"Esto es todo una locura", se indigna Marcelo Macarrón. El viudo de Nora Dalmasso, asesinada el 25 de noviembre de 2006, vive la acusación en su contra como si fuese una macabra conspiración.
"Primero ensuciaron el honor de mi esposa, luego fueron por mi hijo, más adelante sospecharon de todos los hombres Macarrón y ahora me toca a mí. Nosotros somos los damnificados, no los culpables o mafiosos", le dijo a su abogado Marcelo Brito.
Hoy desde el mediodía deberá presentarse en los Tribunales de Río Cuarto ante Luis Pizarro, el nuevo fiscal del caso. Hasta ahora está imputado como autor de homicidio agravado por el vínculo. Una posibilidad es que en la indagatoria de hoy el fiscal cambie la carátula a crimen por encargo.
"Aunque cambie la calificación, la pena máxima sigue siendo la perpetua", argumentan fuentes judiciales.
"Marcelo está derrumbado, no puede creer todo esto", dijo a Infobae Brito.
El viudo sigue viviendo en la casa del barrio privado Villa Golf donde fue asesinada su mujer, que tenía 51 años. Sigue ejerciendo como traumatólogo y se separó de su pareja, María Pia Cardoso. Su hijo Facundo terminó un Master de Derecho en París y continuó sus estudios en los Estados Unidos. Su hija Valentina, en cuya habitación mataron a su madre, tiene una empresa de catering y no perdió su pasión por el golf.
"Marcelo y su hija nunca dejaron de visitar la tumba de Nora. Siempre la recuerdan, ven fotos, hablan de ella. Están muy unidos", dice un allegado a la familia Macarrón.
El viudo se convirtió en el principal sospechoso a horas de que la causa pueda prescribir. Si mantienen la acusación podría ir a juicio oral.
"Es un disparate. Nadie pudo ubicar a mi defendido en la escena del crimen, estuvo a 1300 kilómetros, y tampoco hallaron nada extraño con sus movimientos bancarios", analizó Brito.
Macarrón declaró en su momento que se enteró del crimen de su esposa cuando volvía a Córdoba con su abogado y amigo Daniel Lacase. "Volvíamos en auto, en estado de shock", dijo.
Pizarro mantiene las sospechas contra Macarrón, al igual que su predecesor Daniel Miralles. Hasta su llegada se sostenían dos hipótesis, aunque ahora cobra fuerza una de ellas.
Hipótesis 1: Macarrón planificó el asesinato con frialdad. Viajó con amigos a Punta del Este a descansar y jugar un torneo de golf que terminó por ganar. Durante esas horas, un asesino a sueldo estrangulaba a su esposa. En este escenario se sospecha que su abogado y amigo Daniel Lacase se encargó de los detalles. En Uruguay lo vieron con 20 mil dólares en efectivo, aunque él dijo que los depositó en una cuenta suya.
¿Por qué habrían matado a Nora? Los investigadores apuntan a un móvil económico. "Siempre se habló de Lacase y Macarrón como testaferros de un poderoso político, incluso que tenían propiedades y una sociedad con otro empresario del que se sospechó en el comienzo de la pesquisa. Quizá Dalmasso en una discusión amenazó con sacar a la luz esos negociados. Uno de los albañiles que trabajó en la casa días antes del homicidio dijo que los vio discutir", dice a Infobae una fuente del caso.
Hipótesis 2: Macarrón viajó desde Punta del Este hacia Río Cuarto en un avión privado, aterrizó en una pista clandestina, asesinó a su esposa y volvió a Uruguay. Pizarro cree que esta teoría es más improbable. En su momento, Miralles incluyó como testigo en la causa a Sergio Olicheski, controlador del tránsito aéreo en la zona de Río Cuarto.
"Es posible el vuelo, siempre y cuando se haya recurrido a una logística especial, como dos vehículos de apoyo y bochones de luz para balizamiento", declaró. Según ese razonamiento, a Macarrón le hubiese llevado unas cinco horas el vuelo y otra hora para cometer el asesinato. Otro perito aeronáutico había considerado "imposible" ese viaje. Además la noche del crimen llovía.
"Miralles lo imputó porque apareció el ADN de Macarrón en el cuerpo de la víctima y en la bata que tenía puesta cuando la asesinaron. El viudo dijo que tuvo sexo antes de viajar a Punta del Este, dos días antes del hecho. Es posible que hayan quedado sus rastros", analiza una fuente judicial.
