Ya no es una novedad. Sin embargo, es una práctica delictiva que vuelve a ser noticia una y otra vez. Los robos con la modalidad "piraña" en la avenida 9 de Julio y en las inmediaciones del Obelisco volvieron a saltar a la luz pública y a generar preocupación entre los ciudadanos porteños.
El intento de robo sufrido por la periodista Sandra Borghi en la noche del lunes hizo sonar nuevamente las alarmas. Como si fuera poco, hoy a primera hora de la mañana un joven estudiante de 13 años se dirigía a su escuela cuando fue abordado por dos delincuentes menores de edad que le quisieron robar su teléfono celular.
"Un chico me para, me dice que le dé el celular, que el compañero de atrás tenía un arma. Yo me asusté, lo señalé a un señor y ellos empezaron a correr, un tipo los empezó a perseguir y finalmente los atrapó la policía", declaró la víctima a los medios de prensa.
El hecho ocurrió sobre la calle Tucumán, apenas a 50 metros del lugar en el que Borghi sufrió el intento de sustracción de sus pertenencias personales.
La periodista padeció el hecho a las 19:45 del lunes. "Me subí a un taxi por la 9 de julio. Levanté la ventanilla y puse la traba. Tiré la cartera en el piso al lado del chofer, como para no tentar a nadie. Yo venía hablando con el celular del lado de adentro. No sé cómo me abrió la puerta, yo la había trabado. Me pegó una trompada en las costillas y empecé a gritar: '¡Policía, policía!'. Me asustó el impacto", relató.
Y continuó: "Cuando le vi la cara (a uno de los ladrones) no tenía más de 13 años y al lado, había otro más chiquito. Yo le pedí al taxista que arrancara, pero no podía porque el semáforo estaba en rojo. Tenía miedo de que tuviera un arma. Caí atrás del asiento del taxista, sobre mi cartera y mi celular. El pibe no sabía lo que me quería afanar".
La zona del Obelisco parece ser ideal para la práctica de ese modo delictivo. La rapidez, el imprevisto, la distracción y la impunidad parecen ser las características de un estilo de robo muy difícil de prevenir.
Una gran parte de los robos son cometidos por menores de edad o por jóvenes de hasta 20 años. Por lo general, los delincuentes aguardan un momento de distracción de sus víctimas para arrebatarles alguna pertenencia y salir corriendo.
Las víctimas del delito pueden estar detenidas de pie en un semáforo o chateando con su celular con la ventanilla abierta en algún vehículo, ante una situación de colapso del tránsito.
Los ladrones "piraña" actúan de manera muy rápida e inesperada. Casi no dejan tiempo de reacción. Al tratarse de una zona céntrica, con numerosas bocas de acceso al subte, entradas a galerías y a diferentes comercios, los métodos de escape de los delincuentes se vuelven más efectivos.
Algunos de los ladrones se hacen pasar por limpiavidrios para robar a los vehículos que se detienen ante un semáforo en rojo. Por su lado, una buena parte de las víctimas son ciudadanos extranjeros que se encuentran en la Ciudad de Buenos Aires de turismo.
De acuerdo a las fuerzas de seguridad, a lo largo del último año se incrementaron los casos de delincuencia mediante esa metodología. El problema es que a las autoridades policiales les resulta muy difícil poder situar ese crecimiento en cifras reales, ya que muchas de las víctimas nunca radican una denuncia sobre lo sucedido.
Otro de los conflictos radica en las instancias posteriores a las detenciones de los delincuentes. La mayoría de los apresados son menores de edad, lo que para el gobierno porteño representa un inconveniente debido a la rapidez con la que recuperan la libertad.
El secretario de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Marcelo D'Alessandro, calificó en agosto la situación como una "puerta giratoria" y explicó que "muchos de esos delincuentes son menores, y tarda más en hacer el sumario el policía que lo detuvo que ese ladrón en recuperar la libertad".
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