El secuestro y asesinato de Xiomara Naomi Méndez Morales, raptada en Flores en la puerta de su escuela y estrangulada hasta morir en un Fiat Duna tras el pago de un rescate, tuvo como capítulo secundario la imposibilidad de desarticular de manera completa a una banda de narcotraficantes que según la causa judicial que instruye en Morón el juez federal Jorge Rodríguez habría estado integrada, entre otras personas, por el padrastro de Xiomara, Luis Gerardo Méndez Portilla, alias "Beto", de 34 años y oriundo de Perú tal como la madre de la Xiomara, Jessica Patricia Morales Pérez. Ambos tienen antecedentes por causas por drogas, radicadas en el año 2004 en los tribunales de Comodoro Py.
Infobae, a través de fuentes de la investigación, reconstruyó la trama secreta detrás de la familia de la adolescente y los resultados del allanamiento antinarco que se realizó en su casa y que resultó un fiasco, tal vez por la exposición del caso.
Si bien desde el Ministerio de Seguridad bonaerense se envió información a la prensa asegurando que "una banda narco integrada por personas de nacionalidad peruana y boliviana fue desmantelada por la Policía de la provincia de Buenos Aires luego de ocho allanamientos realizados en el partido de La Matanza y la Capital Federal, donde se incautaron armas de fuego, cocaína y marihuana", la verdad del expediente no es tan contundente.
El comunicado aseguró algo que sí es exacto: "Uno de los allanamientos fue realizado en la vivienda de la familia de Xiomara, la joven de 15 años raptada en el barrio porteño de Flores y luego asesinada por sus captores, quienes habían pedido 'droga y dinero' para liberarla".
Según las constancias judiciales, en la casa de la adolescente asesinada ubicada en Flores, la Policía Bonaerense solo encontró una "bocha" con ocho gramos de cocaína de "altísima pureza", de acuerdo a la prueba preliminar del test de reactivo químico. Por lo general, las dosis para la venta al menudeo tienen una concentración muy inferior de clorhidrato de cocaína, y el peso varía entre los dos y los cuatro gramos. Por eso, los detectives estiman que se trataría de una muestra de un cargamento mayor tomada por el dueño de casa que quedó olvidada en el mueble donde fue descubierta.
La lupa sobre "Beto" se posó después luego de que a investigadores les llegara el "soplo" de un informante que alertaba sobre los 20 kilos de cocaína –también de alta pureza- que habría traído en su utilitario desde la ciudad de Rosario. Como Méndez Portilla sería tan solo un eslabón en el sistema de distribución de la pequeña organización investigada, los detectives estaban convencidos que el padrastro de Xiomara terminaría llevando los ladrillos a alguno de los aguantaderos que la banda tenía en el Villa Celina, en el partido bonaerense de La Matanza, un lugar ubicado a unas 40 cuadras de la propiedad de "Beto".
Sin embargo, esto no ocurrió.
Por el contrario, los seguimientos y filmaciones realizadas por los uniformados revelaron que el presunto narco peruano visitó varias casas de la Villa 20, en Villa Lugano y la Villa 1-11-14 en el Bajo Flores. Eran los mismos lugares que solían visitar los organizadores de la banda, que tenían sus guaridas en Villa Celina y que también fueron allanadas. Este hecho le hizo razonar a los investigadores que quizás "Beto" se habría cortado solo con la droga que habría traído desde Rosario – comprada con dinero de la banda- y la distribuyó sin darle participación al resto, una posible "mexicaneada", un hecho que en el bajo fondo narco suele pagarse con la muerte propia o de algún miembro de la familia.
Esta especulación terminó de redondearse cuando escucharon por las noticias que los secuestradores de la joven solicitaban, además de los 30.000 pesos, 30 kilos de cocaína. Es decir, los 20 kilos que se habría quedado Méndez Portilla más los "intereses", que serían los otros 10 kilos de "merca". El taxista Luis Alberto Fernández, uno de los detenidos, supuesta pareja de una tía de Xiomara, reclamó por el teléfono a la madre de Xiomara mientras la menor estaba cautiva: "Decile a Grillo que me debe 30 kilos".