En los últimos meses algo cambió. La familia de Dalmasso no defiende con tanta convicción a Macarrón, como ocurría en un principio. Tampoco lo acusa. "Si la mató mi yerno, esto es horroroso", le dijo la madre de la víctima, María Delia Grassi, al periodista Alejandro Fara, del diario El Puntal de Río Cuarto. Al diario La Voz del Interior le reveló su mayor sospecha: "A Marcelo (Macarrón) lo he querido como yerno, no puedo decir que sea él y tampoco creo. Pero una persona sola no ha sido, ha venido bien planificado. La mató o la mandó a matar una mafia, como un clan. Alguna cosa sabría ella. Mi yerno estaba con toda esa gente en asados y comilonas".
"El poder político siempre estuvo relacionado en este caso. Yo siempre dije que fue un crimen planificado. A ese torneo de golf fueron varios que nunca jugaron al golf, y hasta podría decir que Macarrón nunca había ganado un torneo, y menos internacional. Creo que el enigma se encierra en la corpo clerical, económica y política de Río Cuarto", dijo a Infobae Enrique Zabala, el abogado de Gastón Zárate, el albañil que trabajó junto a otros obreros días antes del femicidio en la casa de Nora y llegó a estar imputado.
La investigación siempre fue cuestionada: en la escena del crimen desfilaron más de 20 personas, entre ellas un cura amigo de la familia que cubrió el cuerpo de Nora con una frazada.
Los otros sospechosos
El fantasma de la impunidad deambuló estos doce años. Por la causa pasaron 5 fiscales y 12 sospechosos. Uno de ellos fue Facundo Macarrón, a quien el fiscal Javier Di Santo -el primero del caso- acusó de estrangular a su madre con odio porque supuestamente ella no aceptaba la condición sexual de su hijo. Cuando fue sobreseído, se descargó a través de una carta: "Finalmente puedo sentirme libre de una condena que hasta el día de hoy no me explico ni por qué cayó sobre mí, pero que sin lugar a dudas marcó mi existencia para siempre. Es indescriptible lo que se siente que a uno le digan que abusó y asesinó a su madre; verse empujado a un sitio desolado donde cada mirada desconocida y cada llamado telefónico es una agonía", escribió en 2012.
Otro de los acusados por Di Santo fue Gastón Zárate, un albañil que había trabajado en la casa de Nora días antes del femicidio. Lo llamativo es que mantuvo las dos imputaciones pese a que una anulaba a la otra. Al llamado "perejil" del caso, lo acomodó a otra hipótesis: lo consideró un hombre obsesionado con su patrona al punto de no poder trabajar porque no dejaba de mirarla. El móvil era el robo (aunque a Nora no le robaron nada) y sospechaba que había entrado por la ventana con "andar felino". En cambio, decía que Facundo había entrado con sus llaves por la puerta principal. El fiscal interpretó que el obrero había violado a la víctima.
"La acusación contra mi defendido fue un delirio, lo usaron para tapar los sospechosos ligados al poder", dice Zabala, abogado de Zárate. El denominado "perejil" del caso fue liberado después de una manifestación popular en Río Cuarto.
Otro de los imputados fue Rafael Magnasco, un ex funcionario. Tampoco hubo pruebas en su contra. Ni siquiera se probó si era amante de la víctima.
La pista "amantes" apuntaba a un juego sexual (llamado asfixiofilia, que retrasa el orgasmo a partir de un ahorcamiento, lo que fue desmentido pocas horas después del crimen) o a un femicida despechado que no aceptó el rechazo de Nora.
"Le harán ADN a los 18 amantes de Nora", llegó a titular un diario en ese entonces. Pero en el expediente figura que Nora tenía un solo amante, y era uno de los amigos de Macarrón que viajó a jugar al golf con él mientras la mataban. Por entonces se vendían remeras en Mercado Libre con esta inscripción: "Yo no estuve con Norita". También se habló de una posible asesina y de un sicario colombiano que estuvo unas horas en Río Cuarto.
Lo cierto es que la noche del crimen, Nora cenó con cinco amigas. Hubo un llamado para que suspendiera el encuentro. Pero ella siguió con la reunión. Le quedaban horas de vida. Desde el momento en que llegó a su casa todo se volvió un enigma hasta ahora imposible de descifrar.