Ayer por la tarde en Twitter, uno de los mejores humoristas gráficos de los últimos tiempos decía un poco en chiste, y con la sangre en el mármol del mausoleo del coronel Ramón Falcón todavía fresca, que la Argentina es el único país que todavía tenía anarquistas, un anacronismo político, una cosa de principios del siglo XX que sigue inexplicablemente en los comienzos del XXI. La explosión en el cementerio de la Recoleta del miércoles por la tarde no tenía mucho sentido. No encaja, al menos no a simple vista, no para cualquier idea del presente.
Anahí Esperanza Salcedo, una anarquista punk de Adolfo Sourdeaux, provincia de Buenos Aires, madre de dos hijas, salía del cementerio en una ambulancia con tres falanges de una mano voladas. Su compañero, Hugo Rodríguez, okupa en una casa de San Cristóbal tomada desde hace varios años por otros anarquistas punk, fue detenido en una causa bajo el juez federal Julián Ercolini. Salcedo y Rodríguez, según la imputación en su contra, montaron la explosión fracasada para recordar al anarquista ruso Simón Radowitzky, el matador de Ramón Falcón, en el 109º aniversario del atentado que le quitó la vida al temible coronel en venganza por los libertarios asesinados el 1º de mayo de 1909 por balas policiales.
Hugo y Anahí, si las acusaciones en contra son ciertas, decidieron intentar volar la tumba de Falcón para volarse a ellos mismos en el proceso, para terminar ella en el hospital Fernández con un respirador artificial y él en una celda, con sus compañeros en San Cristóbal allanados y esposados boca abajo en el piso en cuestión de horas.
Todo por una bomba en la tumba de un muerto, muerto hace más de cien años.
Sin embargo, el humorista en Twitter se equivoca: el anarquismo en América Latina está lejos de vivir en una paradoja historicista, de no existir, o de ser una fantasía conspiranoica. En Chile, los encapuchados con banderas negras se movilizan por Kevin Garrido, un libertario de 18 años condenado por colocar bombas y asesinado a puñaladas en una cárcel de Santiago a mediados del mes pasado: construyen barricadas llameantes que reivindican en proclamas online, confrontan a los Carabineros. En México, una célula llamada Círculo Intransigente se adjudicó la colocación de un aparato explosivo en una concesionaria sobre la avenida Ignacio Zaragoza en la capital azteca a comienzos de este mes.
Y en Argentina, el anarquismo está lejos de estar muerto. Fragmentado, atravesado por su propia historia, pero lejos de estar muerto. La muerte de Santiago Maldonado claramente movió a sus filas, que repudiaron la apropiación de su memoria en el documental dirigido por Tristán Bauer y guionado por Florencia Kirchner, atacaron a piedrazos su estreno porteño en el ND/Ateneo, funciones en otros puntos del país terminaron custodiadas por patovicas sindicales. "Santiago estaba encapuchado y era anarquista", aseguraba un afiche que recorrió el centro porteño, con la
"A" mayúscula dentro del círculo.
A un mes de la muerte de Maldonado, se difundió un comunicado llamaba "a la coordinación del anarquismo organizado de estas tierras". 19 organizaciones libertarias, feministas y antifascistas lo firmaron, entre ellos la Biblioteca Giulay-Polié de La Plata, la misma que Santiago frecuentaba y en la que pintó un mural tiempo antes de morir.
Los espacios históricos sobreviven en el tiempo. La Policía Federal allanaba a mediados de esta tarde el Ateneo Anarquista de Constitución, la vieja FLA de la calle Brasil al 1.500, un espacio sin lazos históricos aparentes con los punks de la casona de Pavón, donde funciona una de las mejores bibliotecas sobre anarquismo del país. "Todo muy ordenadito", decía una voz en la Federal tras salir del lugar.
La violencia anarquista, por otra parte, no es nueva, no en la historia reciente del movimiento. En el portal ácrata Contrainfo, un grupo se adjudicó los destrozos en la Casa de la Provincia de Chubut en agosto de 2017. "Anárquicas individualidades expansivas del caos", firmaron su comunicado posterior, en contra de "la podredumbre domesticada" de la sociedad civil.
Por otra parte, ciertos sectores del kirchnerismo se empeñan en llamar "infiltrados" a los anarquistas violentos, los tratan de integrantes de los servicios de inteligencia disfrazados con parches y trapos negros, sin muchas pruebas al respecto.
Pero lo cierto es que entre 2011 y 2013, en la segunda presidencia de Cristina Kirchner, los grupos anarquistas se adjudicaron la mayor campaña de violencia de la historia política reciente, con siglas como el Núcleo Indomable de la Expansión del Fuego nucleados bajo la Federación Anarquista Informal, la FAI, una red global de células de ácratas incendiarios vinculadas entre sí apenas en espíritu con presencia en más de 15 países, que hizo su debut en Italia en 2003 con bombas en la casa del primer ministro Romano Prodi, una campaña de violencia en suelo porteño sin muertos ni heridos.
La división Defraudaciones y Estafas de la Federal les siguió el rastro, con detectives en múltiples causas a cargo de un fiscal porteño. El fiscal pidió ayuda expresa a Héctor Icazuriaga, ex jefe de la SIDE, con un oficio fechado el 19 de noviembre de 2012 al que accedió Infobae en donde se mencionaba a células como "Liberación Total" y "Célula Incendiaria Luciano Petronello" que habrían realizado "hechos violentos con bombas" para "infiltrarse, tomar contacto directo e identificar a los responsables".
Y nada.
Hasta el día de hoy, nada.