En los chats de voz con Fernández y su presunto cómplice Bruno Martín Cortez, los secuestradores de la joven, Jessica, la madre de Xiomara, ésta se desentendió de los ladrillos de cocaína. Lo mismo hizo cuando declaró por el secuestro de su hija en la Fiscalía Federal N°12 a cargo de Alejandra Mangano en los tribunales de Comodoro Py. De hecho, la mujer, y se presume también "Beto", pagaron los 30.000 pesos del rescate en un punto de Boedo pero la adolescente fue asesinada, según la autopsia, por "asfixia mecánica por compresión cervical" con un cinturón hallado en su cuello.
Los presuntos asesinos, acusados por los delitos de "secuestro extorsivo seguido de muerte agravado por el cobro del rescate y la edad de la víctima", se negaron a declarar ante la fiscal, por lo cual no aportaron ninguna pista más con la cual se podrían haber alimentado la otra causa –la de narcotráfico-, que investiga en Morón el juez federal Rodríguez y su secretario, Ignacio Calvo.
Según pudo saber Infobae de manera exclusiva, en los ocho allanamientos los detectives no encontraron lo que esperaban. A la banda se la investigaba desde hacía dos meses. Y si bien en ese lapso se había identificado a cuatro hombres como presuntos integrantes de la asociación ilícita –entre ellos "Beto"-, los autos en los que se movilizaban, los lugares donde operaban, y un circuito de distribución, el juez Rodríguez había autorizado una serie de medidas para recabar más datos de inteligencia.
Sin embargo, estos se tuvieron que interrumpir cuando la prensa centró su atención sobre la familia de Xiomara y las cámaras se posaron de la familia de la joven el barrio porteño de Flores.La muerte de Xiomara adelantó las medidas judiciales y, como se verá, puso en alerta a los presuntos delincuentes que pusieron pie en el polvo.
La familia de Xiomara se había mudado de la Villa 20 al Bajo Flores hacía apenas tres meses, es decir casi al mismo tiempo que se abría la causa en el juzgado federal de Morón. Además de los ocho gramos de cocaína de alta pureza, encontraron poco más y nada relevante para la causa. "Beto", por ejemplo, no estaba, tampoco su utilitario fotografiado frente a los ranchos donde presuntamente habría vendido narcóticos.
Solo estaba su pareja, Jessica Patricia Morales Pérez, que ni siquiera estaba investigada en el expediente; y entre otras personas, un menor que sería hijo de "Beto", y otra persona, también de nacionalidad peruana, que refirió ser "primo" de éste.
Si bien la causa sigue abierta, el padrastro de la chica secuestrada y asesinada de manera perversa no tiene ningún tipo de impedimento legal, es decir no tiene pedido de captura, ni debe presentarse al juzgado a realizar ningún tipo de declaración, ya que el allanamiento en su casa –salvo por la bochita de clorhidrato de cocaína- dio negativo. En los otros domicilios de la supuesta banda narco los uniformados secuestraron algunos gramos de marihuana y plantas de cannabis y cogollos, es decir prácticamente nada a los efectos de investigar a una organización narco.
En esos domicilios tampoco estaban los otros tres hombres apuntados, solo mujeres y niños. Es evidente que esperaban la acción judicial. Tan pobres fueron los resultados de los operativos que es muy probable que en las próximas semanas el juzgado federal de Morón a cargo de Rodríguez declare su incompetencia por la escasa cantidad de drogas incautadas y la causa recaiga en un juzgado provincial.
Por estas horas, los investigadores suponen que la conmoción pública que causo el crimen de la adolescente de 15 años conspiró contra el resultado de las pesquisas. Mientras tanto, la fiscal Mangano parece tener resulto el crimen de Xiomara. Para elevar a juicio el expediente –aunque para eso todavía falta-, la fiscal no necesita conocer los motivos del secuestro de la estudiante ni las supuestas razones para su asesinato, aunque la sombra de una disputa narco cruce el expediente.