En abril de 1982 Franco Félix Neri, hijo de ciudadanos paraguayos nacido en una colonia cerca de Eldorado, provincia de Misiones, tenía 19 años y era un joven soldado en el del Regimiento de Infantería 4 de Monte Caseros. Era un soldado modelo, dicen quienes lo conocieron en aquel entonces. "Yo lo admiraba", admitió en diálogo con Infobae uno de sus ex compañeros. Neri estaba lejos de ser quien es hoy. Todavía no tenía esvásticas en su pecho, águilas imperiales o cruces de hierro nazis que le atravesaran la piel. Tampoco tenía ninguna de las cuatro causas por narcotráfico que hoy conforman su historial delictivo. En aquel momento, el soldado misionero se preparaba para ir a la guerra de Malvinas.
Ese año en el que un gobierno de facto y en decadencia envió a una guerra absurda a 23.428 soldados, muchos de ellos jóvenes que no habían sostenido un fusil en sus vidas y mucho menos matado, Neri todavía era Franco, no se había convertido en "El Paisa", como lo bautizarían años después en Buenos Aires. Durante su instrucción en Monte Caseros, Corrientes, sus compañeros en el Ejército lo recuerdan con los botines lustrados, el uniforme sin pliegues, el pelo corto, esos detalles de la imagen que en el mundo militar se traducen garantías, en credenciales, como si los monstruos no crecieran por dentro.
El General de Brigada Diego Alejandro Soria, jefe del Regimiento del que formó parte Neri, describió en un informe personal que ese batallón estaba integrado por soldados conscriptos de las provincias de Corrientes, Chaco, Formosa y Misiones. En su mayoría eran jóvenes de un nivel socio-cultural bajo que nunca se habían alejado de la zona de clima subtropical en la que vivían. Se preveía que les sería muy difícil adaptarse a las condiciones del archipiélago.
A comienzos de mayo del '82 una sección de tiradores de la compañía B del R.I. 4, entre los que se encontraba un joven Franco Félix Neri, fueron destinados a proveer seguridad en la sede del gobierno militar en Puerto Argentino. Esos 36 hombres se desempeñarían hasta el final del conflicto bélico como la custodia de Mario Benjamín Menéndez, Jefe del Comando Conjunto que había llegado a las islas el 7 de abril de ese año, apenas cinco días después de la recuperación.
"Él estaba en el segundo piso con la ametralladora", lo recuerda Miguel Cabral en Puerto Argentino. Cabral nació igual que Neri en 1962 en Misiones, oriundo del paraje Fray Luis Beltrán, se conocieron en Monte Caseros en 1981, donde compartieron sección y compañía. Trabaron confianza de entrada porque sabían hablar el guaraní. Lo usaban para hacerse comentarios en clave frente a sus compañeros, un código cómplice. Los años que siguieron a la guerra se encargarían de llevar sus historias por caminos diferentes.
El trabajo escaseaba cuando Cabral volvió a Misiones a la zona rural en la que se había criado, la necesidad lo obligó a mudarse a la ciudad de Eldorado. "A Franco la última vez que lo vi fue en 1986, me lo encontré en una plaza, nos quedamos hablando. Un hermano suyo me dijo que se había mudado a Buenos Aires", le dijo a Infobae el hombre de 56 años y agregó sobre el Neri que recordaba: "le gustaba estar en el servicio militar, siempre bien lustrado, bien planchado, el pelo perfecto, como tiene que ser un militar".
Neri en cambio abandonó Misiones y se mudó a Buenos Aires. Vivió en la calle Delfor en William Morris, después en Caseros, su último domicilio conocido fue en Ciudadela.
En algún punto, Neri comenzó a alimentar una obsesión por el nazismo. El soldado ejemplar enviado a la guerra durante una dictadura, encontró en otra, quizás la más terrible de todas, un lugar de identificación. Decidió llevarlo en la piel. Además de dos águilas imperiales sosteniendo esvásticas en su pecho y una cruz de hierro que oculta una relación fallida, en su cuerpo hay espacio para un mensaje de amor caótico: "Hey Chabri Te Amo Amoremio", se lee en su brazo izquierdo.
