Las últimas estadísticas, tanto a nivel nacional como de la provincia de Buenos Aires, sostienen que el delito de robo de vehículos en la vía pública, y la posterior venta de autopartes a través de desarmaderos clandestinos, bajó. Las razones son varias, y se desarrollan en esta nota. Sin embargo, hay un dato, no difundido hasta ahora, que puede marcar la diferencia, y que evidencia la vinculación que a lo largo de décadas han mantenido parte de las policías con las bandas delictivas. De otra forma no se conciben los desarmaderos ilegales que funcionaban al aire libre, inclusive cerca de algunas intendencias.
El número impacta y es oficial. Desde el 10 de diciembre de 2015, hasta la semana pasada, 418 sumarios contra policías bonaerenses fueron abiertos en la Dirección General de Asuntos Internos (DGAI), que depende del ministerio de Seguridad provincial, solo por connivencia entre uniformados y desarmaderos o por permitir el robo de autopartes de vehículos secuestrados y en depósitos judiciales.
Otros 500 efectivos ya fueron investigados. De ellos, 120 fueron apartados de la fuerza y ocho terminaron presos.
En total, casi mil uniformados estuvieron involucrados por una u otra razón con organizaciones, grandes o chicas, que se dedicaban al delito automotor.
Casi el 25% de los asesinatos en la vía pública se relacionan con el robo de vehículos, en los que también se incluyen a las motos -que después serán empleados por los denominados "motochorros".
La mayor concentración de numerarios descubiertos infraganti mientras realizaban oscuros negocios con los mercaderes de las "piezas manchadas con sangre" se dio en el año 2016, cuando por decisión del ministro Cristian Ritondo se comenzó a atacar la relación espuria entre la policía y los delincuentes.
El mayor logro de la DGAI, a cargo del abogado Guillermo Berra, se dio cuando los detectives desarticularon la denominada "mafia de las plantas verificadoras", desde donde, según la investigación interna, se motorizaba el desguace de autos robados, hasta otorgar la oblea de la VTV a vehículos con pedido de secuestro.
San Martín y La Matanza fueron dos de los distritos donde se atacaron este tipo de delitos con fuerza y donde existía un mayor número de efectivos vinculados con estas bandas.
Entre esos sumarios de Asuntos Internos, que terminaron alimentando causas judiciales, figura la detención de cinco policías -un comisario y cuatro suboficiales- que tenían un desarmadero en la Comisaría 4° de José León Suárez, en el partido de San Martín.
Ahí mismo los uniformados, llaves y destornilladores en mano -y con la asistencia de un mecánico cómplice-, desguazaban los autos secuestrados y vendían las autopartes a bandas a las que protegían.
Un combo completo.
El ranking provincial
Según el informe del ministerio de Seguridad de la Nación, a cargo de Patricia Bullrich, entre diciembre de 2015 y octubre de 2018, en todo el país, el robo de automotores descendió un 13,8%.
Las provincias donde el porcentaje de este delito bajo con mayor intensidad son: San Juan (38,9%); La Pampa (35,1%); Formosa (35,1%) y La Rioja (23,2%).
En la provincia de Buenos Aires, la disminución del robo de autos fue del 14,7% y Capital Federal 15,2%.
Siempre según las cifras oficiales, solo en estos dos últimos distritos, por el combate emprendido contra los desarmaderos de autos -ya que sin estos se asfixia el robo de vehículos- y por apartar de las fuerzas de seguridad a los delincuentes con uniformes, se evitó el robo de 2.073 rodados en la provincia gobernada por María Eugenia Vidal y 681 en el distrito a cargo del alcalde Horacio Rodríguez Larreta.
En provincias como Jujuy, Salta, Chubut, Santa Cruz y Entre Ríos el robo de autos también disminuyó, pero en un porcentaje inferior.
El descenso de robo de autos no es un fenómeno extraordinario. Durante la gestión de Juan Pablo Cafiero al frente del ministerio de Seguridad bonaerense, también ocurrió una situación similar. En aquella época, como ahora, el gran secreto fue -y lo es- la persecución contra los desarmaderos de autos, y el decomiso y compactación de autopartes.
Sólo entre enero de 2016 a septiembre de este año, las fuerzas federales secuestraron 13.564.651 autopartes ilegales. Una cifra récord.
