Marcelo Macarrón cumplió hoy 59 años pero no tuvo demasiados motivos para celebrar. Esta mañana fue hasta tribunales de Río Cuarto, donde el fiscal Luis Pizarro lo notificó sobre el cambio de calificación de la carátula del femicidio de su esposa Nora Dalmasso, asesinada el 25 de noviembre de 2006 en su casa del barrio Villa Golf.
El viudo, que se negó a declarar, quedó imputado por "homicidio calificado por precio o promesa remuneratoria".
Antes estaba imputado como autor de homicidio agravado por el vínculo. La nueva acusación del fiscal, a diferencia de la realizada por su predecesor el fiscal Daniel Miralles, es que Pizarro no ubica a Macarrón en la escena del crimen.
Considera que hay evidencias para creer que "un tercero o terceras personas colaboraron con el plan criminal". El viudo sigue siendo investigado como instigador.
"Si siguen cometiendo estos yerros seguramente pasarán hasta 20 años para conocer qué sucedió con Nora Dalmasso", afirmó Marcelo Brito, su abogado, al salir de Tribunales. Macarrón no quiso hablar con los periodistas.
"La pena máxima es la prisión perpetua, si la acusación se mantiene, el crimen no prescribe esta semana, que se cumplen doce años de cometido", dice una fuente del caso.
La hipótesis principal es que Macarrón planificó el crimen. Y por eso creó una coartada que parecía perfecta: un viaje con amigos a Punta del Este para descansar y jugar un torneo de golf que terminó por ganar. Durante esas horas, un asesino a sueldo estrangulaba a su esposa.
En este escenario la fiscalía sospecha que su abogado y amigo Daniel Lacase se habría encargado de los detalles. En Uruguay lo vieron con 20 mil dólares en efectivo, aunque él dijo que los depositó en una cuenta suya.
Los investigadores apuntan a un móvil económico. "Siempre se habló de Lacase y Macarrón como testaferros de un poderoso político, incluso que tenían propiedades y una sociedad con otro empresario del que se sospechó en el comienzo de la pesquisa. Quizá Dalmasso en una discusión amenazó con sacar a luz esos negociados. Uno de los albañiles que trabajaron en la casa días antes del homicidio dijo que los vio discutir", dice a Infobae una fuente del caso.
Daniel Miralles, el anterior fiscal, mantuvo la sospecha de que Macarrón viajó desde Punta del Este hacia Río Cuarto en un avión privado (la teoría del "avión fantasma"), aterrizó en una pista clandestina, asesinó a su esposa y volvió a Uruguay. Pizarro no cree en esta hipótesis por improbable.
Lo que no está claro es qué evidencias encontró para sostener que Macarrón supuestamente habría contratado a un asesino a sueldo para matar a su esposa. "Creo que la mató una mafia", había dicho la madre de Nora, María Delia Grassi.
Enrique Zabala, el abogado de Gastón Zárate, el albañil que trabajó junto a otros obreros días antes del femicidio en la casa de Nora y llegó a estar imputado, tiene su propia teoría. "El poder político y económico siempre estuvo relacionado en este caso. Yo siempre dije que fue un crimen planificado", le dice a Infobae.
El penalista cree que el torneo de golf que jugó Macarrón junto a sus amigos fue una mascarada para cometer el crimen perfecto.
No duda cuando hace su análisis después de leer gran parte del expediente, aunque no hay pruebas que así lo certifiquen: "El entorno de Macarrón, encabezado por Lacase, blindó la información y trató de imponer la teoría del ataque sexual, lo que implicaba algo personal. Para mí no había rastros de eso. Siempre apunté al móvil económico. Creo que la mataron dormida o desprevenida. Según la autopsia psicológica, ella era precavida y tenía el sueño liviano. Hay una serie de casualidades. Por ejemplo, justo ese día la alarma no funcionaba, los operarios tuvieron franco, esa noche ella quedaba sola. Fue a cenar con amigas y hubo un llamado misterioso para que suspendiera el encuentro. Las puertas y las ventanas no estaban forzadas y el perro no ladró. Quizá la esperaron para matarla".
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