Una amante, traición y venganza: la trama detrás del brutal asesinato de Banfield

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Un robo, un asesinato y un incendio para ocultar pruebas son los tres episodios que componen la terrible y sanguinaria muerte de Gustavo García Ibáñez en su casa de Banfield y que tiene como protagonista y principal acusada a una joven que apenas cumplió 18 años el pasado mes de septiembre. Infobae logró reconstruir, en base a fuentes con acceso directo a la investigación, cómo se sucedieron los hechos de una historia con ribetes de sadismo. 

A comienzos de diciembre pasado, García Ibáñez, un joven solitario, registrado en el rubro de pizzerías de la AFIP, que casi no tenía familia y vivía solo en su PH de Banfield sobre la calle Belelli, concretó la venta de un Chevrolet Prisma modelo 2012 por el que recibió aproximadamente $400.000.

La información de este negocio la confió solo a dos personas: un amigo y una joven que trabajaba como empleada doméstica en su casa y con quien tenía una relación amorosa ocasional, Aldana Díaz. Lo que García Ibáñez jamás se imaginó fue que esa transacción sería el comienzo de su final y que la presunta responsable de su muerte sería Díaz misma.

El sábado 22 de diciembre, Aldana fue a visitar a Gustavo a su PH. Pasaron la tarde, el plan era cenar juntos. Cerca de las 21:30, la joven salió a la calle para sacar la basura. Fue en ese momento que dos delincuentes la abordaron y la obligaron a ingresar. Una vez en el interior de la casa se dirigieron a Gustavo con una intención contundente: querían el dinero de la venta del auto.

El hombre se resistió. Les explicó que el dinero de la transacción ya estaba en un banco, que no lo tenía. Lo golpearon, se pusieron violentos. Finalmente García Ibáñez les entregó $50.000 que tenía ahorrados y se fueron. Era claro que alguien había hablado.

Gustavo García Ibáñez, la víctima
Gustavo García Ibáñez, la víctima

Con el transcurso de los días empezó a sospechar de algunas personas de su acotado entorno. Hasta que, según cuenta un amigo cercano, García Ibáñez se enteró de que Aldana se había comprado un celular nuevo de alta gama.

"Le llamó mucho la atención eso. Es una chica que no tenía trabajo fijo, que prácticamente no tenía dinero y de repente tenía un teléfono último modelo. Ahí le cayó la ficha. Me comentó que iba a llamar a su hermano policía para ir a buscarla", contó a Infobae José Luis, un vecino del barrio y una persona de confianza de la víctima.

El sábado 29 de diciembre, siete días después del robo, García Ibáñez tomó la decisión de vengarse. Primero habría llamado a Aldana, culpándola de haberlo entregado. Discutieron, se insultaron. Antes de terminar la comunicación, Aldana le dijo que fuera a su casa para que le devolviera su dinero. Pero la oferta era una trampa mortal. Gustavo se subió a su moto y fue directamente al departamento de la mujer en Ezeiza. Estacionó en la puerta y entró.

Aldana no estaba sola, había dos personas más, los hermanos Leandro e Ignacio Areco, de 20 y 22 años respectivamente, oriundos de Ciudad Evita tal como ella. De acuerdo a investigadores del caso, los Areco se abalanzaron sobre García Ibáñez, lo golpearon salvajemente, luego lo ataron a una cama y finalmente le pusieron una bolsa de nylon en la cabeza hasta que murió. La autopsia posterior en la causa instruida por el fiscal Carlos Hassan indicó una muerte por ahogamiento.

La casa de la calle Belelli tras el crimen
La casa de la calle Belelli tras el crimen

Con el cadáver tendido sobre la cama, la joven de 18 años y sus cómplices veinteañeros comenzaron a pensar qué hacer con el cuerpo. Lo primero que se les ocurrió fue "faenarlo", tal como describe una fuente. Es decir, descuartizarlo. Por alguna razón no pudieron o no quisieron hacerlo.

Pasaron 48 horas deliberando con el cuerpo de García Ibáñez descomponiéndose en el lugar. Recién el 31 de diciembre tomaron una decisión: prender fuego el departamento de Aldana en Ezeiza.

Simularon una explosión con una garrafa y efectivamente la casa comenzó a arder en llamas. Luego de iniciado el fuego, Díaz y uno de los hermanos Areco salieron del lugar y se subieron a la moto que la víctima había estacionado cuando llegó. La idea era escaparse lo antes posible.

Fue en ese instante cuando se dio la clave del caso, lo que permitió que la Justicia pudiera desenredar la historia: un vecino, al que le llamó la atención la situación, inocentemente y sin ninguna otra pista más que su presentimiento de que algo andaba mal, le sacó una foto con su celular a la patente del rodado antes de que se fuera.

Así, Aldana y los Areco cayeron uno por uno. La Policía Bonaerense llegó hasta la casa de un ex novio de la joven, donde ella había estado para pasar Año Nuevo antes de fugarse: la encontraron en Las Toninas. Los Areco no fueron demasiado lejos. Estaban en su casa en Ciudad Evita.

Hoy, la Justicia tiene como principal hipótesis que Aldana les contó el dato de la venta del auto a los Areco para que cometieran el robo. También, que avisó a los delincuentes el momento en el que iba a sacar la basura para que ingresaran al domicilio y pudieran realizar el robo. Los tres imputados se negaron a declarar en la mañana frente al fiscal Hassan, que los imputó por homicidio agravado y encubrimiento.

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