Ocho años. Ese fue el tiempo que duró el calvario que sufrió C., una joven de La Boca que denunció a su propio padre por haber abusado de ella desde que apenas era una niña hasta que cumplió los 17. La denuncia fue hecha en 2017, dos años atrás, ante la Fiscalía de La Boca. Tras una larga investigación a cargo del Juzgado Nº 40, la víctima finalmente logró que el hombre que la sometió durante casi toda su vida fuera detenido por la Policía de la Ciudad.
El acusado es Daniel Machado, un mecánico de 38 años, capturado la madrugada del miércoles pasado en el pequeño departamento que alquila en un conventillo de la calle Quinquela Martín. Allí, el hombre vivía junto su mujer y sus tres hijos: una nena de 4, un varón de 17 y su presunta víctima, C.
Fuentes de la investigación aseguraron a Infobae que "había pruebas suficientes" de que Machado abusó en reiteradas oportunidades y "de forma sostenida en el tiempo" de la mayor de sus hijas.
De acuerdo con las mismas fuentes, los abusos se habrían cometido en el conventillo y ahora el padre de la joven, hoy de 19 años, deberá enfrentar una acusación por el delito de abuso sexual agravado altamente ultrajante.
La jueza Paula González, a cargo de la causa, deberá definir en los próximos días si pide la prisión preventiva. C., por su parte, está siendo contenida por el Ministerio Público de la Defensa porteño, fuera de su casa. Por el momento, no declaró.
Infobae recorrió el barrio de la víctima y el presunto victimario. Logró hablar también con A., el hermano de la joven, quien aseguró que en ningún momento vio una situación extraña entre su papá y C., aunque tampoco negó que los abusos existieron. "Yo no tengo buena relación con mi viejo y si hubiera visto que le estaba haciendo algo de eso, saltaba a defender a mi hermana, aunque sé que mi papá es grandote. No me hubiera importado", dijo.
Si bien el joven en un principio se abstuvo de dar mayores detalles, con el correr del diálogo dio cuenta de que la relación familiar está prácticamente rota: la violencia signó la vida de los cinco.
"Mi papá cuando éramos más chicos nos fajaba. Yo también era quilombero, pero después nos prometió que no lo iba a volver a hacer y hace mucho tiempo que no nos pega. A mi vieja tampoco le pegó jamás, o por lo menos yo no lo vi", contó.
Respecto a la acusación de abuso, A. remarcó: "Yo la verdad no sé qué pensar. Al principio le creí y sé que mi viejo la debe estar pasando mal en la cárcel y también me da miedo lo que pueda pasar con mi hermana si se llagara a comprobar que lo que denunció es mentira. La pueden acusar de falsa denuncia e ir presa", agregó. "Es todo confuso", remató.
De acuerdo con el hermano, ni su madre ni él estaban al tanto de los presuntos ataques. De hecho, dijo que durante los casi dos años que transcurrieron desde que C. hizo la denuncia, las cosas siguieron normalmente, aunque no del todo bien.
"Yo de esos temas nunca hablé con mi hermana porque a mí no me gusta. No me gusta meterme. Es más, durante mucho tiempo estuve peleado con ella pero nos perdonamos", dijo con cierto miedo y tratando de cuidarse en sus palabras. Sabe que la acusación es grave y que a partir de ahora nada será igual.
Durante todo el diálogo, A. ojeaba la puerta entreabierta del departamento unas dos veces por minuto porque adentro estaba dormida su pequeña hermana de cuatro años y era él quien estaba a su cargo mientras la mamá se reunía con el abogado defensor para ver cómo pueden hacer para sacar a Machado de la alcaidía de Tribunales del SPF donde está hoy recluido. "Mi vieja hoy tiene un abogado del Estado pero después de que hagan lo de la excarcelación, va a ser un abogado particular el que defienda a mi papá", reveló.
Los menos queridos y una mamá que no cree
La madre de C., por su parte, no cree en la versión de su hija. Se manifestó desde el minuto cero a favor de su marido.
"Cuando vino la policía, la mamá lo defendió y dijo que nunca vio nada. Que nunca se dio cuenta, pero cómo puede ser que pasó tanto tiempo y no vio nada", aseguró a este medio una vecina que los conoce desde 2007, cuando los Machado llegaron al barrio.
Incluso -agregó la testigo- después de que C. acudiera a la Justicia y decidiera irse de la casa, la madre le prohibió sacar sus cosas y la presionó con que no la iba a dejar ver a su hermana menor si no desistía de la denuncia. "Es como que lo negaba. Como que no aceptaba lo que estaba pasando", añadió.
La vecina sostuvo, asimismo, que la familia era muy conflictiva y nadie los quería en el barrio. Efectivos policiales tuvieron que ir al lugar muchas veces y por eso no mantenían relación alguna con nadie, salvo para quejarse por algo.
"Eran muy raros y nunca nos llevamos bien. Lo que a mí más me llamó la atención es que cada vez que él se peleaba con su esposa, a la primera persona que acudía para plantearle el problema era a la mayor de las hijas. Siempre estaba en el medio ella. Eso no está bien", dijo la vecina, quien vive en el mismo edificio.
A la charla se sumó otra mujer, habitante también de uno de los seis departamentos del conventillo, quien ratificó la misma versión acerca de la familia. "Acá nadie los quiere. Los odian porque por cada problema que tenían, llamaban a la policía. Acá muchas veces estuvo la policía de guardia. Yo por ejemplo cuando supe lo de la denuncia, jamás dejé que se acercara a mi casa. Tengo una hija adolescente y no sé lo que pueda pasar", comentó.
Los conflictos eran el pan de cada día, no ocultaban el maltrato entre ellos. En una oportunidad, cuando C. todavía era una niña, Machado la golpeó y la tiró contra una cama, lo que le provocó un corte en la nariz.
La herida -contó la testigo- fue importante. Lo cierto es que toda esta suma de hechos sostenidos a lo largo del tiempo obligaron a la adolescente en una oportunidad a irse de la casa a vivir con su abuela, aunque no fue la solución, ya que su mamá siempre lograba que volviera de alguna manera y el tormento continuaba.
"Nunca entendí por qué iba y volvía sin parar. Si le estaba haciendo eso por qué regresaba. Además, siempre se peleaban. Todo el tiempo había conflictos y por cualquier cosa, pero uno jamás piensa que el propio papá le pudo haber hecho eso a su hija. Eso no cabe en ninguna cabeza", concluyó una de las vecinas, mientras la otra sólo atinaba a asentir con la cabeza y lamentar lo que pasó.
SEGUÍ LEYENDO
El sospechoso de violar a la anciana en La Plata tiene 20 años: lo delató el acento