El 21 de noviembre pasado por la tarde, apenas horas después de que Xiomara Naomi Méndez Morales fuera secuestrada a las puertas de su colegio en Flores por dos hombres y estrangulada hasta la muerte con un cinturón en el cuello a bordo de un Fiat Duna, un fuego extraño se encendió en la Villa 1-11-14, en más de un sentido.
Todo se orientaba, en cierta forma, al movimiento transa del Bajo Flores. La sospecha de una venganza narco que luego se ratificaría con pruebas y allanamientos comenzaba a sobrevolar el caso investigado por la fiscal Alejandra Mangano, un familiar de la joven había sido detenido con poco menos de cien bolsitas de cocaína en 2014 mientras entraba al asentamiento para luego recibir una probation de servicio comunitario por un tribunal federal, el padre biológico de la menor que había ido a Ituzaingó todavía vivía en la zona. El juez Jorge Rodríguez ordenaba desde Morón acelerar la investigación a una banda narco que incluía al padrastro de Xiomara con antecedentes por drogas en Comodoro Py, con un allanamiento a la casa familiar.
Y mientras los dos detenidos del caso esperaban en una celda de la Policía Federal, mientras los forenses de la Morgue Judicial trabajaban con el cuerpo de la joven de 15 años para determinar una muerte por asfixia sin abuso sexual, alguien incendió un auto en el asentamiento y realizó una clara amenaza de muerte.
Todo comenzó durante los allanamientos ordenados por la fiscal Mangano a la división Automotor de la Federal en la manzana 24 del asentamiento, no muy lejos del cruce de Riestra y Rivera Indarte, parte del viejo corredor que fue dominado por "Marcos" Estrada González, histórico capo de la 1-11-14. La orden era secuestrar todo tipo de anotaciones y celulares. En el medio, una mujer de 49 años y de nacionalidad boliviana, vecina de una manzana cercana, registrada en la AFIP en el rubro de venta de ropa, llegaba espantada a un puesto policial sobre la calle Riestra.
Aseguraba que unos desconocidos había llegado a su puerta, que habían tirado tiros al aire. No dio más datos, se fue, corriendo, mientras aseguraba que haría la denuncia correspondiente.
Al mismo tiempo, los policías en el puesto de Riestra vieron un penacho de humo negro casi en la esquina con Bonorino, el virtual corazón de la 1-11-14. Un Fiat Palio, color negro, estaba en llamas: se habían quemado por dentro con el volante, el tablero, los asientos delanteros, todo derretido y chamuscado. El vidrio del lado del conductor estaba roto, un evidente ataque intencional. Los vecinos de la zona fueron quienes apagaron el fuego.
Los policías tomaron la patente: la titular del auto era la mujer que había denunciado los tiros en la puerta de su casa.
Poco después, apareció un hombre que dijo ser hijo de la mujer, remisero de profesión, el Palio sería suyo. Aseguró que, efectivamente, recibió amenazas porque conocía a involucrados en el crimen de Xiomara. Luis Alberto Fernández, el principal sospechoso por el secuestro y muerte, acusado de negociar él mismo el rescate con la madre de Xiomara, también es remisero y taxista, con un domicilio fijado no muy lejos del Palio incendiado.
El incendio del auto disparó una causa en la Fiscalía Contravencional N°20 del doctor Marcos Lozada. El hombre que dijo ser amenazado fue trasladado a una dependencia policial.