No hay imputados, procesados o condenados. Las fuerzas de seguridad no pudieron rastrear los sitios en que los supuestos terroristas libertarios publicaban sus proclamas, como La Haine, radicados en servidores encriptados en Italia y Suiza ligados a cuentas bancarias en México.
Por otra parte, los objetivos fueron mucho más ambiciosos que la tumba de un coronel muerto hace más de cien años. La Federación Anarquista Informal se adjudicó la explosión de marzo de 2012 en la sede de la embajada de la Unión Europea en Recoleta, con una bomba casera cargada de tuercas y tornillos. El Núcleo de Conspiradores por la Extensión del Caos, supuesta parte de la FAI, invitó en su comunicado en el sitio La Haine en donde se hacía cargo del golpe "a sembrar el terror dentro de cada corazón autoritario". El expediente por el atentado sin sangre terminó en el despacho del juez Ariel Lijo.
En cuanto a objetivos domésticos, el 30 de diciembre de ese año, poco después de que el fiscal le pidiera apoyo a la vieja SIDE, los "Amigxs de la Tierra", parte de la FAI, atacaron la central del Servicio Penitenciario Federal en Once en represalia por los asesinatos en el penal de Ezeiza de María Laura Acosta y Cecilia Hildalgo.
Hubo una advertencia contra los carceleros. "Su existencia será combatida por los amantes de la libertad", aseguró la organización en el comunicado posterior, en donde también se reconocía responsable de "los ataques incendiarios al patrullero de la PFA de la Comisaría Nº27, al auto de la Comisaría Nª51 y al patrullero de la Metropolitana en Saavedra."
Acosta e Hidalgo fueron asesinadas a fin de año en el penal de mujeres de Ezeiza, sus muertes marcadas como "dudosas" en los registros del SPF bajo Víctor Hortel. Ambas habían entrado y salido de penales durante toda su vida. Acosta, oriunda de Quilmes, nacida en 1976, había estado presa seis veces en su vida, con causas por robo a mano armada desde que era menor de edad y tres condenas. Cecilia Hidalgo también había tenido causas en tribunales porteños desde menor por robo en banda, tenencia de arma de guerra y homicidio.
Ninguna era una militante libertaria, al menos no expresamente. Tampoco fueron las únicas presas asesinadas en aquel período. Sin embargo, los anarquistas las reivindicaron con una bomba en la puerta de un organismo clave del Estado argentino.
El 23 de abril de 2013, el juez Sebastián Casanello archivó la investigación sobre la explosión. No había testigos, tampoco pruebas.
El 1º de marzo de 2012, una bomba del Núcleo Indomable por la Expansión del Fuego explotó sin víctimas en los tribunales de la calle Paraguay al 1500. El Núcleo se adjudicó el ataque y reivindicó a Freddy Fuentevilla y Marcelo Villaroel, anarquistas chilenos que se habían fugado a la Argentina tras robar a un banco.
Para Defraudaciones y Estafas de la Federal, el objetivo era otro: en esos momentos, el Tribunal Oral Criminal Nº27 enjuiciaba a Mariela Judith P. por intentar incendiar un Carrefour en la avenida Warnes. Mariela, oriunda de Barrio Norte, hoy de 44 años, cara redonda, ojos castaños, reaparecería en el sistema penal en 2015, con una causa por resistencia a la autoridad radicada en el Juzgado Nº60.
La Célula Incendiaria Luciano Pitronello, también parte de la FAI, se hizo cargo de dos incendios de cajeros Santander Río en Flores por "los caídos en combate contra las fuerzas de seguridad social en Argentina, presos y presas en los penales de Ezeiza, Marcos Paz, Devoto, para todos los que conspiran en la extensión del conflicto permanente contra los poderes que dominan nuestras vidas", atentados con fecha de junio de 2011. La división Defraudaciones y Estafas, en una causa a cargo del fiscal César Troncoso, accedió a imágenes de cámaras de seguridad del cajero, sin identificar al sospechoso.
Y después están los autos quemados, más de cien, la ola de los quemacoches: 111 en total, 95 en un año. Palermo, Villa Urquiza, Villa Devoto, Recoleta, un pico furioso que comenzó en 2012 con 46 causas penales.
No había predilección por autos caros en particular, desde Mercedes Benz hasta Volkswagen, ningún método en particular, desde bollos de papel bajo la carrocería hasta rociar con nafta, prender y correr. La mitad de los incendios ocurrieron a plena luz del día.
Tampoco fue todo netamente anarquista: se identificó, por ejemplo, a un joven pirómano de Villa Devoto que vivía a unas seis cuadras de la ex casa de Diego Maradona en Habana y Segurola y que luego se reubicaría en Río Negro, con causas por incendio en años recientes.
El comunicado para las fiestas de la Federación Anarquista Informal al final de su campaña quemacoches fue bastante vehemente: "Deseamos en el mes de diciembre cagarles las fiestas hipócritas y fascistas a todos los cristianos de mierda que estarán en vigilia para que todo lo más importante que tienen no se les escape de las manos. Vamos a hacer todo lo posible para que sus coches, bancos, comisarías, embajadas y ustedes mismos sean alcanzados por nuestro fuego", aseguraron.
Lo cierto es que, en todo este período, las fuerzas de seguridad observaron ateneos anarquistas, siguieron de cerca festivales de punks con banderas negras como un encuentro en Bernal sobre la calle Espora donde se invitaba a quedarse en carpa, efectivos apostados. "Guerrilla urbana", decían unos. "Idiotas útiles", decían otros. "Mmmm, ¿para quién laburarán?", se preguntaban, sagaces, otros más.
El tema, incluso, llegó en 2013 a los despachos más altos del Ministerio de Seguridad, en ese entonces conducido por Nilda Garré.
Los ataques cesaron poco después.