Entre enero y septiembre de 2018, las autoridades decomisaron 1820 autos que tenían pedido de secuestro.
Algunos de estos robos fueron extremadamente violentos, como el de Jonathan Emmanuel Rico, de 25 años, que había ido a buscar a su novia, en el partido de Hurlingham, en su Chevrolet Astra modelo 2007.
Fue el 8 de octubre pasado. Ese día dos delincuentes lo ejecutaron de dos disparos, uno en el pecho y el otro en el brazo.
Aún con vida, los asesinos lo tiraron del auto y escaparon con el botín. Finalmente, la policía bonaerense los detuvo. Estaban en el coche de la víctima y con el arma de fuego. Tenían 16 y 17 años.
Hurlingham pertenece la superintendencia de la policía bonaerense Amba Oeste. Allí la baja del robo automotor fue de 6,55%.
Está claro, para la familia de la víctima, en estos casos, las estadísticas están un cien por cien en contra.
En las otras siete zonas el ranking de descenso del robo automotor es el siguiente: Amba Sur 3,22%; Interior Norte, 41,05%; Interior Sur, 8,17%; Región Capital, 6,73%; Amba Norte, 23,43%; Interior Centro, 27,46% y la Región Atlántica, 53,14 %.
Según el ministro Ritondo, además del combate contra la corrupción policial, la baja en este delito -que está aún lejos de ser desterrado, aunque se va por la buena senda- se debe a la participación ciudadana denunciando la existencia de desarmaderos clandestinos y la venta de autopartes ilegales a través de la app "Seguridad Provincia". La puesta en marcha de "las nuevas once plantas verificadoras -que ya no están más en manos policiales- en La Plata, Quilmes, La Matanza, Morón, Luján, San Miguel, Mar del Plata, Bahía Blanca, Pilar, San Martín y San Isidro"; y entre otras medidas, "el grabado de autopartes que desde diciembre de 2015 alcanzó a 1.725.000 autos", algo así como el 25% del parque automotor de la provincia.
Una cancha de Boca
Como ocurrió durante la gobernación de Felipe Solá, ahora también al combatir con dureza un tipo de delito, los malvivientes, que no salen con los clasificados bajo el brazo a buscar trabajo, mutan su actividad ilegal.
En 2005, por ejemplo, cuando se persiguió a los desarmaderos clandestinos, esas mafias comenzaron a realizar secuestros extorsivos.
La provincia de Buenos Aires estuvo jaqueada por esos hechos que mantenían en vilo a la sociedad y jaqueaban al gobernador Felipe Solá.
Ahora, entre otros delitos, pasan a integrar bandas de narcotraficantes barriales, piratería del asfalto, o, los de menor monta, se suben a una moto y salen a robar.
Según le informó a Infobae la ministra Bullrich, entre enero de 2016 y septiembre de este año, en todo el país "se compactaron 57.373 vehículos" que habían sido robados.
La cantidad asombra aún más si se tiene en cuenta que esta cantidad de rodados "llenaría 57 veces el campo de juego de Club Boca Juniors".
La mayor cantidad de autopartes clandestinas fueron secuestradas, en un solo megaoperativo -denominado "Capo de los Desarmaderos"- en el municipio de Lanús.
Ocurrió el 6 de junio pasado y se decomisadas 4.200.000 autopartes que estaban a resguardo en un galpón vinculado a Elbio Oscar Fernández, más conocido como "el rey del corte" y que fue detenido por la policía bonaerense el 5 de junio de 2017.
Quizás acostumbrado a "aceitar" a los uniformados que debían combatirlo, y a los funcionarios judiciales que deberían investigarlo y condenarlo, en cuanto fue interceptado por los efectivos de la comisaría 5° de Avellaneda, Fernández, en vez de gritarles "soy inocente", como suelen hacer los malandras, les ofreció una coima de 200.000 pesos para que lo dejen ir.
Es evidente que sin policías cómplices del delito -como los uniformados bonaerenses desplazados, y jueces y fiscales, también fuera del sistema judicial- organizaciones delictivas como las de Elbio Fernández no podrían permanecer activa durante tantos años.
Tan elemental como eso. Es un buen principio para quizás, en un tiempo no tan lejano, llegar a un mejor final.
Habrá que esperar.