Tuvo tres causas penales en territorio bonaerense: la primera en Morón en 1999, la segunda en San Martín en 2001, la que lo llevó a pasar tres años en prisión y una tercera que data de 2008 en Tres de Febrero. Todas entradas por violación a la ley de drogas. Terminó en un penal federal por este último expediente, cobró un péculo, un sueldo por trabajos entre rejas desde 2009 hasta 2012.
El viernes 19 de octubre pasado, un falso control vehicular en la Ruta Nacional Nº 9 a la altura de la estación de peaje de Jesús María en la provincia de Córdoba que fue encabezado por la División Antidrogas de la Policía Federal cordobesa desarticuló por completo la estructura de una organización narcocriminal de la que Neri formaba parte como supuesto distribuidor en el Gran Buenos Aires.
En esa redada cayó un narco conocido como "Jimmy", principal objetivo de la operación, prófugo de la Justicia argentina desde 2013 tras violar una salida transitoria y buscado por las autoridades bolivianas por un femicidio.
Estaba junto a otros dos cómplices, un hombre y una mujer, todos parte de una banda dedicada al transporte, acopio y distribución de drogas provenientes de Bolivia para abastecer a la provincia de Córdoba, distintas zonas del Gran Buenos Aires, Mar del Plata y Bahía Blanca.
Al momento de la captura el grupo transportaba diez kilos de cocaína escondida en compartimentos ocultos de un auto de lujo. Pero el lote de polvo era apenas la punta del ovillo: El operativo permitió al Juzgado Federal de Tres de Febrero ordenar apenas unas horas más tarde nueve allanamientos simultáneos que permitieron la detención de todos los contactos y distribuidores, entre ellos Neri, que fue sorprendido en su casa de Ciudadela.
En el lugar había otros diez kilos de cocaína y casi sesenta kilos de marihuana. Fuentes del caso confiaron a Infobae que les llamó la atención lo que encontraron en un placard: un viejo uniforme verde con camuflaje del Ejército argentino.
La redada terminó ocho personas detenidas, dos de ellas mujeres, se secuestraron alrededor de 20 kilogramos de cocaína, 54 kilos de marihuana, 792.910 pesos, 59.744 dólares, elementos de corte, decenas de celulares, un cuatriciclo, tres motos y seis automóviles, algunos de ellos de alta gama que más tarde se comprobó fueron obtenidos a través de las ganancias que la organización recibía del negocio de la droga. Para la Policía Federal, se logró terminar por completo con la organización narcocriminal de Neri, al menos con la parte que operaba en el país.
De vuelta en el pasado, el ex compañero del conscripto convertido en narco recuerda una vieja historia de guerra en Malvinas.
La guerra acababa de terminar, los argentinos se habían rendido y a ellos dos dado la orden de deshacerse de sus armas. Estaban yendo a cumplir con el encargo cuando pasaron cerca de un container con provisiones. "Teníamos hambre y yo hacía 15 días que no dormía. Franco agarró y le disparó al candado". Cuando quisieron darse cuenta un escuadrón inglés los apuntaba por la espalda. "Él corrió y pudo escapar, pero a mí me agarraron", recordó Cabral.
Para los que estuvieron en las islas el conflicto dejó del lado argentino según 649 víctimas, si no se cuenta a las que volvieron. El número de ex combatientes que se suicidaron tras la guerra, hace años que superó a los caídos en el campo de batalla. "Compañeros venían heridos, sin brazos, sin piernas. A un soldado eso lo marca para siempre, es una mochila que no te podes sacar nunca más".
Neri, "El Paisa", tal vez convirtió esa mochila simbólica en un cargamento muy distinto.
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