pereg, el hijo de Pyrhia Sarusi.
Originalmente Guilad Sarussi, Gil Pereg, un ingeniero electrónico y ex militar, está radicado en la Argentina desde fines de 2007. Ingresó al país con su apellido paterno. Prefirió no usar el materno como había hecho hasta ese momento.
El hombre, de 36 años, fue quien radicó la denuncia por la desaparición de sus parientes. Dijo ante la Justicia que compartió junto a su madre y a su tía toda la jornada del sábado 12. Según el testimonio, estuvo con ellas en su casa y la última vez que las vio fue en horas de la noche, cuando las acompañó a tomar el colectivo 120 que las llevaría hasta el departamento que alquilaban, en la calle España al 1139, en el centro de la capital provincial. Continuando su relato, aseguró quedaron en encontrarse al día siguiente, a las 10:30.
Lo mismo repitió ante la prensa, mostrándose siempre ofuscado por la inseguridad del barrio, contando que fue asaltado en muchas ocasiones y hasta lanzando posibles teorías por la desaparición: "Alguien, que puede haber venido de Israel, fue detrás de ellas para hacerles daño. O puede ser alguien que me odia acá, en la provincia, le hizo daño a ellas para vengarse de mí", reflexionó.
Sin embargo, con el correr de la investigación su versión se fue derrumbando y Gil Pereg pasó de ser testigo a sospechoso. Las contradicciones en su declaración se evidenciaron al peritar la cámara de vigilancia del cementerio municipal ubicado en frente de la vivienda y que da a las puertas de la casa.
En los registros fílmicos los investigadores confirmaron que las dos mujeres ingresaron a la vivienda del detenido el sábado 12 por la mañana, cerca de las 10:15. Pero no encontraron imágenes de la misma cámara de cuando se retiran del lugar. ¿El motivo? Los cables fueron cortados. Otra pista en contra de Pereg fue que antes de realizar la denuncia se cortó su larga cabellera (tenía rastas) y se afeitó a cero.
A partir de varios indicios y otras"lagunas" en las testimoniales del denunciante, la semana pasada se llevaron a cabo tres allanamientos en su predio. En el domicilio hallaron tres millones de pesos, repartidos en dólares y euros. También un arsenal de armas, todas registradas.
A los investigadores les llamó la atención las condiciones en las que vive, lo cual no coincide con el dinero que portaba: en la casa no hay dormitorios ni muebles y los pisos son de tierra. El lugar tiene un cerco eléctrico y varias cámaras de vigilancia, pero no cuenta con servicios básicos, como agua potable. Los sorprendió también una decena de gatos muertos, disecándose sobre una parrilla en el patio, además de varios perros encadenados.
Con sospechas reales pero sin pruebas concretas como para incriminarlo, los investigadores no le perdieron el rastro a Gil Pereg durante estos 15 días, de modo de impedir una posible fuga. El misterio sobre el paradero de las mujeres comenzó a esclarecerse en las últimas 48 horas.
Durante los procedimientos localizaron manchas presuntamente hemáticas en una remera suya y en una bolsa de cemento. Estas manchas, sumadas a muestras de una colilla de cigarrillo, fueron cotejadas con otras tomadas en el departamento de las víctimas. Los resultados arrojaron que efectivamente se trataban de manchas de sangre y que se correspondían con el ADN de una de las mujeres.
Tras ello, la fiscal del caso solicitó la detención de Gil Pereg y la realización de un nuevo allanamiento a su casa. En el operativo participaron personal de la División Búsqueda de Personas y efectivos de la Policía provincial junto a perros rastreadores (que fueron claves para marcar el lugar donde habían sido escondidos los cadáveres), palas y una retroexcavadora de la Municipalidad. Los cuerpos fueron identificados por los pasaportes que tenían consigo.
Sarussi era funcionaria de un ente recaudador israelí. En tanto que Lily Pereg era profesora asociada de microbiología en la Universidad de Nueva Inglaterra, en Australia. Se mudó a aquel país en la década del 90 y obtuvo un doctorado en el Departamento de Ciencias Agrícolas de la Universidad de Sídney.
Entre las posibilidades del móvil del crimen que se manejan aparece la cuestión económica. En medio de horas de preocupaciones y angustia ante la falta de pistas, se conoció que el hombre, de nacionalidad israelí, figura como el titular de cinco empresas en Mendoza creadas entre los años 2011 y 2015 por su madre, Pyrhia Sarusi, quien residía en Israel.
Las sociedades son Captain Otis, Axis Sudamericana Zoran Americana SA, Solmyr Latinoamericana SA y Toskar Latina SA. En ellas, Sarusi aparece como socia y su hijo, Gil Pereg, como director titular. Las firmas tienen domicilios en Guaymallén.
Según registros oficiales del Banco Central, Gil Pereg tuvo problemas financieros, al menos en el último tiempo. El año pasado liberó 46 cheques sin fondos con tres de esas firmas, por un total que supera los 9 millones de pesos.
Cuando comunicaron la noticia, las autoridades remarcaron que "no fue un problema de inseguridad, sino de índole familiar" que debe investigarse. Por lo pronto, el hombre fue trasladado a la penitenciaria de Boulogne Sur Mer. Será sometido a examen físico y psíquico, porque, según dijo Ríos, "amenazó con quitarse la vida".